"Moderando"
por Balsa Cirrito
No quiero cometer el error o la arrogancia de interpretar los resultados de las elecciones, que es un deporte que a todos nos gusta y que resulta tremendamente fullero y ventajista (evidentemente, a toro pasado resulta muy fácil ser perspicaz). Pero sí referirme a algo que no es interpretación, sino una realidad fácilmente constatable, y que tengo la sospecha de que se olvida frecuentemente (como párrafo de entrada, me ha quedado tirando a pedante y a sobradete; prometo no seguir así).
A ver, se suman votos de PP, C´s y VOX por un lado, y de PSOE y Unidas Podemos por otro, y se deja caer luego que en el país existen dos bloques enfrentados, izquierda-derecha, nos quedamos tan anchos. Pos vale. Pero para mí que no es el camino. Lo de izquierda-derecha, no voy a decir que está ya superado y que se trata de una distinción que no sirve para nada, pero sí que no es lo fundamental y, desde luego, que tiene mucha menos importancia que hace unos años.
En las sociedades muy avanzadas - como, aunque a algunos sorprenda, es la nuestra - la separación izquierda/derecha no es lo primordial y, desde luego, no se trata de compartimentos estancos. Los botes para meter a la gente son mucho más porosos. Entiendo, por ejemplo, que puede haber una mayor afinidad entre los votantes de PSOE y Ciudadanos que entre PSOE y Podemos o Ciudadanos y VOX. No hay bloque de izquierdas y bloque de derechas, más bien creo que existe un bloque de gente moderada y un bloque de gente radical. ¿Y qué es lo que define a los partidos radicales (o populistas) y qué a los moderados? Pues lo explico en el siguiente párrafo.
Si tuviera que definir a los radicales diría que son aquellos que creen que las soluciones de los problemas vienen como las recetas de cocina o como los programas de ordenador. Esto es, si pones tales ingredientes y los cocinas de determinada forma, el plato sale necesariamente bien; o, si le das a determinadas teclas de tu PC obtienes con seguridad tal o cual resultado. De tal forma, los radicales nos dicen cosas como: para acabar con la inmigración solo hay que expulsar a los ilegales, darles palos a los moros e instaurar un duro control de fronteras. O, para terminar con la pobreza hay que poner unos impuestos de la leche a los ricos y subir el salario mínimo a 1.200 euros. Se olvidan que, al igual que los medicamentos fuertes, las medidas radicales suelen tener contraindicaciones, y que la realidad es tan compleja, tan multiforme, tan complicada que no vale con una fórmula; a veces ni siquiera tenemos bastante con muchas.
Lo he dicho alguna vez: me he vuelto un hooligan de la moderación. Posiblemente resulte una propuesta poco sexy. Molan mucho más las posturas enérgicas o extremas; el poner lo que Dios nos dio encima de la mesa; el hablar con suficiencia y con aire de haber inventado el gin tonic. Pero, a la postre, la moderación funciona mejor. La moderación obtiene resultados. Suelo decir una cosa. En España, que nos gusta tanto y de forma tan cansina recordar la Guerra Civil, no hubiéramos padecido tal Guerra Civil ni la madre que la pergeñó si hubiéramos tenido unos cuantos cientos de miles de hooligans de la moderación. Recuérdenlo.






































Don Camilo | Sábado, 18 de Mayo de 2019 a las 09:39:12 horas
Sería menester que algún alma piadosa le explicase de una vez al monaguillo que la Falange solo fué una forma cutre de implantar el fascismo italiano en España, una copia barata de esta ideologia, una caricatura de aquella. Una forma de venderle a los españoles un liberalismo de la epoca, esto es una dictadura oligarca, como un movimiento fascista y que acabó convirtiendose en el brazo politico y represor del regimen franquista. Pobre monaguillo, debe haberle afectado estar tan cerca de las campanas.
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