No teman, no voy a contarles más experiencias personales en relación al tema, ni voy a reiterar quejas que ya se conocen. El texto de hoy va en otro sentido, en sentido contrario, a contramano que diríamos aquí.

Como pueden suponer seguimos sufriendo la plaga de ratas y actuamos contra ellas de todas las maneras posibles. También, como de costumbre, hemos elevado nuestras quejas al Ayuntamiento.

Y es aquí donde el asunto ha ofrecido un giro positivo, que no podemos pasar por alto. Ante las denuncias habituales hemos recibido respuesta del Sr. Alcalde, en la que muestra de manera muy clara su preocupación y en la que nos informa que se esta incidiendo con sumo rigor en la solución del problema. He de decir que nos ha supuesto una inyección de ánimo, que, a pesar de que seamos conscientes de de lo difícil de la papeleta, nos ha convencido de que el Ayuntamiento está en su cometido y esto, sin ser el remedio definitivo, nos genera esperanzas. Vaya por ello por delante nuestro agradecimiento público y nuestro respeto a su actitud.

Pero, sin que suponga esto un mínimo reproche a lo expresado en el párrafo anterior, no significa que podamos dar carpetazo al asunto. Si las personas responsables municipales actúan y si la gente del pueblo toma las medidas oportunas, vamos por el buen camino. Pero…

Que nadie olvide, y lo saco de la wikipedia, que “las ratas son omnívoras, es decir, que comen de todo. En estado salvaje se alimentan de frutas, verduras, raíces, insectos, plantas, huevos, pequeños mamíferos, carne en putrefacción, desperdicios de alimentos, peces pequeños, cangrejos, caracoles e insectos marinos.” Lo que traducido en conductas quiere decir que la responsabilidad de que estos animales proliferen se debe en la parte fundamental a quienes los alimentan: quienes dejan restos de comida en la calle, trozos de pizza, restos de bocadillo, etc.; quienes dejan las bolsas de basura fuera de los contenedores porque les da asco abrir el bombo; quienes, como pasa frecuentemente entre familias americanas, acumulan bolsas de basura en sus patios durante días; y tantas otras acciones que sirven para que las ratas no se mueran de hambre; quienes se dedican a saciar a los gatos callejeros, que por ello no se preocupan de atacar a las ratas, o quienes se esfuerzan por eliminarlos; quienes las ven, saben dónde localizarlas y no informan a quienes pueden dar soluciones.

Al final, y tristemente, parece que las responsabilidades son mayores en la gente que en la autoridad. Cada cual sabe lo que tiene que hacer, a ver si sirve para algo.

Manuel García Mata