DE LA RESPONSABILIDAD Y OTROS MONSTRUOS. PARTE 1
Tu consultorio de Psicología y sexualidad

Yo no he sido, lo ha hecho mi hermano. Si soy así es por mi madre. No soy feliz por mi jefe que me mata a trabajar, la culpa es de Manoli que siempre va a por mí, me dejó por que le han comido la cabeza, etc, etc…

¿Quién no se reconoce en estos comentarios?

Echamos balones fuera, señalamos la paja en el ojo ajeno y evitamos mirarnos a nosotros mismos. Se nos enseña a buscar culpables para evitar castigos, para no sentirnos mal con nosotros mismos. Bajo la premisa tienes que ser buen chico, buena chica hemos aprendido que está mal decir no, dar nuestra opinión, cometer errores, hacernos cargo de nosotros mismos. Hemos interiorizado el sí a todo, el sacrificio, la perfección, que otro tome las decisiones pues al hacerlo si hay algún error el problema será de esa persona y no nuestra. Es más sencillo así, conseguimos el apoyo de los que nos rodean, otro queda como el culpable de lo que pasa y así nosotros seguimos siendo los buenos y buenas chicas que nos enseñaron a ser.

No tenemos que pensar. No nos sentiremos mal por haber cometido un error porque si nos hemos equivocado y actuado mal ha sido por culpa de otra persona. Nuestra jamás.

Al actuar así, perdemos la oportunidad de aprender de los fallos, de pensar en cómo hemos actuado y buscarle una solución para mejorar, ser humildes, de ser “humanos”- humanos que se equivocan, enmiendan- y conquistar la fuerza y solidez interna indispensables para sentirnos plenos.

Normalmente, nos dicen que para ser una verdadera persona libre e independiente hay que “aprender a decir no”. Es cierto, pero junto con el no, es imprescindible “asumir la responsabilidad” y las consecuencias de nuestras decisiones y errores.

Tomar la responsabilidad de nuestros actos, sentimientos, pensamientos, en definitiva, de nuestra vida, requiere una gran valentía. Es dar el paso y decir: SÍ, he sido yo, y afrontar lo que venga. Es escapar del rol de la víctima  y el ser bueno que tan interiorizado tenemos para tomar las riendas.

Claro que lo que hemos vivido, nuestra infancia, y quienes nos rodean nos dejan heridas y nos comportamos de una determinada forma por ello. Sin embargo, eres tú quien decide qué hacer con eso y qué clase de persona quieres ser.

Nos enseñaron a ser “buenos”, “víctimas” y a no tomar la responsabilidad de nuestra vida dejándola en manos de otros. Pues al señalar al otro como causante de nuestra desdicha, también le damos el poder de darnos la alegría. Aprendimos todo esto… y a su vez, nosotros estamos enseñando a nuestros hijos, a nuestro entorno esto. Quizás sea hora de dejar otro legado.

Y tú… ¿Qué quieres hacer?

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Marina Moreno Pérez de la Lastra
Psicóloga psicoterapeuta especialista en sexualidad.
Contacto: [email protected]