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Redacción 1
Sábado, 22 de Junio de 2019

"Asociación de ideas"

por Carlos Roque Sánchez

[Img #116621]Las dos culturas. En la primavera de 1959, en concreto el 7 de mayo y sesenta (60) años ya por tanto, el científico, escritor y funcionario inglés C. P. Snow pronunciaba una conferencia que lo haría famoso y en la que, el hijo de la ‘pérfida Albión’, mostraba su preocupación por la deformación que, en su opinión, empezaba a mostrar la cultura contemporánea. Es cuando y donde acuña la conocida expresión de “Las dos culturas”, con la que reflejaba la inquietante idea de un proceso de cristalización de dos ambientes intelectuales incomunicados y en escisión. El libro homónimo, como seguro sabe, sería publicado solo unos meses después y en ambos, conferencia y libro, aparecen los dos contextos diferenciados: de un lado la “cultura humanista”, de otro la “cultura científica” y, entre ellas el vacío o, lo que es peor aún, una creciente hostilidad. Se trataba de una división que asociaba los contenidos de las “humanidades” con lo humanista y humano, y los de las “ciencias” con lo científico y técnico. Una parcelación de conocimientos que planteaba, además, cuál de ellos era el que podía considerarse como cultura, o lo que es lo mismo, qué ámbito de estudios era el auténtico representante de la cultura. Una dicotómica y falsa perversión cultural como bien señaló y con meridiana claridad, el colombiano G. García Márquez ‘Gabo’ (1927-2014), cuando espeta aquello de: “La idea de que la ciencia sólo concierne a los científicos es tan anticientífica, como antipoético es asumir que la poesía sólo concierne a los poetas”. No puedo estar más de acuerdo.

 

¿Qué eres de ciencias o de letras? No cabe duda de que, para el premio nobel, los conocimientos científicos son importantes y necesarios para comprender la realidad, pero, también y a la vez, que ellos no son ni únicos ni suficientes, pues una cierta sensibilidad humanista es imprescindible. Años después, el propio Snow modificaría sus primeras y pesimistas ideas con un ensayo en el que sugería con cierto optimismo que, “una tercera cultura emergería y llenaría el vacío de comunicación entre humanistas y científicos”. Sin embargo, no parece haberlo asumido así la sociedad que, en su mayoría, considera que la auténtica cultura está en las humanidades. De hecho no es infrecuente encontrar personas, con formación universitaria, que alardean de lo mal que se les dan las matemáticas y para las que esa ignorancia no es síntoma de incultura, no, en absoluto lo es. Por el contrario, bien pocos son los que reconocen desconocer quién fue el autor de, por ponerles un ejemplo, ‘La Regenta’, porque ese conocimiento, para ellos, sí es sinónimo de cultura. Como ven todo un efecto perverso. Paradójicamente, el judío germano-estadounidense Albert Einstein (1879-1955) pensaba que ambos campos del saber, Ciencias y Humanidades, eran cultura y estaban, o debían estar, a igual nivel social e intelectual. Es más, el genial físico relativista consideraba injusto el desprestigio científico que tienen las humanidades y las ciencias sociales, e incluso se cuenta que en una ocasión le preguntaron: “Doctor Einstein, ¿cuál es la razón de que la física haya progresado tanto y las ciencias sociales tan poco?”. Dicen que respondió: “La física es mucho más simple que las humanidades”. O sea.

 

Sobre ‘La Regenta’. Aparte del oportunismo temporal y redondo de la fecha, la idea de escribir sobre ‘las dos culturas’ para ustedes, en realidad nació con la lectura de un artículo escrito hace ya años por un viejo conocido, Jesús Clavijo, en el que contaba de forma divertida una experiencia personal y seminocturna, en un bar de copas sevillano. Resulta que una atractiva señorita se le acercó nada más verle, por lo que él pensó una inevitable y lógica consecuencia de su atractivo personal, pero, incomprensiblemente, nada más lejos de la realidad. Lo que ella pretendía era tomar sus datos personales para hacerle cliente de no sé qué banco, seguro, compañía telefónica o vaya usted a saber qué, pues lo cierto es que él no lo recordaba bien. En definitiva, que la buena mujer se estaba buscando la vida, trabajando a destajo y comisión para una empresa. No obstante, y a pesar del chasco inicial, el también bueno de Jesús la atendió, aunque no sin cierta ironía, y al pedirle su nombre completo para la ficha, contestó: “Leopoldo Alas Clarín”. Como ella lo anotó sin más, al preguntarle dónde vivía respondió: “En Oviedo”. Ya ven por dónde iba el compañero, y que no era tan bueno, pero lo que no se esperan, como le ocurrió a él, es la respuesta de ella que ni se inmutó -se ve que en ese momento laboral no acertó a relacionarlo con el escritor zamorano Leopoldo Alas, ‘Clarín’ (1852-1901)-, limitándose a comentarle: “Ah, ¿entonces qué estás de vacaciones en Sevilla?” Como pueden ver, el sucedido ejemplifica lo que no es más que otra vuelta de tuerca a este proceso de desculturización social en el que nos encontramos, y que nos muestra en cuánto confundió Snow deseo y realidad. Y ésta no es otra que un incontestable hecho: la escisión entre los dos mundos, entre las dos culturas, ha existido, existe y existirá, ‘item plus’, irá a más pues es un ineludible imperativo de la especialización del conocimiento humano. Aunque eso sí, en puridad y en y más que prescindible opinión, CULTURA está asociada a HUMANIDADES, que no es más que lo que hacemos los humanos, es decir la suma de las CIENCIAS y las ARTES.

 

CONTACTO: [email protected]

FUENTE: Enroque de ciencia

 

 

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  • Hermano Lobo

    Hermano Lobo | Jueves, 27 de Junio de 2019 a las 19:56:47 horas

    De acuerdo con la reflexión final.
    Saber de historia, artes, literatura es cultura, cultura general.
    Saber de física, química, matemáticas, puede serlo también en tanto en cuanto sean útiles para según qué aplicaciones y/o profesiones, entonces es cultura especializada.

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