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Sábado, 26 de Marzo de 2011

Balsa Cirrito

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LA MAREA


   
   


Supongamos que el 21 de septiembre de 2001, diez días después de los ataques a las Torres Gemelas, se realiza en Nueva York una encuesta con la siguiente pregunta: “¿Siente usted mucha simpatía por los árabes?” Y supongamos unos resultados como: “por supuesto, los árabes son mis favoritos para casi todo, menos, claro está, para irme de copas”. Raro, ¿verdad? Pues, aunque no tan excedido, lo mismo podríamos pensar de una encuesta formulada en España la pasada semana, en plena crisis nuclear japonesa. Y es que las respuestas de dicha consulta afirmaban que los españoles, prácticamente, se hallan divididos en dos bloques iguales a favor o en contra de las centrales nucleares. ¡Ostras, Pedrín! Por supuesto, se trata de una reacción bastante ilógica. No se trata ahora de discutir sobre la energía nuclear, pero la experiencia nos enseña que tras una crisis como la japonesa casi todo el mundo debería preocuparse, y que, en esas circunstancias, el miedo no se olvida en varios años.

Sin embargo, la razón para ello es clara: propaganda. La propaganda que emana de los muchas veces mencionados en esta página medios de comunicación de la caverna. En la ristra de televisiones ultras de la TDT y de periódicos idem on line, se han llevado todo este tiempo diciendo que no había ningún peligro, que una central nuclear es mismamente como la central lechera asturiana, y que sus radiaciones son similares a la de los rayos uva. Ellos sabrán. Aunque la cuestión no es esa. La cuestión es el poder que están alcanzando.

Con cierta frecuencia los lectores me han señalado alguna parcialidad en mis comentarios. Seguramente llevan razón (aunque no estaría de más que me mostraran algún articulista imparcial, para ver cómo es eso). Sin embargo, en justicia, ante la marea ultraconservadora que se nos echa encima por todas partes, parece razonable tomar una postura diferente.

Se nos dice que esto es la democracia, pero no es exacto. ¿Por qué hay tantos medios ultras y tan pocos medios progresistas? La sociedad española, a las diferentes elecciones me remito, no piensa así. La respuesta es sencilla: miren la publicidad. Cabe preguntarse por qué estas televisiones y estos periódicos on line muestran con tanta frecuencia anuncios de las compañías eléctricas (que es la publicidad más inútil que hay, ya que en nuestro país la posibilidad de cambiar de compañía resulta muy limitada) que casualmente son las propietarias de las centrales nucleares.

A menudo oímos críticas, pongamos por ejemplo, contra Hugo Chávez por el acoso que ocasiona a periódicos o emisoras hostiles a su gobierno, y por el control que realiza sobre los medios de comunicación de su país. Son críticas justas, sin ninguna duda, y a Hugo Chávez no lo querría ni de presidente de mi comunidad de vecinos. Pero no veo por qué ha de resultar más antidemocrática una manipulación por parte de Hugo Chávez que una manipulación por parte de Iberdrola. Que nos gobierne un déspota o que nos gobiernen unas cuantas grandes empresas.

Por lo menos Hugo Chávez no nos manda un recibo.

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