"¡Vade retro me, Satana!"
por Carlos Roque Sánchez
¡Vade retro! Hace unos días en una tertulia, y a propósito de un tema que no viene al caso, surgía la expresión del titular en sus diferentes formas. Dado que uno de los presentes mostró interés por ella, su mentor allí mismo nos dio una breve explicación que les transcribo por partes. Como seguro saben, ‘Vade retro’ es una expresión latina, un latinajo, de uso relativamente frecuente y que sigue dando juego. De hecho, no es raro encontrarla como epatante nombre de un grupo musical, original cabecera de alguna revista underground o, escandalizante nombre para un bar de copas. Por haber hay con esta expresión, hasta un programa informático que nos libera del correo indeseado (spam).
Y su uso coloquial está generalizado para expresar el rechazo a una idea, a una actitud, a una propuesta o a cualquier cosa, incluso, no les digo más, hasta en literatura es empleada la susodicha. Así lo hace por ejemplo Cervantes, en ‘Persiles y Segismunda’, al poner en boca del amante, fingiendo exorcizarla: “Ea demonio maldito, vade retro, exi foras...”. O Quevedo, en ‘Historia de la vida del buscón llamado don Pablos’, cuando hace decir al viejo avariento: “Arriedro vayas, Satán, ...”. Arriedro es una deformación del ‘vade retro’ que aún es empleada en los exorcismos y que podría traducirse por “Vete de aquí”, “Atrás”, “Vete para atrás”. Es más, forma parte de una frase de Jesucristo, recogida en el Evangelio de San Marcos.
¡Vade, Satana! Sin el ‘retro me’, es una de las citas que Jesús empleó en sus enfrentamientos con el príncipe de los demonios y adversario (del griego ‘Shatan’,) directo de Dios. En concreto cuando, en los inicios de su vida pública, tiene ese encuentro cara a cara con él y conocemos como las “tentaciones de Cristo”. Aunque se cuentan en los tres Evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas), el primero (4, 1-11) da la versión más completa de esos cuarenta días y sus noches en el desierto, en los que Jesús es tentado por el diablo hasta en tres ocasiones.
La primera, a la sombra del hambre del ayuno: “Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes”. Incitación a la vanidad, que vence con la cita del ‘Deuteronomio’: “Está escrito: No sólo de pan vive el hombre...”. La segunda, en la Ciudad Santa sobre el alero del Templo: “Si eres hijo de Dios, tírate...”. Incitación a la soberbia que Jesús frena: “También está escrito: No tentarás al Señor tu Dios...”. La tercera, desde una alta montaña y teniendo a su vista todos los reinos del mundo y sus glorias: “Todo esto te daré si postrándote me adoras”. Incitación a la ambición, ésta es la que solventa con el tajante “Vade Satana”. Aparta Satanás.
¡Vade reto me, Satana! Así es la expresión completa que recoge San Marcos, ¡Apártate de mí Satanás! Un enérgico rechazo a la tentación que, sorprendentemente, Jesús no emplea contra diablo ni demonio alguno, en ninguna tentación, ni en exorcismo alguno, al menos conocido por mí. Quien en realidad le lleva a tal estado de indignación y que le hace proferir semejante expresión, es nada más y nada menos que San Pedro. Un hombre destinado, ya, a ser su sucesor. Un discípulo que teme perder al maestro y un amigo que le tienta con la idea de que abandone el horrible destino que le aguarda. Lo normal en un buen amigo. Pero ellos, Jesús y Pedro, más que amigos son maestro y discípulo. Y como suele ocurrir, hasta al mejor de los maestros le suele quedar la impresión agridulce de que el alumno no ha captado lo esencial. Por eso, desesperado, le dice: “Tus miras no son las de Dios, sino las de los hombres”. Consciente de que Pedro no ha llegado a entender nada, es por lo que exasperado le espeta: “¡Vade retro me, Satana!”. Vaya con Jesús.
Del Premio Nobel en Química de 1920, el profesor H. W. Nerst, se cuenta que, a sus malos estudiantes, solía rogarle al finalizar sus estudios: “Por amor de Dios, no digan que estudiaron conmigo”. Vamos, que no los quería reconocer. Más humana, pero tampoco está nada mal la respuesta del químico. Como es probable que ya sepan, me he dedicado a la enseñanza por lo que no les extrañará si les digo que, a veces, me siento muy cerca (profesionalmente hablando) de las reacciones del Maestro y del Nobel. Salvando por supuesto las evidentes y enormes diferencias entre ellos y un servidor. En fin, que les voy a contar de algunas respuestas escolares que ustedes no intuyan o hayan leído, pero de ahí a identificar al pobre Pedro con el maligno, la verdad, se me hace un abismo o como dicen algunos, es muy heavy. Aunque quizás no lo sea para el hijo de Dios, que qué sabré yo y quién es, además, para hacer estos juicios de valor. Sabido es que, en el asunto este de la enseñanza, un buen profesor debe parecerse lo más posible a un mal estudiante.
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FUENTE: Enroque de ciencia






































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