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Redacción
Sábado, 19 de Enero de 2019

"Calle San Rafael y Argüelles"

"Historias populares de la villa de Rota", por Prudente Arjona

[Img #106538] En esta sección se ofrecerán fragmentos del libro escrito por el roteño Prudente Arjona, titulado "Historias populares de la villa de Rota", que como su propio nombre indica, refleja buena parte de la historia local.  Aunque el libro está a la venta en papelerías del municipio, el afán del autor nunca fue lucrarse con ello, por eso, permite a Rotaaldia.com compartir algunos de sus capítulos para que el gran público tenga conocimientos de una parte pasada de la villa

 

Os dejamos el capítulo.

 

 

Comenzamos nuestro recorrido por la calle San Rafael, que nace en la de Castelar y termina en la de Argüelles en su confluencia con la antigua calle Lavada, hoy Ramón de Carranza, a cuyo lugar se le conocía como Cruz de León. Al parecer, en dicha calle existió un lavadero público.

 

Esta calle San Rafael data de mediados del siglo XVII. Hemos comprobado que la actual calle de Argüelles fue segregada de ésta de San Rafael en 1879, ya que antes llegaba hasta la del Calvario y San Cayetano.

 

No sabemos a ciencia cierta la razón del nombre de San Rafael, parece, no obstante, que en la actual casa número 26, que fue de las primeras que se construyeron, había en el recinto conocido por casapuerta o zaguán una pequeña hornacina o nicho, que duró hasta fines del siglo XIX, con una lámina o cuadro del arcángel San Rafael portando el símbolo del pez en la mano. Era general la devoción de los vecinos al entonces patrón de los caminantes; tal vez por eso, sin que podamos asegurarlo, la gente conociera la calle con su nombre. Sí consta que hasta el año 1901 se celebraba en la próxima capilla de San Roque el 24 de octubre una misa en su honor.

 

En 1931 el Ayuntamiento republicano la rotuló con el nombre de Juan Lopinto, un practicante que era de Rota y que siempre se había señalado por sus ideas avanzadas, como se decía entonces. En 1936 la calle vuelve a recuperar oficialmente el tradicional nombre de San Rafael.

 

Se conservan en esta calle algunas casas con cierto sabor arquitectónico en sus fachadas, como la número 4, aunque ya sólo se puede valorar su antiguo portal. Otras, igualmente de características trazas de arquitectura roteña, como la número 21, que tuvo en tiempos bodegas y jardines, y que hace dos siglos fue propiedad de doña Josefa Cañas Lavaña, esposa del coronel de Carabineros don José Cebrián Iniesta, que fue alcalde de esta villa, y que tuvo el desacierto de mandar quemar una porción de documentos importantísimos del Archivo Municipal, al parecer porque se necesitaba el espacio para oficinas. No se entiende cómo es posible tener tan poca sensibilidad y quemar parte de la historia de nuestro pueblo. En la actualidad no hay quema, pero se ignoran y no se ponen en valor nuestras riquezas, ni se investigan nuestras raíces, ni se exponen al público los vestigios antropológicos existentes mediante la creación de un Museo Local. Al final esa dejadez viene a ser casi igual de catastrófica, como lo es asimismo el Archivo Municipal, que no cuenta con unas instalaciones adecuadas con el riesgo del deterioro de los documentos que alberga.

 

Las casas números 16 y 33 son quizás de las más viejas de la calle, con sus blancos corredores y recovecos tan curiosos. Todas estas casas estuvieron dotadas de cuadras, hoy desaparecidas, y algunas, como la número 21, anteriormente señalada, con amplio patio y fachada posterior a la calle actual Padre Capote.

 

En la número 9 existió hasta 1950 el único taller de herraduras de Rota, propiedad del veterinario don Francisco García Sánchez, que fue también alcalde de la localidad, de cuya personalidad hay que contar algo muy interesante, puesto que fue una persona integra, recta y muy humana. Al morir donó a sus arrendatarios por cláusula de su testamento la mayoría de sus tierras, que se hallaban repartidas en pequeños campos en poder de humildes colonos, hortelanos, labriegos y mayetos, con la particularidad de que aquellos que no estaban al día de sus pagos no recibieron la titularidad de las parcelas arrendadas.

 

En la nombrada casa número 9 hubo, además de la herrería, una amplia cuadra donde encerraba por las noches sus cabras el conocido cabrero y poeta Plaguita. También vivió en la aludida finca un famoso personaje al que Rota debería hacer un homenaje póstumo: se trata del maestro Ordóñez, que iba andando de rancho en rancho por esos campos de nuestro término impartiendo sus clases a los niños roteños que no tenían posibilidad alguna de acudir a los colegios del pueblo.

 

En el amplio solar de la que fue casa número 7, se construyó un cine de verano por don Manuel Amor, que fue adquirido muchos años después por la Empresa Resinas, que lo amplió luego considerablemente tras la adquisición de diversas casas contiguas. A la izquierda del cine, en su misma acera, se encontraba la carpintería y ebanistería de don Jesús Ferris, y de toda la enorme parcela que fue adquirida por el Ayuntamiento sólo ha quedado para uso municipal el Centro Social recientemente inaugurado.

 

Frente al Cine Royal, en su parte derecha, se encontraba el Bar El Golpe, propiedad de don Antonio Fuentes Muñoz, Fénix, y a su izquierda otro bar propiedad de don José Rodríguez, Pepe el Casero, ambos ya desaparecidos.

 

Tampoco podemos olvidar que en un local situado frente a la herrería tenía sus camiones don Manuel Bernal, Maera, encargado de dar portes en la villa y de llevar a las lonjas de Jerez y otras poblaciones las verduras, hortalizas y frutas procedentes de los mayetos roteños. Esta empresa, al igual que las de los Hermanos, Márquez o José Cumbrera, ambos en la calle Calvario, sustituyeron al transporte que hasta la fecha realizaban los famosos barcos de la hora y los propios campesinos a la lonja de Jerez utilizando sus bestias.

 

En el número 35 de la enunciada calle existió una panadería muy acreditada por aquel barrio, propiedad de Manuel Camacho Letrán, más conocido por Manele, quien, con el tiempo la trasladó a la ya citada Cuesta del Barrio o de San Cayetano.

 

En la número 34, que hace esquina a Ramón de Carranza y hoy de nueva planta, nació en 1768  el sacerdote y doctor en Teología don Diego Bernal Toraño, que tanto hubo de luchar para conseguir el Patronazgo oficial de la Virgen del Rosario. Fue mayordomo y alma de su Hermandad.

 

El trozo comprendido entre la confluencia de las calles Ramón de Carranza y San Rafael y de Calvario con la de San Cayetano es la actual Argüelles, que primitivamente perteneció a la calle San Rafael. En 1850 el Ayuntamiento acordó desglosarla y darle a este trozo el nombre de Cantarerías, porque en el número 9 había desde hacía tiempo una especie de tejar y horno para vasijas.

 

En 1887 se la rotula con el nombre de Argüelles, por don Agustín de Argüelles, eminente político liberal que tanto se destacó en la redacción del proyecto  de la constitución del año 1812.

 

Este nombre lo llevó hasta mayo de 1934, en que se la rotuló con el nombre de Antonio Pacheco, hijo de esta villa, que fue primer alcalde de la II Republica, en reconocimiento a la labor desarrollada al frente de la Alcaldía desde 1931, inspirado en el amor a su tierra natal. El aspecto de sus calles lo confirma; la ausencia de conflictos sociales, evitados por su rápida intervención, lo proclama; el rápido y voluntario socorro al sin trabajo lo corrobora; ese segundo trozo del Puerto a costa de incansable gestión conseguido lo atestigua, y el conjunto de su labor lo coloca por sus propios merecimientos en el plantel de los bienhechores de la población, según consta del acta del acuerdo municipal adoptado en dicha fecha. Precisamente por aquellos días se estaba llevando a cabo la pavimentación de esta calle con torta de hormigón y grava, y en agosto de 1936 se la nomina General Varela, por el bi-laureado general, y en 1983 vuelve a recuperar su nombre de Argüelles.

 

Aún quedan en esta calle algunas de las llamadas casas de vecinos, con pozos medianeros con las vecinas viviendas, con sus salas y alcobas, cocinas, cuadras y pajares con servidumbre común, si bien las cuadras y pajares se han convertido a posteriori en habitaciones. De estas hay algunas que trascalan y dan paso a la calle Progreso, cómo  la número 7, conocida por casa de la Angelita, ya mencionada, cuya desaparición para ser convertida en apartamentos está, por desgracia, próxima.

 

La casa número 2 duplicado, muy amplia, fue hace dos siglos corral de ganado cabrío, y posteriormente taller de carros y carretas propiedad de don José María de los Santos, que también se dedicaba a la crianza de gallos de pelea y a la fabricación de jaulones de madera para transportar los expresados gallos a Suramérica a bordo de barcos, cuya exportación suponía una importante fuente económica para la población, ya que Rota disponía de buenos e importantes criadores que comerciaban personalmente con estos animales en distintos países americanos, y principalmente en Costa Rica.

 

La mencionada carpintería de carros y carretas se encontraba en la planta baja de la llamada Casa León, una importante finca de dos plantas, cuyo propietario en aquella época era el señor Laynez Pacheco, conocido por el Tierno, cuya vivienda trascalaba con la calle Mercedes la de los Grifos y Veracruz. Disponía de una bodega donde elaboraba excelente tintilla y estupendo moscatel. Este negocio pasó a manos de la viuda de don Santiago Merino, que amplió el negocio con la elaboración de refrescos de cítricos, sifones con agua de Seltz y fábrica de hielo. (Aunque en distintos capítulos repita datos ya enunciados anteriormente, no lo hago por despiste, sino para la relación de lo ya dicho con lo que en ese momento esté contando).

 

En la casa número 2 estuvo por la segunda decena del pasado siglo XX la panadería de Manuel Letrán Ramos, con especialidades de panes de Viena y Suizos, como así se anunciaba. En la número 13 se encontraba, en 1867, una muy acreditada talabartería, regentada por  José Bohomo y Alquitrán, llamado por todos el Albardero, que trabajaba con gran precisión, curiosidad y exquisitez, hasta el punto de que muchos agricultores y ganaderos de El Puerto de Santa María y Jerez le encargaban los bastes para sus caballerías. La casa número 24 conserva parcialmente su fachada de piedra, y viene a ser la parte posterior de la número 69 de la calle Veracruz.

 

Merece la pena consignar que en la casa número 1 tuvo su barbería y estudio de pintura Juan Luis Macías Patino, conocido en Rota y en el mundillo del arte pictórico por Azuquita. En este punto, pediríamos al Ayuntamiento que comenzara a recuperar cuadros de este desaparecido pintor local autodidacta, que tan prolífico fue tomando para sus obras paisajes roteños, tanto del campo como del mar o urbanos. Si un día el Ayuntamiento se dignara abrir un museo local, sería recomendable que muchas de las obras de este artista roteño quedaran expuestas en sus muros para la contemplación inmortal de sus obras y para orgullo de nuestro pueblo.

 

La calle Argüelles ni siquiera estuvo empedrada en los tiempos pasados, y cuando llovía llegaba el fango a la rodilla, pues no hay que olvidar que por dicha calle bajaba en dirección al mar las aguas desbordadas que se acumulaban en las lagunas del Ejido.

 

Algunos alcaldes enterraron en esta calle mucho dinero para su arreglo, y decimos enterraron porque se justificaban los gastos, aunque aquello estaba cada vez peor. Por tal razón y como era costumbre en Carnaval, una de las comparsas de 1913 cantó esta coplilla:

 

Le rogamos al municipio / que quiera, por favor

traiga catorce dragas / y por lo menos un gran vapor

para que quite todo el fango / que hace tanto tiempo ya

tenemos en la calle Argüelles / que no se puede pasar.

Y costó un dineral / ¡Ya ve usted qué primor!

Vaya una clase de obra / que a todo el mundo llamó la atención.

 

Menos mal que en el año 1932 fue pavimentada convenientemente con grava y cemento por el Ayuntamiento de la II República, que presidió don Antonio Pacheco Castellano, conocido por Moscalorda.

 

Añadiremos que la carpintería de José María de los Santos es hoy sede de la Tertulia Flamenca El viejo Agujeta, frente a la cual, en la casa número 3, tenía su droguería-ferretería Rafael Macias, y que en el interior de la misma tenía su molino de harina, clandestino, Manuel Galea, Piñonate, del que daremos cuenta en el próximo capítulo.

 

Asimismo, y ya para despedirnos de esta calle, diremos a modo de anécdota que en el año 1881 se estableció en la casa número 24 un colegio electoral con motivo de unas elecciones municipales, cuyo presidente de mesa era Antonio Gasca Pérez de la Lastra, hombre analfabeto. Este hombre figuraba en el censo como alfabetizado, porque sabía escribir su nombre. Sobre el medio día, en que apenas había público, llegó un individuo para votar, dando un nombre supuesto. Mientras los adjuntos e interventores buscaban en las listas para encontrarlo, el sujeto aquel echó mano de un palo que llevaba para romper la urna, pero con tan mala suerte que, bien porque se acercara demasiado a la mesa, bien porque el palo fuese mas largo de lo debido, el caso fue que en vez de dar en la urna, su objetivo, descargó el golpe en la cabeza del expresado Antonio Gasca, que estaba sentado, produciéndole una tremenda herida y un fuerte traumatismo craneal. Ni que decir tiene que mientras los presentes atendían al herido el individuo aquel salió por pies y no se logró saber su identidad por más gestiones que se practicaron.

 

Decir que muchos de los datos recogidos pertenecen al contenido que sobre el particular figuraba en el libro Viejas Calles Roteñas, escrito por D. Ignacio A. Liaño Pino.

 

              Aunque la gente del pueblo, con su puntito de guasa, le decían Moscagorda.

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