En esta sección se ofrecerán fragmentos del libro escrito por el roteño Prudente Arjona, titulado "Historias populares de la villa de Rota", que como su propio nombre indica, refleja buena parte de la historia local.  Aunque el libro está a la venta en papelerías del municipio, el afán del autor nunca fue lucrarse con ello, por eso, permite a Rotaaldia.com compartir algunos de sus capítulos para que el gran público tenga conocimientos de una parte pasada de la villa.

Os dejamos con el capítulo:

Partiendo de la calle Gravina, conforme bajamos en dirección al muelle, nace la izquierda la calle Ignacio Merello, rotulada así en homenaje a don Ignacio Merello Llaneras, ingeniero jefe encargado del puerto de esta villa, por el interés demostrado en las obras públicas que afectaban a este pueblo, según consta del voto de gracias que le fue concedido en la sesión plenaria del 18 de julio de 1931 a propuesta de don Perfecto Ruiz de Lacanal.

Asimismo, el 15 de noviembre de 1945 acordó el Ayuntamiento a propuesta del primer teniente de alcalde, señor Piruat, hacer constar en acta su satisfacción por el acertado nombramiento realizado en el último Consejo de Ministros a favor de don Ignacio Merello como presidente del Consejo de Obras Públicas.

El señor Merello, ilustre ingeniero, cuya ingente labor al frente de la Jefatura de Obras Públicas de esta provincia había dejado gratísimos recuerdos, principalmente en este pueblo, que le debía la realización de importantes mejoras, tales como la construcción de parte del muelle, murallas de Las Almenas y otras, era digno acreedor al importante cargo que le confiaba el Gobierno, acordándose asimismo que el señor alcalde en nombre de la Corporación enviase al interesado, expresivo telegrama de felicitación.

Anteriormente, y durante muchos años, había llevado el nombre de Rodrigo Márquez, escribano público de esta villa y propietario de varias fincas en esta calle, al que la Corporación había reconocido sus méritos rotulándo con su nombre dicha calle.

No sabemos la fecha exacta de esta rotulación, pero sí hemos podido encontrar referencias a su trabajo a partir del año 1613, por lo que es de suponer que sobre esa fecha se le dio el citado nombre.

Esta calle termina en lo que fuera Puerta de Jerez, frente a la finca que en su momento hicimos referencia y que fue propiedad del industrial de origen flamenco Pablo Juan de Kimper, propietario de una pequeña flota de faluchos dedicados a la pesca y al cabotaje.

La casa en cuestión fue habilitada en 1756 para cuartel de Caballería, hasta que en 1775, y tras un largo periodo de litigios y pleitos por parte del señor Kimper, el Ayuntamiento le devolvió la propiedad a cambio de una importante suma de dinero. Posteriormente la casa en cuestión fue adquirida a finales del siglo XIX por don José León de Carranza, marqués de Villapesadilla, que reconstruyó en el mismo lugar el edificio que actualmente existe con la intención de alojar a los marineros que trabajaban para su factoría de conservas de pescado, que se hallaba situada en la misma calle Ignacio Merello, y que vivían en su mayoría en las calles Caracol, Aire, Extremadura, Puyana, San Clemente, etc. Recuerdo que al realizar los cimientos del nuevo edifico aparecieron muchísimas tinajas de grandes proporciones, que se supone que pudieron ser empleadas como depósitos de granos, vino, aceite, etc., o bien para proteger al anterior edificio de la humedad.

En el número 8 de la calle Ignacio Merello, hoy Biblioteca Municipal Poetas Andaluces, se hallaba la llamada Casa de Arizagal, conocida en los últimos tiempos por Casa de Caballero. Esta casa tuvo múltiples usos a lo largo de la historia, según se desprende de la documentación municipal. Así, habiéndose visto en el cabildo de 26 de agosto de 1823 un oficio dirigido al Ayuntamiento por el señor subintendente del ejército suplicando que se le señalase una casa para hospital de heridos, por la necesidad urgente en que se hallaba de tener preparado dicho edificio, acordó el Ayuntamiento designar para tal objeto la casa nombrada de Arizagal, que se hallaba en la calle de Rodrigo Márquez, a espaldas de la iglesia mayor, lo que se hizo saber a dicho subintendente para su conocimiento.

Bastante después, hará unos treinta y cinco años, un grupo de jóvenes aficionados al buceo y a la pesca submarina fundó en esta villa el Club U.R.T.A. (Unión Roteña de Técnica Acuática) que tuvo su primera sede en el número 10 de esta calle, cuya finca pertenecía a don Vicente Florán, que la cedió en precario al club durante bastantes años. La casa en cuestión había sido con anterioridad residencia de verano de don José León de Carranza hasta la edificación de un soberbio chalet en terrenos de su propiedad junto a la playa del Chorrillo, hoy linderos con la Base Naval, y que gracias a la influencia del marqués no le fue expropiado en su momento.

Lo cierto es que al pasar de los años la casa Caballero había quedado totalmente desalojada de vecinos, por lo que la directiva del Club U.R.T.A. se interesó por la misma, adquiriéndola por la irrisoria cantidad de un millón de las antiguas pesetas. El club pretendía construir unas nuevas instalaciones en dicha finca, lo que era una verdadera quimera, hasta que el Ayuntamiento presidido por Felipe Benítez Ruiz-Mateos ofreció al club cambiar dicha finca por una nueva a construir junto a la última casa de la calle Ruiz de Velarde, conocida como de la fábrica, por haber existido en el lugar hacía muchos años una fabrica de conservas de tomate y hortalizas varias. El nuevo edificio que se levantó consta de dos plantas y terraza, y en él se alojan todas las dependencias que requiere un club de semejante características.

A partir del número 10 de la calle Ignacio Merello comenzaba la fábrica de conservas de pescado de don José León de Carranza que comprendía en sus instalaciones la mayoría de las fincas de este tramo, con excepción de algunas viviendas situadas en la acera de enfrente.

Recuerdo haber visto en mis años de niñez bajar cada mañana hacia la factoría de conservas a muchísimas mujeres con sus delantales, cuchillo y trapo durante la temporada de la caballa y del atún, que eran izados por la parte que daba a la ensenada del muelle pesquero.

No puedo pasar por alto el hecho de que más de una de esas trabajadoras, tal vez por negligencia de los administradores, o bien por olvido a la hora de cotizar a la Seguridad Social (cupones) de aquella época, pues no sería de recibo pensar en una supuesta mala intención, no pudieron luego cobrar las pensiones llegado el momento de la jubilación.

Una vez cerrada esta fábrica de conservas de pescado, sus naves fueron utilizadas como carpintería, depósito de cervezas, aparcamiento, etc. Incluso en la primera de ellas, la número 12, se instaló la Cooperativa de Pescadores del Mar de Rota, la cual fundamos entre Juan Reales Romás, Antonio Galea Ramos y el que esto escribe, Prudente Arjona Lobato, con lo que se consiguió que los sufridos marineros vendieras sus capturas sin intermediarios y directamente al consumidor, y que tras su compra por la sociedad de pescadores fue vendida posteriormente a la empresa NEWIMAR, que construyó en el solar un moderno edificio. La Cooperativa, por su parte, se trasladó a una zona de la marina seca del muelle pesquero, donde se encuentra en la actualidad.

Al final de la calle, ya frente al barranco, se situaba el restaurante familiar denominado Frente al Mar, de Juan A. Lucero, cuyos herederos lo explotaron durante muchos años. Hoy se encuentra desgraciadamente cerrado, a pesar de encontrarse en un lugar privilegiado de Rota.