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Redacción 2
Sábado, 16 de Febrero de 2019

"Calle Charco"

"Historias populares de la villa de Rota", por Prudente Arjona

[Img #107685]En esta sección se ofrecerán fragmentos del libro escrito por el roteño Prudente Arjona, titulado "Historias populares de la villa de Rota", que como su propio nombre indica, refleja buena parte de la historia local.  Aunque el libro está a la venta en papelerías del municipio, el afán del autor nunca fue lucrarse con ello, por eso, permite a Rotaaldia.com compartir algunos de sus capítulos para que el gran público tenga conocimientos de una parte pasada de la villa.

 

 

Os dejamos con el capítulo

 

 

 

Paralela a la calle Castelar nos encontramos con otra calle muy popular, tal vez la más comercial de todas, si bien no lo fue así en la antigüedad, ya que su mala pavimentación la hacía intransitable. Nos estamos refiriendo a la calle Charco o calle del Charco, que comenzaba en la actual plaza de Andalucía y finalizaba en la plaza de San Roque. Decimos comenzaba, porque en 1952 el Ayuntamiento decidió dividirla en dos, rebautizando el tramo comprendido entre las calles Prim e Isaac Peral y la plaza de San Roque con el nombre de Alcalde García Sánchez, en memoria de don Francisco García Sánchez, alcalde que había sido de esta población, de oficio veterinario, del que ya hemos hablado en ocasiones anteriores, ya que tuvo el generoso gesto de donar a su muerte los muchos campos que tenía arrendados a los humildes colonos que los ocupaban, con la particularidad de que aquellos que no se hallaban al corriente del pago de sus rentas no se beneficiaron de la inesperada herencia.

 

Fue un alcalde muy serio y responsable, que exigía también a los funcionarios responsabilidad y respetos a los ciudadanos, que él como ejemplo, en primer lugar se imponía. Sin embargo y como ocurre con muchas calles, cuyos nombres han sido cambiados, continúa llamándosele Charco a toda su extensión.

 

Como ya comentábamos, esta calle no tenía demasiada importancia, con apenas negocios y muy mal empedrada, hasta que en 1922 se adoquinó gran parte de ella. No obstante, al ser utilizada como parada de los coches de caballos que hacían el servicio a la estación de ferrocarril, y debido, tanto a la falta de agua corriente, como a la evacuación de los animales, el mal olor y las numerosísimas moscas hacían poco atractivo el tránsito de los ciudadanos por la misma.

 

En 1887 se rotuló con el nombre de Reina Regente en honor de la reina madre, doña María Cristina de Hapsburgo-Lorena, hasta que el Ayuntamiento acordó darle el nombre de Reina Victoria, esposa de Alfonso XIII.

 

Con la llegada de la II República, en 1931, se le da el nombre de García Hernández, en recuerdo del capitán que se habían sublevado en Jaca poco antes contra la monarquía en unión de Fermín Galán.

 

Cinco años más tarde, en 1936, la llegada del franquismo favorece una nueva rotulación de la calle Charco, que pasa a denominarse Calvo Sotelo, en recuerdo del tribuno don José Calvo Sotelo, asesinado el 13 de julio del mismo año.

 

Durante la Guerra Civil, 1936-39, y durante bastantes años, fue conocida por calle de la Falange, porque en el local del antiguo Casino Roteño, hoy sede social de la Fundación Alcalde Zoilo Ruiz-Mateos,  que había sido incautado, radicaba la Jefatura de F.E.T. y de las J.O.N.S. Era un centro político que muchos roteños y roteñas aún recuerdan con disgusto debido al trato deparado a muchos de ellos o a sus familiares por el mero hecho de pensar y sentir políticamente de manera diferente a los franquistas. Por fin, en 1982 volvió a recuperar su primitivo nombre.

 

Existieron en dicha calle muy buenos edificios, de los que aún quedan algunos, como los de los números 16 y 22, de clásicas líneas roteñas en sus portadas. Otros desaparecidos en su primitiva estructura arquitectónica, como el número 5 que fue Casino Roteño, posteriormente sede de la Fundación Alcalde Zoilo Ruiz-Mateos, del que ya hemos dado cuenta. En el número 19, donde estaba la vieja farmacia y vivienda de don Federico Pazos Ortega, cuyo típico patio fue ocupado por el Banco de Vizcaya y, posteriormente, por el centro de la Tercera Edad, hasta que éste fue trasladado al Mercado Central de Abastos que, dicho sea de paso, no reune las condiciones adecuadas como Centro de la Tercera Edad ni mucho menos, pues sólo cumple la misión de bar-ambigú que da servicio a los clientes e industriales de la Plaza de Abastos, y los pocos mayores que acostumbran a frecuentar dicho local no cuentan con las debidas distracciones, tranquilidad, ni nada que  signifique un espacio adaptado a sus intereses.

 

La finca número 16, que posee una soberbia fachada de piedra ostionera, dispone de una torre vigía de las pocas que hoy se conservan en Rota, a saber, la existente en la casa 22 de la misma calle, y otras en la calle Constitución, Casa de los Tornos y poco más. Estas servían a los cargadores de Indias para ver llegar sus barcos y conocer aún sin llegar a puerto la mercancía que traía en sus bodegas, la cual había vendido con anterioridad dependiendo de su importancia y de la demanda del momento. Estos comerciantes se comunicaban entre sí con sus barcos mediante catalejos y lenguaje con banderas.

 

Parece ser que la casa número 16 y otra finca construida sobre 1800 con las mismas características en la calle Blas Infante, fueron construidas en la misma fecha para dos hermanos comerciantes cargadores de Indias de procedencia inglesa, que decidieron construirse ambos edificios más o menos con las mismas características, siendo el de la calle Charco el más señorial.

 

Entre los años de 1940 y 1960 hubo en el número 14 una fonda, conocida por Fonda de Soledad, muy celebrada por su buena cocina. En este punto es obligado hablar una vez más de la famosa barbería del maestro Puyana, situada en el número 1, esquina a Blas Infante, de cuyo anterior propietario fue otro famoso barbero conocido por el apodo de Gilito, en la que se reunían en tertulia las fuerzas fácticas de la localidad para arreglar el pueblo y parte del extranjero, a cuyo grupo se le conocía por El Latoneo, según hemos referido en otro capítulo.

 

En el número 3 estuvo la tienda denominada El 15, cuyo propietario, José Luis Pisorno González, fue un acreditado criador de pollos ingleses.

 

En el número 15 nació en el año de 1855 don José González Reyes, doctor en Sagrada Teología, Derecho y en Filosofía y Letras, quién en 1890 fue nombrado predicador de Su Majestad. Entre sus paisanos fue conocido por el nombre de Padre Villegas, porque su padre era don Leonardo González Villegas, al que conocían en Rota por su segundo apellido.

 

En la casa número 27 de la actual calle Alcalde García Sánchez, cuyo espacio ocupa hoy un negocio, vivió el político local don Perfecto Ruiz de Lacanal e Ignesón, alcalde de esta villa en la segunda década del siglo XIX.

 

En el número 9 existía una tienda de aceites, finflán y aguardientes propiedad de Juan López Naranjo, conocida por la tienda de Corro, donde solía recibir a sus enfermos el médico don Juan Villanueva Lavaña. Conviene hacer constar que el señor López Naranjo también fue alcalde de Rota durante la dictadura del general Primo de Rivera.

 

En la casa número 5 estuvo la panadería de Manuel Flores Vargas, conocido por Butrón, un gitano guapote, rico, simpático y de postín. Siempre iba vestido de negro, muy atildado y afeitado, con su gran cadena y onza de oro pendientes del chaleco, buenos anillos del mismo metal y su buen puro en la boca.

 

También, en el número 2 de dicha calle vivió don Manuel Flores Santos, conocido por Pitijolo. También fue alcalde durante varios años. Por cierto, viendo el número de primeros ediles que tuvieron sus hogares en esta calle, según mi modesta opinión debería de tomar el nombre de calle de los Alcaldes...

 

Al hablar de la calle Charco no podemos olvidar una de las primeras y mejores carpinterías de muebles finos. Estuvo instalada en la casa número 4, propiedad del artesano Jorge Bucheli. Igualmente, a finales de 1900 estuvo en el número 6 la zapatería del sochantre de la parroquia de la O, don Ignacio Liaño Espino, abuelo paterno de don Ignacio A. Liaño, a quien agradecemos una vez más, allá a donde esté, los muchos datos que nos dejó en sus publicaciones, concretamente el librito Viejas Calles Roteñas, lo que nos facilita la labor de informar a los roteños de estas olvidadas historias locales que, como quiera que los datos aportados son tan generosos y tan bien explicados, que nos tomamos la licencia de transcribir literalmente, pues sinceramente, yo no lo haría mejor.

 

Del señor Liaño Espino se dice que era todo un especialista en el corte de los cueros para la confección del calzado. Posteriormente se instaló otra zapatería en la casa número 9 por el industrial José García Gómez, conocido por el Gordito.

 

El aspecto que muestra esta calle es hoy muy diferente al que comentábamos al principio, no sólo por sus comercios y su conversión en peatonal, sino por esos preciosos naranjos que dan color y olor a la calle gracias al concejal de la primera legislatura democrática, el socialista don Juan Zafra, que aunque fue muy criticado por dicha iniciativa, hoy hay que reconocerle su acierto. También hay que agradecer al gobierno socialista local en su último mandato que aceptase la idea que le presenté para que colocara toldos en la época estival en aquellas calles comerciales del centro, pues aunque al principio estuvieron reticentes por el costo que ello suponía, luego al parecer consiguieron algún tipo de subvención y los toldos siguen poniéndose desde entonces. No obstante, continué reivindicando el cubrir una calle en la que a todas luces consideraba necesario los toldos, como era la calle Mina, dado los múltiples bares y restaurantes existentes, que aprovechan la propia vía para colocar sus mesas. Al cabo de los años, por fin el gobierno municipal actual, formado por los partidos PP-RR.UU., lo han considerado, a los que hay que agradecer la iniciativa, pues hoy la calle Mina se ha convertido en el centro neurálgico de la gastronomía de la localidad, pudiendo hacer negocio ahora también durante el medio día gracias a la sombra de los mencionados toldos. A esta zona hay que sumárselas, como concentración de negocios gastronómicos, los de la zona de La Costilla, av. de San Fernando y av. de Sevilla.

 

No hace demasiados años, los que tiene mi edad lo recordarán, que dicha calle, la plaza de Andalucía y hasta la plaza Barroso, constituía el paseo obligado de los jóvenes que se emparejaban y se hacían novios a base de dar vueltas y vueltas por aquel pequeño espacio.

 

Como se sabe, las comparsas, chirigotas, charangas, etc., recogían y siguen recogiendo el acontecer del pueblo durante el año con pícaras criticas, que en muchas ocasiones llegaban hasta el Consistorio, y que a veces servían y sirven para que el Ayuntamiento tome en serio el contenido de las letrillas, bien reparando y mejorando vías urbanas, falta de limpieza, subida de impuestos, etc. En la ocasión que comento, las críticas no iban dirigidas al Ayuntamiento, sino al gremio de zapateros, cuya letrilla decía así:

 

La calle Reina Regente / es calle de zapateros,

y aunque venden buenas botas, / bien nos sacan los dineros.

Nosotros les pediríamos / que nos vendieran a plazos,

pues siguiendo de esta forma / terminaremos descalzos.

 

Si nos remontamos al siglo XVIII, la calle Charco, como su nombre indica, soportaba gran cantidad de agua en tiempos de lluvia provinientes de las calles y plazas  aledañas, como Isaac Peral, la plaza de San Roque e, incluso de la plaza de Andalucía, debido a que se encontraba a un nivel más bajo, cuyas aguas desembocaban en una enorme laguna que se formaba a espaldas de la calle, concretamente en el espacio que hoy ocupa la calle Mina, de la que ya dimos cuenta, en la que existía una cantera abierta donde se reunía la mayor parte de esas aguas, lo que originaba una gran concentración de mosquitos y moscas, debido también a que los vecinos habían tomado dicha cantera como basurero, lo que dio lugar a que ciertos ciudadanos solicitaran del Ayuntamiento poder labrar viviendas para erradicar el foco de infección, a cuyo efecto se autorizó la creación de una nueva calle, por cuyo centro corría un caño de desagüe que conducía las aguas residuales hasta la playa de La Costilla. Las personas mayores pueden perfectamente recordar el famoso caño de la Mina, que atravesaba la calle Aviador Durán y pasaba por lo que es hoy establecimiento de Bojito, antigua bodega y despacho de vinos de don Manuel Luna.

 

Según se desprende de sendos acuerdos extraídos de las actas municipales correspondientes a los años 1747 y 1749,  la acumulación de aguas en la calle Charco y el paso de las mismas hasta la Mina creaba bastantes problemas a algunos vecinos, de tal manera que estuvieron dispuestos incluso a correr con los gastos para su solución.

 

Así, en 1747, deseoso don Juan José Izquierdo, ‘el Tuno’, de remediar los daños que padecía la casa de su morada por causa de las aguas que pasaban desde la calle del Charco a la Mina, para cuya enmienda no había otro remedio que cegar y condenar el caño que las recibía, conduciéndolas por dicha calle al referido lugar, solicitó del Ayuntamiento el 8 de octubre que se llevase a cabo la dicha obra, a cuyo efecto ofrecía aprontar la cantidad de 100 pesos escudos de a 15 reales de vellón, si bien no parece que la referida oferta surtiera de momento el efecto pretendido, por cuanto volvió a ser reiterada en parecidos términos en enero de 1749, a saber:  Habiendo hecho presente el alcalde ordinario don Francisco Bejarano que don Juan José Izquierdo, ‘el Tuno’, se había ofrecido a pagar de su caudal los jornales diarios de los maestros, oficiales y peones necesarios para empedrar toda la calle del Charco, siempre y cuando los vecinos se encargasen de conducir las piedras, según anteriormente tenía propuesto y el Ayuntamiento acordado, y mediante a que dicho empedrado era una obra pública muy útil y necesaria, acordó la Corporación el 7 de enero aprobar la referida propuesta en los términos ofertados por el señor Izquierdo.

 

Asimismo se hizo presente por el señor gobernador el 29 de enero la urgente necesidad que tenía el pueblo de empedrar sus calles y tratar de su limpieza, e inteligenciado el Ayuntamiento acordó darle las pertinentes facultades para que hiciese las gestiones oportunas al objeto de que los vecinos y dueños de casas hiciesen a su costa la parte de empedrado que les correspondiese, cada uno conforme a sus medios, respecto a que el Municipio carecía de propios u otros efectos para poder llevarlo a cabo.

 

 

 

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  • Prudente Arjona

    Prudente Arjona | Lunes, 18 de Febrero de 2019 a las 10:40:45 horas

    Tienes toda la razón. Es un fallo imperdonable. Lo siento mucho porque precisamente conocía a Manolo Sánchez y he hablado largos ratos con él, pues de entre otras cosas, como edil que fue bastantes años, estuvo presente en los momentos de la expropiación de los campos roteños.
    Cierto es que su establecimiento, que se encuentra aún tal y como estaba hace muchísimos años, daba a la calle castelar, como casa que trascalaba, Creo que en dicha casa vivía la familia de la Comina.
    Espero que en la nueva edición de mi libro, "Historias Populares de la Villa de Rota", ésta y otras puntualizaciones sugeridas por los lectores
    queden recogidas en la misma.
    Me precio de ser amigo de la familia. Muchas gracias por leerme y por sus amables palabras.

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  • Nacida en la calle charco

    Nacida en la calle charco | Lunes, 18 de Febrero de 2019 a las 07:53:11 horas

    Primero felicitar a Prudente por todo lo que hace por Rota y su historia. Recuerdo cuando era pequeña una tienda de ultramarinos en la actual calle Alcalde García Sánchez, de Manolo Sánchez y que no es nombrada en este capítulo. Podías trascalar por ella a la calle Castelar. Hoy día su familia conserva el local como era es esa época sin ser tienda ya.
    Podías comprar el arroz, la harina, lentejas...al peso. Gran recuerdo de mi niñez esa tienda y su familia.
    Gracias Prudente

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