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Carlos Roque Sánchez 1
Sábado, 14 de Marzo de 2020

30 FEBRERO. Una fecha más que rara (y 2)

[Img #131555](Continuación) Eso era lo que pensaba, entre otros, el economista soviético Yuri Larin (1882-1932), quien poco más de una década después planteó cambiar el ‘status’ metrológico calendario. Una modificación que supuestamente lo racionalizaría, al estar basado en tres objetivos: incentivar la producción industrial, evitar el descanso semanal simultáneo de los trabajadores y dificultar la observancia de las fiestas religiosas.

 

Calendario revolucionario soviético. En su opinión resultaba perjudicial para la economía del país, el hecho de que la inmensa mayoría de la clase obrera descansara el mismo día de la semana. Consideraba preferible diferenciar estos días por gremios, no solo porque así siempre habría gente trabajando en algún sector a lo largo del año, lo que reduciría los costos, sino porque además se dificultaría el cumplimiento de las festividades religiosas, tan ancladas en la vieja y tradicional cultura rusa. Lo que no estaba mal pensado en principio pues con un único disparo, el del calendario, daría cuenta de dos pájaros a la vez, el de la economía y el de la religión. Vamos lo que se dice un tiro revolucionario, así que del dicho se pasó al hecho y la propuesta de Larin con esta nueva versión, fue aprobada por el gobierno soviético. Desde el día 1 de octubre de 1929, el calendario gregoriano estuvo dividido en doce meses de 30 días cada uno quedando los, entre cinco y seis, días que faltaban, añadidos entre trimestres, pero sin que pertenecieran a ninguna semana ni mes concreto. De esta forma, tanto en 1930 como en 1931 hubo un 30 de febrero en la URSS pero, en 1932, por motivos que no hacen al caso, los meses volvieron a ser los de antes con lo que no hubo ningún 30 de febrero más en la URSS ni en otra parte más del planeta, hasta ahora. El calendario revolucionario ruso, con bastantes modificaciones a lo largo del tiempo, estuvo vigente entre 1929 y 1940.

 

¿Habrá otro 30 de febrero? Desde entonces no ha vuelto a existir esta fecha en los almanaques y, aunque aún viven personas que los conocieron, es imposible que ninguno de nosotros vuelva a ver otro. Ni nosotros ni muchas generaciones posteriores que vengan, pero, Dios mediante, habrá otro 30 de febrero solo que a saber quién andará por aquí para contarlo. Y lo habrá porque, dado que el calendario gregoriano, a pesar de saltarse tres días bisiestos cada 400 años, aún mantiene el error de un día por cada 3300 años con respecto al valor actual del año tropical medio, dentro de 1324 años lo volveremos (volverán) a tener. Existirá el 30 de febrero de 3344, aunque no es menos cierto que nos queda algo lejos, la verdad sea dicha. De ahí, de ese distanciamiento en el tiempo, toma sentido la respuesta que, en clave de humor, algunos dan al preguntarle cuándo hará determinada tarea, y de la que él tiene claro que nunca. Por eso contesta que ‘para el 30 de febrero’. Ya, ¡oído cocina! Bueno, también está la broma del santoral, ya saben, 30 de febrero día de San Ciruelo o el día que no llegará.

 

Día de San Ciruelo, 30 de febrero. Un santo no determinado ni cierto que, por supuesto, no existe en el santoral, siendo su realidad más improbable aún que la del día en el que supuestamente se festeja. No, San Ciruelo no forma parte del santoral, es un santo ficticio de la misma cofradía que San Leprisco, San Ficeto, San Macarro y San Pito Pato, a cada cual más apócrifo. De modo que cuando decimos que “para tal día”, está todo dicho, a buen entendedor pocas palabras bastan. Decir ‘para el 30 de febrero’ es como decir ‘para ‘nunca jamás’ o ‘para cuando las ranas críen pelo’. Por otro lado, el diccionario de la lengua española (DEL), en su segunda y coloquial acepción para el término ciruelo nos dice: ‘Hombre muy necio e incapaz’, que bien puede ser razón y fundamento del refrán ‘Ser como el maestro Ciruela, que no sabía leer y puso escuela’. Una clara y crítica alusión a aquellos que pretenden dar lecciones pasando además por entendido, cuando en realidad carecen de los más mínimos conocimientos en la materia, una ignorancia que se pone de manifiesto nada más oírle. (¿Continuará?)

 

 

CONTACTO: [email protected]

FUENTE: Enroque de ciencia

 

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  • Hermano Lobo

    Hermano Lobo | Sábado, 14 de Marzo de 2020 a las 20:05:57 horas

    Sí, sí, que continúe; tus artículos son de lo más ameno de Rotaaldía.

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