Carlos Roque Sánchez
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PROTOCOLO GASTRONÓMICO
En la última cena entre amigos de este verano en la playa, la típica despedida ya saben, nos juntamos seis comensales, un buen número, aunque en principio íbamos a ser ocho que tampoco está nada mal. Destaco la cantidad porque, si se piensa, el número de personas a sentarse en una mesa tiene su importancia a la hora de que funcione bien la reunión.
¿Cuál es el número ideal? Como para otras tantas cosas en esta vida lo mejor es recurrir a los clásicos, ‘nihil novum sub sole’, y ya los antiguos romanos, sabios en las prácticas culinarias, tenían claro que el número de invitados para comer a una mesa debía estar comprendido entre el de Las Gracias y el de Las Musas. Y como las primeras, hijas de Júpiter y Venus, eran sólo tres y las segundas, descendientes de Zeus y Mnemósine, llegaban a nueve, no parece que estuvieran muy descaminados, no. Ha de ser entre tres y nueve.
Más allá de un extremo, menos de tres, salvo determinados momentos de la vida y por razones propias de Eufrosine (la Gracia que alegra el corazón), quizás resulte algo triste. No, menos de tres, no. Por propia experiencia, cuatro es quizás el número mínimo para que una conversación entre viandas resulte fluida y ágil. Y en el otro extremo, nueve, lo más probable es que los comensales, por una mera cuestión espacial, terminen hablando en dos grupos, así que tampoco. No, han de ser menos de nueve.
Ergo tienen razón los clásicos, de ahí que nuestra cena de seis en lo que a ese aspecto se refiere, resultara estupenda y fluida. Porque es evidente que escribo de comensales en torno a una mesa, que otra cosa bien distinta son los compromisos sociales, entiéndase con ellos: banquetes nupciales, cenas de hermandad, bautizos familiares, comidas profesionales, comuniones varias o cualquier otro tipo de ceremonia multitudinaria que su mente pueda imaginar, su ánimo tolerar y su cuerpo aguantar.
Nada que ver por tanto con los placeres que al cuerpo aporta la buena gastronomía con protocolo, eso es, comida y charla. Porque una buena mesa no sólo ha de aportar bienestar físico al cuerpo, debe procurar también paz al espíritu y estímulo a la inteligencia. Y eso, eso, sólo lo puede dar una conversación adecuada. Entonces, ¿de qué hablar en la mesa? Por la deriva que llevan estas líneas, ya se habrá percatado de que no es un asunto menor ni baladí éste de la conversación, ¿de qué asuntos conviene conversar?
Por ejemplo, ¿se deben gastar bromas en una mesa? ¿Cuáles serían, en caso afirmativo, permisibles? Si me lo permite, me entrometo y se lo digo: de bromas, ninguna. En mi más que prescindible opinión no se deben gastar bromas en una mesa, por resultar inadmisibles en el fondo y maleducadas en la forma. No, sencillamente están fuera de lugar.
¿Es correcto hablar de política? Estarán conmigo que se trata de una delicada temática. No sé qué pensaban al respecto los clásicos y en concreto Plutarco, historiador y filósofo griego, muy interesado en el tema. Así que siento no poder ayudarle, aunque a cambio le puedo contar lo que he vivido personalmente. Después de varias horas de mesa y sobremesa “política” me suele ocurrir que al final, pues que no hemos dicho nada con enjundia. Pero eso sí, no hemos parado de hablar y con mucha brillantez, no crea, al menos así lo recuerdo al día siguiente. Es lo que tiene hablar de política en la mesa, que no es más que palabrería gastronómica, vamos que mucho hablar y poco decir.
¿Y de filosofía?, ¿se debe hablar? Es más, ¿sirve para algo la filosofía? Bueno, mejor corto aquí ésta mi ‘Opinión’ de esta semana, aunque le dejo un par de flecos sueltos para hilvanar en otro momento. Uno relativo al campo de conocimiento anterior, en forma de una pregunta de calado: ‘¿Por qué cruzó el pollo la carretera?’
El otro guarda relación con la frase que utilizó uno de los comensales, Pedro, en la susodicha cena que abre esta columna, que pidió la carne poco hecha y a la que Aurora, otra comensal, añadió que no le gustaba ver la sangre en el plato: ‘¿Tiene sangre la carne poco hecha que no sirven a la mesa?’.
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FUENTE: Enroque de ciencia












San Francisco de Atchis | Viernes, 05 de Octubre de 2018 a las 19:03:33 horas
La lógica nos dice que en en articulo que habla sobre temas que discutir en un encuentro gastronomico, caben tantos temas que bien tendría cabida el de las guerras. Otra cosa es que a algunos las guerras iniciadas con mentiras mediante mentiras, con un saldo de miles o millones de muertos inocentes, les traiga sin cuidado, porque no valoran las vidas humanas, aunque sean niños, quizás por ser arabes o que tratan de que no se hable de un tema incomodo para ellos y sus gurús politicos. Esa guerra pasada de la que habla con tanto desdén para las victimas, dejó atrás miles de muertos y mutilados, incluidos niños y mujeres, que en nada tenian que ver con las ambiciones ni de su gobernante ni de los criminales de guerra que bombardearon e invadieron su país. O lo mismo está orgulloso del conflicto, como su homonimo hyaenidae Mr. Ansar.
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