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Redacción
Sábado, 18 de Mayo de 2019

"Calle Cuna"

"Historias populares de la villa de Rota", por Prudente Arjona

[Img #113725]En esta sección se ofrecerán fragmentos del libro escrito por el roteño Prudente Arjona, titulado "Historias populares de la villa de Rota", que como su propio nombre indica, refleja buena parte de la historia local.  Aunque el libro está a la venta en papelerías del municipio, el afán del autor nunca fue lucrarse con ello, por eso, permite a Rotaaldia.com compartir algunos de sus capítulos para que el gran público tenga conocimientos de una parte pasada de la villa.

 

Os dejamos con el capítulo:

 

El primer nombre que se le conoce a la calle Cuna es de calle del Duque, a la que da la puerta principal del Castillo.

 

En 1793 se da licencia a don Juan Jaén Varela para la construcción de una finca adosada a los muros del castillo por la calle de la Constitución. Esta casa, que fue luego Casa de Expósitos o Casa Cuna, ocupaba el lugar  de lo que hoy es atrio y Salón de Plenos del Palacio Municipal. De ahí proviene el nombre de Cuna con que fue bautizada por el Ayuntamiento en 1801. No obstante, de 1938 al 1982 ostentó una placa en cerámica con el nombre de General Mola, por el jefe del Ejército del Norte al principio de nuestra guerra civil.

 

Es comprensible entender que toda la acera de los números pares de esta calle Cuna está ocupada por la fachada principal del castillo, que data probablemente del siglo XI.

 

Ahondado un poco en su historia, sabemos que este baluarte fue donado  por Sancho IV, el Bravo, a don Alonso Pérez de Guzmán, el Bueno, en premio a su heroico sacrificio en la defensa de la plaza de Tarifa, quién la donó a su vez como dote de boda a su hija Isabel al contraer matrimonio con Fernán Pérez Ponce de León, señor de Marchena, pasando este feudo a los Ponce de León.

 

En ese castillo residieron los Reyes Católicos en su visita a Rota invitados por el marqués de Cádiz, don Rodrigo Ponce de León. El 27 de agosto de 1528 nació en dicho recinto don Luis Cristóbal Ponce de León y Girón, II duque de Arcos, y a los pocos días de su nacimiento fallecía en él su madre, doña María Girón, que fue enterrada en Marchena.

 

También el duque de Medinaceli, don Luis de la Cerda, que vivía en El Puerto de Santa María, escribió desde esta villa la carta de presentación de Cristóbal Colón al cardenal Mendoza, para que éste lo hiciera llegar a la reina Isabel.

 

A lo largo de la historia el castillo ha sido visitado por reyes, jefes de Estado, políticos destacados, personas reales, y también por intelectuales afamados, entre los que se encuentra Pedro Antonio de Alarcón, que residió en él varios días y que durante su estancia recopiló datos suficiente para la confesión de su obrita El Libro Talonario, cuyo argumento inspiró hace varios años un cortometraje rodado en nuestro pueblo, que ha conseguido infinidad de premios nacionales e internacionales, y en cuya realización tuve el privilegio de trabajar personalmente como investigador, ayudante de realización y extra.

 

A principios del siglo pasado fue adquirido por don Fernando de la Cuadra Saiz de la Maza, marqués de San Marcial, y su hermano don Federico, vecinos de Utrera, quienes tras realizar diversas obras de adaptación que alteraron su primitiva configuración lo convirtieron en su residencia veraniega.

 

En 1920 residió en él durante una larga temporada el obispo mejicano de San Luis de Potosí don Ignacio Montes de Oca y Obregón, muy amigo de los señores De La Cuadra, que lo asilaron cuando la revolución de aquel país.

 

En 1941 lo adquirió el marqués de Villapesadilla, don José León de Carranza, que compró también todos sus edificios adosados al mismo por las calles Constitución y Cuna, convirtiéndolo en Colegio de San Ramón y Hospital de San José, construyendo en el solar de la antigua cuna una amplia capilla, hoy Salón de Plenos, proyectada por el arquitecto don Fernando de la Cuadra Irizar, hijo del anterior propietario del castillo, don Federico.

 

Dichas instalaciones fueron entregadas en 1944 a la comunidad salesiana de Hijas de María Auxiliadora, que las tuvo a su cargo hasta 1982, en que se trasladaron a unas nuevas y modernas instalaciones, en la avenida, Príncipes de España.

 

A la muerte del marqués de Villapesadilla este edificio fue cedido al Ayuntamiento, menos la capilla, que fue adquirida posteriormente, pero en su conjunto todo el edificio, que se encontraba en estado ruinoso, permaneció en total abandono durante algunos años, hasta que el alcalde del momento, don Felipe Benítez Ruiz-Mateos, se tomó en serio su reforma, acometiendo fructuosas obras hasta llegar a recuperar el edificio más importante que tiene Rota, convirtiéndolo en Palacio Municipal, donde se encuentra la Alcaldía y otras dependencias municipales, a más de un salón cultural de uso múltiple al que se le da mucha utilidad.

 

A finales del siglo XIX adquirió las casas número 1 y 3 de esta calle un veraneante de Sevilla llamado don Jaime Spotorno. La primera de estas casas fue casino y la segunda teatro .Ambas fueron vendidas en 1910 a don Juan A. Liaño Santos por el curioso precio de dos garrafas de vino ‘Tintilla’ y 350 pesetas en efectivo y al contado.                                                               

 

En relación con la calle Cuna tenemos que añadir que, al realizarse unas obras en el patio de la casa número 3, apareció en 1954 en un viejo mortero de barro una porción de monedas de oro de los tiempos de los musulmanes, de Enrique I y de los Reyes Católicos. Las personas que vivieron aquel acontecimiento se acordarán del revuelo que se formó entre el maestro de obras y los chiquillos que encontraron dichas monedas, que las utilizaron para ponerlas como adorno entre los radios de las ruedas de sus respectivas bicicletas, ya que los albañiles arrojaron los escombros a la calle con el hallazgo sin darse cuenta, ni los niños tampoco, del valor de lo aparecido. Ello ocasionó cierto rifirrafe entre el maestro de obras, que pretendía recuperar las monedas, y los padres de los críos. Al final todo se aclaró, aunque alguno que otro se llevó un sobresalto importante al intervenir las fuerzas del orden. La última persona que tuvo a cargo la Casa Cuna fue la señora Regla Palomeque Bernal.

 

Como graciosa anécdota de esta calle se cuenta que en el año de 1897, último en que la casa número 3 fue teatro, se tenían en la misma unas rifas benéficas, algo similar a los bingos de hoy. Se vendían boletos por cinco céntimos de peseta y los beneficiarios eran los pobres de la parroquia. El que llevaba la voz cantante era don José Buada Lopinto, quien controlaba al mismo tiempo la autenticidad de los números premiados. Una de las veces salió el número, y a pesar de vociferarlo repetidamente no se presentaba nadie a recoger el premio. Al cabo de un rato y cuando ya se iba a pasar a otro sorteo, una señora del fondo del salón levantó su mano enseñando el boleto premiado. Se trataba de doña Eloisa Pauyada, muy conocida en los ambientes parroquiales. Entonces el señor Buada Lopinto, que la vio venir, dijo en voz alta: Un momento señores; ha aparecido la agraciada. Ahí viene doña Eloisa con su matriz en la mano. No hace falta decir la risa que ello provocó entre los presentes.

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