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Sábado, 07 de Mayo de 2011

David Gasca

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EL MAL MENOR


 
  

Debido a que es la noticia caliente de la semana, me negaba a escribir sobre la muerte de Bin Laden. Al final no he podido resistir. Consciente de que cientos de artículos sobre este tema se estarán escribiendo en este mismo instante, trataré de abordar la cuestión desde un punto de vista un poco más original y reflexivo.

Hay quienes dudan que Bin Laden esté muerto, lo que parece claro es que ha sido capturado, independientemente de si está vivo o exánime.

Utilicemos la lógica.  

Que lo tienen está claro, porque EEUU no puede permitirse que aparezca un día vivito y coleando, con las consecuencias que eso tendría para el gobierno de Obama.

El caso es que vale más vivo que muerto, pues es posiblemente, la fuente de información más completa en lo que a terrorismo internacional se refiere; células activas, próximos objetivos o cuentas bancarias de Al Qaeda en occidente, son solo algunos de los datos de los que todo gobierno que tenga un mínimo instinto de autoconservación querría tener conocimiento.
Decir que murió en el asalto a su residencia en Pakistán sería lo más cómodo y lo más seguro para sustraer (a ostias y otros imaginativos métodos) tan suculenta información, evitando además todo intento de rescate.

Otra cosa sospechosa es que aún no se hayan mostrado imágenes del cadáver, además de que se haya tirado al mar sin más. Lo sé, dicen que es para no provocar a los radicales y para no alentarlos a rescatar su cuerpo. Pero aún así, es tan inusual que suena extraño.

Pasando a otra cosa, he de decir que me llama mucho la atención los métodos utilizados por el ejército estadounidense para llevar a cabo la operación. ¿Actuaban dentro de la legalidad internacional?. Todos estamos de acuerdo en que sin Bin Laden a la cabeza de la organización terrorista, el mundo es un lugar un poco más seguro. Y es difícil culpar a los ciudadanos de Estados Unidos de estar saltando de alegría en la puerta de la Casa Blanca por la muerte de un ser humano, aunque sea Bin Laden, asesino de hombres, mujeres y niños, dicho sea de paso.

Es aquí donde me asaltan mis propias dudas morales, para las que aún no tengo respuesta. Yo no estoy a favor de la pena de capital, sin embargo, no me disgustó oír la noticia de la muerte del susodicho. Y en cuanto a la legalidad internacional de la operación ¿Importa?.

¿Debemos permitir un “mal menor” para salvar miles de vidas?

En una ocasión oí un planteamiento relacionado con esta última pregunta que me impactó y que quiero exponer a los lectores para que cada uno se ponga en situación y responda en consecuencia:

Imaginaos que estáis en una cafetería de Viena en 1906. La cafetería se encuentra frente a la Academia de Bellas Artes. Un joven de 17 años llamado Adolfo Hitler toma una taza de café en la mesa de al lado, lleva unas solicitudes en la mano para ver si es admitido en la academia. Se levanta y va al servicio dejando el café en la mesa. ¿Verteríais unas gotas de veneno para acabar con la vida del joven sabiendo que será responsable de la muerte de millones de personas?. 

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