Juan Montes
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EMOTIVO XLVIII PREGÓN DE ANTONIO LETRÁN MÁRQUEZ
Eran las 21.00 horas del día señalado, era la hora de la oratoria fluida del XLVIII pregón de nuestra Semana Mayor. La Parroquia de Nuestra Señora de la O estaba repleta de fieles, de amigos, de cofrades ávidos de escuchar una nueva cita pregonera. En esta ocasión, iba a recaer en el cofrade veracrucista Antonio Letrán Márquez. Para muchos toda una incógnita, para otros, una oportunidad de escuchar un pregón con nuevos matices, distinto contenido, pero al fin y al cabo, centrado en nuestra Semana de Pasión.
Los comienzos del mismo tuvieron tintes musicales a través de la Banda Municipal de Música "Maestro Enrique Galán" dirigido por su hijo Enrique Galán Borreguero. Dos marchas cofrades, la presentación realizada por Ezequiel Grande, amigo personal del pregonero y miembro del Consejo de Hermandades y Cofradías. Una nueva marcha, e inicio del pregón.
Las bóvedas de la Parroquia Mayor fueron testigos mudos del trabajo realizado. Unas frases llenas de emotividad hacia su nieto fueron la apertura a unos minutos que marcaron
una de las vivencias más entrañables de nuestro flamante pregonero. La Semana Santa se remonta a siglos de esplendor, de profunda religiosidad como muestra de la conciencia popular de lo trascendente.
La labor eclesial llevada a cabo nos encamina a una forma perfecta de catequizar, llevando al Hijo de Dios a todas las gentes. La transmisión de la fe siguió su curso inexorable de padres a hijos y como no, a nietos en la reseña dedicada por Antonio al suyo, donde los cofrades siguen transmitiendo sus conocimientos de generación en generación cual hilo invisible que solo se refleja tímidamente en la procesión.
Jesús el Nazareno, la Virgen de las Angustias o cualquiera otra advocación, dieron paso a una vitalidad que ha llegado hasta nuestros días en una versatilidad de formas que se plasman en nuestras hermandades que procesionan de domingo a domingo. Los nombres han ido cambiando pero en definitiva, la pasión por la celebración que culmina en la resurrección continúa si cabe con más auge como muestran las incorporaciones de jóvenes a los cortejos procesionales y a la implicación de los distintos grupos jóvenes. Antonio ha plasmado en su pregón muchas notas y detalles de esa auténtica catequesis plástica que se representa en nuestras salidas procesionales en cada Semana Santa.
Cuando menos lo esperaba,
me has llamado Rota,
mi pueblo del alma,
y te he dicho que sí sin dudarlo,
desde la emoción más honda,
con una respuesta pronta,
como dice el costalero a la voz del capataz,
así he dicho:¡quiero!
Me has llamado, Rota,
y aquí estoy,
con este querer verdadero
ansioso, con prisa voy
“pa” decirte que sí, que quiero.
Como el novio ante el altar,
con un decir altanero
a la novia, sin dudar,
le dice: mi amor, sí, quiero.
Como en abril maestrante
persignándose el torero
serio, digno, responsable,
también con algo de miedo,
se dice “pa” sus adentros: ¡quiero!
Como a la mar le responde,
sin dudar el marinero:
sabiendo que aquél le oye,
también él le dice: ¡quiero!
O como al barro moldeable
le susurra el alfarero,
mientras moldea en el torno:
“tú quieres que yo te hable
pues también te digo ¡quiero!”
Es lo que piensa el pintor
en su aventura ante el lienzo,
cuando le reta el color
y aceptándole el farol,
con el pulso firme dice:
¡quiero!
Por eso, cuando me llamas
pueblo mío, blanco, costero,
campesino y marinero,
y me cautivas el alma,
no puedo decir más que ¡quiero!.
Así que si me dijeras
¡vamos con Ella al cielo! (Él)
diré: llama cuando quieras,
que éste que es hoy pregonero,
como el más recio costalero,
aunque nunca más lo fuera,
RESPONDERÁ SIEMPRE: “¡QUIERO!”
Tras sus primeras estrofas, ante un pueblo cofrade expectante, silencioso y atento a cada palabra, a cada gesto, con voz nítida pero sin muchos aspavientos, todo sencillo y a su vez relajado, pero lleno de cientos de matices que nos iban anexionando cada minuto a este contenido eminentemente cofrade, el pregonero se acercaba si cabe aún más al interior del corazón de nuestra Semana Santa. Con un recorrido itinerante por nuestras hermandades, dedicó frases entrelazadas a nuestras titulares en sus distintas advocaciones, Soledad, Caridad, Angustias, Amargura, Dolores y Esperanza. Distintas advocaciones para una sola mujer madre de Dios. Frente a él y en su margen izquierdo, sus seres queridos, sus hijos y su esposa, atentos a la oratoria del pregonero, en la margen derecha la señora alcaldesa, María Eva Corrales, el cura párroco Don José Manuel Pozas, el presidente del Consejo Local de Hermandades y Cofrradías, Gregorio Sánchez, y el presentador. Reseñas a la Virgen María ponían su nota poética ante la necesidad de tenerla cerca día tras día…
Te necesito lo mismo que necesito respirar.
Lo mismo que necesitan las olas
las orillas de la mar,
Como la noche a la luna
para poder platear,
necesito que me ayudes,
que me alumbres el camino
que huya la oscuridad.
Has venido a verme hace un rato, y me has dicho:
“Que quiero, María, ser pregonero
de tus penas y de tus gozos”.
De esta forma tan sincera y tan sencilla
me has rezado y yo, María, madre de Dios, ...
te he oído
en esta hora bendita,
cuando el pregón, por fin, se acredita
y me pides que esté contigo.
Que te ayude y te conduzca,
que te alumbre en el camino
y que te señale el destino.
Que el milagro se produzca.
Que así fluya mi palabra,
limpia, clara y sonora,
y que el corazón se os abra
para recibirla ahora.
Pues escucha qué te digo
ya que así tú me lo pides
no te preocupes, y sigue,
con ese amor que me hablas
seguro que yo, María,
en esta hora del día,
me quedaré aquí contigo
y tomaré la palabra.
AMARGURA Y ANGUSTIAS
Que no, que no quiero que me veas,
hermana,
sufrir por mi Soledad temprana,
que tu angustia ya es bastante
y no se hará más liviana
porque te encuentres conmigo,
ni siquiera en un instante.
Sigue tú por Castelar
tras tu Cristo centenario
que yo cortaré por Charco
en busca de mi Sagrario,
y, si quieres, ya más tarde,
cuando el paso se recoja
ven a verme a mi capilla,
y viviremos ya juntas
la gloria del que resurge
desde la muerte a la vida.
Así yo seré...
Soledad acompañada
y también serás tú Angustia
de esta forma consolada.
AMOR Y ESPERANZA
cuánto acierto, Amor,
al llamarme del Calvario la Esperanza.
Cuánto consuelo para el dolor,
qué felicidad, mi Amor,
que cuando se instaura tu muerte
yo pueda dar confianza
a todo el que viene a verte
cuando pasas por la plaza
enfrentándote a tu suerte.
Cuánto te quiero, mi Amor,
Y qué temprano en la calle.
Cuando la luna aun suspira
por su total redondez
Tú ya recorre el valle, Amor,
ya no puedes esperar,
y has de dar una respuesta
comenzando a caminar.
Tú quiere ganar el tiempo
y como Amor que eres... amar.
Y nada importan tus años
ni el tiempo de tu Hermandad,
que aunque no seas centenario
yo siempre estaré a tu lado,
junto al patio de tu Iglesia,
donde reinan los geranios,
juxta crucem lacrimosa,
para dar a los cristianos
La Esperanza en el Calvario.
VERACRUZ
Y el hombre miró la cruz y decía
Veracruz, cruz verdadera,
Desde Adán a Jesucristo
Tres semillas por lo visto
Darán árbol y madera
Cedro, ciprés y palmera.
Desde Adán hasta San Pedro
buscando estamos la cruz,
sin que veamos su luz,
aunque al fin seguro medro
palmera, ciprés y cedro.
Y… fíjate mi ceguera cómo es
que justo aquí, junto a mi casa,
en la ermita de San Roque,
al ladito de la plaza
la Veracruz puedo ver.
Palmera, cedro y ciprés.
AMARGURA
amargura aquí en mi alma,
en mi rostro, en mi caminar,
que por mucho que yo corra
nunca te llego a alcanzar,
y sin poder parar el llanto,
sin embargo he de callar.
He de callar aunque sufra,
aunque me duela tu mal.
(Que no, que no quiero
que mi hijo me vea llorar),
que nunca puedan decir
que esta madre hoy Amargura,
y por siempre nazarena,
Virgen Santa y Virgen pura,
se rompió como un cristal
mientras lloraba tu pena.
CAUTIVO
Y Cautivo te llevaron por las calles
rodeado de cruces y de amores
de devociones, rezos, y fervores
llenando de silencio todo el aire
se imaginan que por atarte las manos
y por ponerte corona de espinas
callarán tus palabras que dan vida
y quizás te abandonen los hermanos.
Qué ilusos estos hombres que te prenden.
Qué ingenuos los que creen que te han vencido,
sin pensar que tu llama aún más encienden,
que a pesar de su cuerpo mal herido
y de la burla que te corona la frente
eres el único Rey, entre todos los nacidos.
Me voy... pero, en verdad, no me voy, me quedo,
me quedo en las cuentas del Rosario,
en todos sus Ave Marías,
en la cadencia de su letanía,
rezando junto al Sagrario.
Me he de ir, es la hora, pero no me quiero ir ahora, mejor
me quedo junto a la ermita
con una palma en la mano
este Domingo de Ramos
para ver la Borriquita.
Me quiero ir, y no puedo,
Aquí me quedo, en la Esperanza
y en su Cristo del Amor
que consuela mi dolor
porque me da confianza
me voy pero me quedo,
Me quedo con el Cautivo
que aunque se note mi ausencia
justifican mi presencia
tantas hermanas contigo.
Me voy... pero en verdad me voy a quedar,
Me quedo en la Caridad
con su solidaridad y amor
Santo y seña del fervor
de esta piadosa hermandad.
Y con María de los Dolores
me quedo en su corazón,
que con sus siete puñales
me enseña la salvación.
Me voy... pero no me voy, cómo me voy a ir,
Me quedo con la Amargura
Virgen siempre nazarena
que va quitando las penas,
siempre virgen, siempre pura.
¿A dónde me voy a ir si no puedo?
Aquí me quedo, en las Angustias
por mi hermana consolada.
Y me quedo en la Soledad
por mi hermana acompañada
Me voy... pero no me voy,
Tranquila me quedo al fin
Junto a ti Resucitado
Después de tanto sufrir
Confortada aquí a tu lado.
Me quedaré aquí por siempre,
como Virgen de la O,
rodeada de creyentes
y siempre Madre de Dios,
en este sagrado templo
para estar siempre a tu lado,
y en el que por boca del pregonero
hoy con el corazón, yo María,
OS HE HABLADO.
La fotografía se diferencia esencialmente de las demás artes por su poder ontológico ya que por fuerza ha de partir de la reproducción de un referente real cuya imagen pretende transmitir. Estoy convencido que para ser notario de la expresión del fervor de todo un pueblo, el pregonero ha de acercarse a esa realidad con el mayor respeto, consiguiendo que su presencia, que su trabajo, a través de su formación cristiana sea el vínculo que todo cofrade ha de captar para seguir la estela marcada por la iglesia. Antonio consiguió con su excelente pregón amalgamar una serie de matices que nos hacen albergar esperanzas de un mundo mejor ajeno a tantas intransigencias y personalismos. Su pregón nace del mundo de la palabra y su destino fue nombrar para que exista, todo lo que merece ser sentido. Es por ello que cuando Antonio cerró su alocución, su última sílaba de su pregón, en Rota comenzó la Semana de Pasión.
Mondel












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