Pocas personas quedarán en Rota que desconozcan la historia de José Ignacio Ruiz-Herrera, un roteño que en 2016 decidió ser donante vivo y dar uno de sus riñones a su hijo Quique, que nació con una insuficiencia renal crónica.  Fue un gesto solidario como padre y como persona que, desgraciadamente,  no tuvo el final que todos deseaban porque Quique, a los 9 días de la operación y tras cuatro intervenciones, acabó rechazando el riñón del que su padre se había desprendido. Ahí, lejos de desfallecer en la lucha, ambos se armaron de valor, cogieron fuerzas, y han sido grandes embajadores de la donación de órganos.

José Ignacio Ruiz-Herrera emprendió una campaña de difusión en su localidad intentando llegar a todos los sectores para que el mensaje de que donar órganos regala vida, es un gran gesto de bondad que salva la vida de muchas personas. Él lo hizo, y aunque el riñón del que se desprendió no sirvió, abandera una constante campaña de apoyo a las donaciones, por eso, ha sido doblemente distinguido en apenas un año. Fue premiado con el Premio Solidario por la Donación 2018 que otorgaba la Asociación de Trasplantados de Sevilla y hace unos días recibió con motivo del Día Nacional de los Donantes de Órganos y Tejidos un reconocimiento por la Asociación para la Lucha Contra las Enfermedades Renales, ALCER Giralda de Sevilla, que quiso poner en valor la historia de personas que han sido donantes vivos de riñón. Este roteño recibió el Premio José Félix Verdugo 2019, que este año era para varios donantes vivos de riñón entre los que estaba José Ignacio que recibió la distinción en un acto que tuvo como escenario  el Salón de Actos de Hospital Universitario Virgen del Rocío.

La historia de este roteño se suma a la de otros tantos ciudadanos que en un gesto de grandeza solidaria, ayudaron a salvar la vida de un hijo, un marido y hasta la de un vecino. Todas esconden detrás momentos muy duros y el final feliz de una nueva vida gracias a la donación.

En el caso de Quique, el hijo de este roteño, aunque su  historia no tuvo  buen final con el riñón de su padre, hace un año que fue receptor de este órgano por otro donante y de momento, no ha tenido problemas por lo que ha mejorado su calidad de vida notablemente. Pese a que esa lucha parece terminada para ellos, ambos, junto a su otra hija, Nerea, están siempre activos en cualquier acto o evento donde puedan llevar el mensaje de la donación de sangre, órganos, tejido o médula. Saben que es importante, ellos lo han vivido en primera persona, y quieren que la sociedad tome conciencia de que cuando un ser querido se va, una parte de él puede quedar dando vida a otra persona.

Estos dos reconocimientos son para José Ignacio un regalo que no esperaba. En su modesta humildad, no quiere protagonismo, solo que la lucha en la que está volcado tenga cada vez más frutos y el número de donantes aumente para seguir regalando vida.