EL PRECIO DEL CONFORT

Decía Jiddu krishnamurti “No es saludable estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma”. Aunque esta sabia afirmación se puede llevar a diferentes ámbitos sociales. En este artículo consideraremos al individuo “que está bien adaptado” a aquel que ejerce perfectamente su función de engranaje en esta maquinaria que es nuestra sociedad consumista.

Cada día somos seducidos a comprar compulsivamente bajo la promesa de una mejor calidad de vida, también cada día se incrementa el número de personas que sufren de ansiedad o estrés en esta búsqueda del bienestar.

Los consumidores que más padecen estas enfermedades tan frecuentes en nuestro primer mundo (ya que en el tercero no hay tiempo libre como para preocuparse mas que de llenar la tripa) son los que componen la mayor parte de la sociedad española, los llamados mileuristas.

Quizás deberíamos los mileuristas, antes de comprar un colchón bueno y caro, pensar que si a causa de esta compra vamos a llegar “por los pelos” a fin de mes con la intranquilidad que esto conlleva, tal vez durmamos mejor en nuestro antiguo colchón. Este ejemplo se puede extrapolar a tantos productos como se desee.

Para un mileurista una compra pensada a la ligera puede ser motivo de más de un quebradero de cabeza, pudiendo ir desde algo tan insignificante como adquirir un televisor LCD ,cuando aún funciona su televisor de tambor, hasta otros casos con resultados más duraderos. Todos conocemos al típico chaval de veinte años con un BMW de 34.000 € aplazado a “tropecientas” mensualidades, al cual su madre, como ineludible consecuencia, tendrá que lavarle los calzoncillos hasta que cumpla los cuarenta.

Nota del autor: Nótese el tono cabroncete en la frase anterior.

A veces pienso que lo mejor de la vida es gratis; la playa, los parques, la risa, el orgasmo, el fresquito de las noches de primavera. Y no diré que el dinero no da la felicidad, solo diré como Homer Simpson que la pone "a huevo".

Rico es quien dispone del tiempo y el espíritu necesario para vivir la vida con los ojos abiertos, pues la felicidad, siempre que se tenga las necesidades básicas cubiertas, es una decisión. El dinero y el poder se consiguen con suma facilidad si es el único objetivo que una persona tiene en la vida; tarea más difícil es distinguir entre el precio de las cosas y el valor de las mismas.

No olvides lector que hay algo más valioso que el dinero y ese algo es el tiempo. ¿Cuánto pagarían los que han perdido a un ser querido por estar paseando junto a esa persona un día más? Pues recordad que ese día es hoy para los que aún están a vuestro lado.

Aquel que valore al maldito y necesario dinero más que al tiempo, que sepa que en su lecho de muerte estará dispuesto a entregarle a Caronte, no una, sino todas las monedas que haya ganado en vida, si a cambio, este le permite pasear por la orilla de Peginas una vez más; aunque solo sea por un momento.