EL CARTEL

   
   
Confieso que me hice la promesa de no hablar de asuntos relacionados con la campaña electoral. Pero supongo que tuvo que ser una promesa del tipo de las que hacemos a principios de año. Y visto está que esas promesas nunca las cumplimos (si lo hiciéramos, no quedaría un solo fumador en el mundo). Y el motivo que me ha hecho romper mi poco firme juramento ha sido un cartel. Pero no un cartel cualquiera, sino el cartel de Eva Corrales.

No me andaré con medias tintas: el cartel es malo. A primera vista, y si uno no se fija demasiado, parece el anuncio del nuevo disco de algún artista de mediana categoría. Impresión que aumenta con el slogan: Cerca de ti. ¡Dios mío!  ¿A quién se le ha ocurrido el slogan? ¿Al letrista de Rocío Jurado? ¿Al de Falete? ¿Qué hemos hecho? ¿Pero de verdad hay algún político que se crea que los ciudadanos quieren tenerlos cerca?

Otra cuestión: ¿por qué una foto en el cartel? ¿Por qué no, pongamos por caso, un retrato al óleo? Se supone que las fotografías reflejan la realidad y que las pinturas la interpretan. Cuando el photoshop triunfa de esta manera, tanto da llamar a un fotógrafo como a un pintor.

Termino. Nos cabe una duda: ¿el cartel lo hacen en serio o en broma? Y no lo digo por hacerme el gracioso, sino muy formalmente. En las elecciones de hace ocho años, RRUU sacó un cartel electoral en el que Lorenzo, contra lo que suelen hacer los partidos en estas circunstancias, aparecía especialmente poco favorecido. Sobre todo, con un tamaño de cabeza lindando con lo planetario. Los de RRUU en aquella ocasión –hay que decirlo – estuvieron francamente brillantes. Todo el mundo hablaba del cartel, y los responsables de la campaña, lejos de achantarse, sacaron una segunda edición variando los colores. Chapó. Es posible que en el PP pretendan lo mismo. Que la gente lo comente. Que hablen de mí aunque sea mal. De hecho, aquí estamos, comentando el pasquín, con lo que es muy probable que su objetivo se haya conseguido. Aunque me queda una duda: ¿Si el slogan es cerca de ti por qué esa obsesión por ser diferente de los ciudadanos? Después de todo los roteños, como el resto de los ciudadanos del mundo, tienen arrugas, imperfecciones y su cutis no es de porcelana. Ni salen a la calle trucados por el photoshop. O sea, una paradoja (¿última finta?): para acercarnos, seamos lejanos. Cualquiera sabe.