Creo que desde que salió Podemos los he elogiado pocas veces. Yo diría que, tirando largo, una o ninguna. Esta semana tenía pensado hacerlo, pero, después de ver la posición de Pablo Iglesias sobre el tope salarial de los cargos de su partido, se me han quitado bastante las ganas.

Pero no del todo. O sea, que les voy a lanzar algo que se acerca a la alabanza. (Sin pasarme).

Y la cuestión se refiere a uno de mis dioses favoritos, que es el dios Moderación. Podemos, hasta ahora, se ha comportado en el gobierno con una notable mesura, demostrando que quizás sean más ladradores que mordedores, y, al mismo tiempo, que si permanecieran más tiempo callados ganarían mucho (esto último lo mismo no debiera haberlo dicho, porque se supone que los estoy elogiando).

Lo cierto es que desde su entrada en el gobierno no han caído las estructuras del capitalismo ni una mijita, ni se ha independizado Cataluña, ni tiene pinta de que vayan a cerrar las bases americanas sino, al contrario, según cuenta esta semana la prensa, los guiris parece que van a potenciar la base de Rota, ni han quemado iglesias, ni nos han obligado a hacernos vegetarianos. Incluso el empleo, que muchos temíamos que fuera el talón de Aquiles del gobierno, ha tenido el pasado mes un excelente comportamiento, el mejor febrero de los últimos seis años. (De hecho, ni siquiera han subido los impuestos, que, de todas maneras es el gran duelo de bocazas entre izquierdas y derechas: nadie los baja). (Quiero decir que todos nos acribillan de la misma manera).

Y eso que alguna de las medidas lanzadas desde el Ejecutivo parecían, según los detractores, una invitación a que se incrementara el paro. Me refiero sobre todo a la subida del salario mínimo interprofesional. En su momento, reconozco que me produjo algún temor, y hay que felicitar a Pedro Sánchez y a sus socios de gobierno por tener la valentía indudable de promulgar una medida tan justa y de tanto calado social. Lo cual demuestra algo que decimos muy a menudo: las posibilidades de maniobra de un gobierno son relativas, al menos si se quiere actuar con realismo. Abalos, el de VOX, suele criticar al PP afirmando que hacen lo mismo que el PSOE pero 10 años más tarde, sin darse cuenta de que lo que dice no es una crítica, sino un cumplido.

Todo esto nos lleva a la segunda cuestión. ¿Quiénes son los patriotas? ¿Dónde se encuentran? ¿Cómo se les reconoce? Yo soy (o eso creo) un notable patriota. Y me alegro de que le vaya bien al país gobierne quien gobierne. Y cuando la oposición critica al gobierno con el único deseo de provocar que se tuerzan las cosas, cuando se trata de crear un clima artificial de insatisfacción y de crisis, cuando se valoran más los intereses del partido que los del país, me cabreo. Me cabreo un huevo. Y lo mismo que me tocaba las narices Pablo Iglesias cuando gobernaba Rajoy y decía que la tercera parte de la población española corría peligro de ¡inanición!, me tocan las narices los actuales apóstoles del catastrofismo cuando se ensañan con la coalición actual buscando crear descontento y miedo en el país. Y el miedo llama al miedo, y más miedo produce insatisfacción y pobreza. Ya saben, por un clavo se perdió la herradura, por una herradura se perdió un caballo, por un caballo se perdió un reino.

Entendámonos, yo no votaría a Pablo Iglesias ni para delegado de clase, pero no por eso quiero que le vaya mal a un gobierno donde él aparezca. Deseo una España próspera y feliz (y unida). Y lo que no pienso hacer es ponerle piedrecillas a la rueda de la fortuna. Ni quitar clavo para que se caiga la herradura. Y me da igual quien gobierne.

PD: Acabo de leer el eslogan de la ministra doña Irene Montero de sola y borracha... y he estado a punto de borrar el artículo. No lo hago porque soy vago de narices, conste.

Más PD: Aunque se confirma lo que dije más arriba: a los podemitas les pierde la lengua.