Matemos a los frailes
En 1834, las turbas asaltaron varios conventos de Madrid y asesinaron de manera ignominiosa a varias decenas de frailes. La ciudad sufría entonces una epidemia de cólera. Alguien acusó a los religiosos de haber envenenado las aguas de la ciudad, con el absurdo objetivo de que los madrileños se infectasen. Lo estúpido de la acusación no impidió que gran número de personas, pertenecientes a eso que llamamos “pueblo”, se presentaran armadas en los claustros y torturara a un montón de infelices monjes, muchos de los cuales fallecieron en medio de horribles sufrimientos.
Siempre me ha quedado en la memoria este hecho como uno de los más tristes de la historia de España. Recomiendo la lectura, por ejemplo, de las páginas correspondientes de Historia de los heterodoxos españoles de Menéndez Pelayo. Y todo fue resultado de un bulo. Un bulo en una situación complicada que logró que toda la estupidez humana española aflorara como ella sabe hacerlo.
No es necesario andar muy fino para aplicar las enseñanzas de esto a nuestros días, cuando la máquina de las fakes funciona como una planta de producción. En realidad, no me lo explico. Especialmente cuando veo que ejércitos de imbéciles inundan las redes sociales con mentiras que hacen daño y que solo, teóricamente, pueden beneficiar a intereses partidistas. No me voy a extender sobre los fakes, pero recuerdo algunos: la foto de Ortega Smith fuera de su casa y que en realidad era de semanas antes, la UVI móvil de Pablo Iglesias, el hospital privado de Carmen Calvo, o el informe del CSIC alertando al gobierno (este último bulo, especialmente joputa, preparado y premeditado).
Pero digo más, no solo los bulos hacen daño, sino también la constante crítica, el derrotismo y el embudismo que nos azota, siempre sustentados por muy mezquinos intereses políticos. Un ejemplo de manual. La manifestación del 8m fue un disparate se mire por donde se mire, no cabe duda. Pero, ¿qué gana el abogado que ha presentado una denuncia contra el gobierno en un juzgado madrileño aparte de enturbiar la situación? ¿No podría esperar unos meses? Y, sobre todo, ¿qué pretende? ¿Justicia? ¿Castigar al culpable? Eso sería creíble si hubiera extendido la demanda a la Comunidad de Madrid, Ayuntamiento de Madrid y resto de comunidades y ayuntamientos donde se celebraron la concentraciones, sin importar quién gobernase. Los ayuntamientos y comunidades autónomas hubieran perfectamente podido prohibir la manifestación, porque tienen competencias para ello, así que son tan responsables como el gobierno central. Entonces, ¿qué motiva a este individuo? Respondo: politiqueo del malo. Porque lo cachondo del asunto es que prácticamente persona por persona, quienes ahora se rasgan las vestiduras son exactamente las mismas que (con mucha justicia, dicho sea de paso), se lamentaban en su momento de que a la líder de Ciudadanos Inés Arrimadas no se le permitiera acudir a la manifestación. O sea, no se puede estar adentro y afuera a la vez. O una cosa u otra.
Por supuesto, quienes se han tomado la molestia de seguirme durante los últimos tiempos, sabrán que uno de mis blancos favoritos, por no decir mi blanco predilecto, es el gilifeminismo, y que manifestaciones como la del 8 de marzo, incluso cuando la salud pública se halla en perfecto estado, me producen un irrefrenable descojono, por su inutilidad, folklorismo y horror estético. Pero siempre he sido partidario de que incluso quienes reciben justamente las hostias solo se lleven las suyas, no las ajenas.
A menudo pienso que nos merecemos todo lo que nos pasa, y que este cainismo desesperado que nos invade es la repetición de los infinitos cainismos que hemos padecido en nuestra historia, con los resultados que todos sabemos. Sobre todo, me molesta la postura de “¿cómo voy a ser justo yo con este gobierno si ellos no fueron justos con Rajoy (o con quién fuere)?”. Resulta particularmente triste porque tirando para atrás, todo el mundo tiene agravios que recordar, y si alguien no se detiene alguna vez vamos a estar condenados a repetir lo mismo en el futuro, como una especie de bucle, y terminaremos peleándonos por quién dejó entrar a los moros en España en la batalla del Salado. Tengamos cabeza. Busquemos lo mejor para todos. Creo que todos sabemos qué es lo mejor y cómo ayudamos más.
Y una última, que me voy alargando. Hay que tener paciencia y manga ancha. Tanta gente inflexible y que no perdona nada parece no darse cuenta de que estamos ante una situación única en la historia. Un momento como el actual, con la mayor parte del planeta recluido en su casa, es algo que no ha ocurrido en tiempo alguno. Hablan algunos de imprevisión. ¡Nos han jodío! Estamos ante algo que jamás se ha visto, ¿cómo lo íbamos a prever?
Pero no termino, que me he calentado. Hace un par de días leí una frase muy gráfica en la prensa: “la oposición está actuando como alguien que se dedica a zarandear al piloto en un aterrizaje de emergencia”. Da la sensación de que el mayor miedo de buena parte de la derecha no es lo que le pase al país, sino que el gobierno lo haga bien. Esta posibilidad les produce un terror espantoso.
Durante los últimos meses me he dedicado más bien a zarandear las estupideces y gilipolleces de la izquierda, pero, por si alguien lo había olvidado, hay que recordar que la derecha puede ser exactamente igual de miserable. Sinceramente, las críticas o comentarios de aquellos que siempre disparan en la misma dirección no me provocan ningún interés, porque no tienen ningún crédito.
Y lo último, ahora de verdad, nunca me ha parecido más estúpido que ahora el ser de derechas o de izquierdas.
En fin, al final me ha salido un texto más cabreado de lo que pretendía (buscaba ser confraternizador), pero como es el tercero que escribo esta semana, ya me vale. Repito, tengamos cabeza y sangre fría. No hay necesidad -nunca la hubo- de volver a matar frailes.
PD. La semana pasada prometí que no hablaría de nada relacionado con la epidemia, pero, por supuesto, no creo que nadie creyera que lo decía en serio.












Hermano Lobo | Domingo, 29 de Marzo de 2020 a las 20:38:43 horas
En eso estamos de acuerdo.
Saludos.
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