Desde que los problemas derivados del presunto máster de Cristina Cifuentes, a los que añadir otro tipo de inmoralidades propias de las cloacas del estado mayor del partido, acabaran con su brillante carrera política, la Universidad Rey Juan Carlos, los trabajos de Máster y las Tesis doctorales de los principales líderes de nuestro país se mantienen en el primer plano de la actualidad.

Si la primera en sufrir los efectos del escándalo fue la citada ex-presidenta de la Comunidad de Madrid, en los últimos días la ministra de Sanidad, Carmen Montón, se ha sentido en la obligación de decir adiós a su puesto por irregularidades en la consecución de su máster. En este último caso la inercia defensiva llevó al gobierno a cerrar filas en torno a su ministra, quedando totalmente desautorizado con el desenlace.

Pero la cosa no queda ahí. El nombre de Pablo Casado apareció entre otros ejemplos de irregularidades, apenas finiquitado el caso Cifuentes. A Casado, entre 2008 y 2009, le convalidaron 18 asignaturas de las 22 que componían su curso; en tanto que las otras cuatro a las que se redujo el máster, las quedó solucionadas con sendos trabajos que sumaban en total 92 páginas, sin aparecer por clase, exigencia obligatoria en estas materias. Todo ello gracias al favor del director del curso, Enrique Álvarez Conde, famoso por su implicación en el caso Cifuentes.

Si la dimisión de Carmen Montón sirvió como ejemplo a seguir, era evidente que el hecho condicionaba otras respuestas del mismo nivel: o sea que si Casado fuera éticamente coherente no le quedaría otra que dimitir.

Verse en esta tesitura obligó al equipo del líder del PP a crear una respuesta que trasladara la presión al oponente: el paso fue atacar a Pedro Sánchez acusándole de plagio en su tesis doctoral. Para lanzar la ofensiva no ha mostrado el PP agudeza alguna. La ex-ministra Dolors Montserrat, abrió el fuego sirviéndose de la ambigüedad de que la acusación partía de los medios, sin citar cuales. Si bien Montserrat se había adelantado a estos, ABC, O.K. Diario y El Mundo, siempre al servicio, dejaron clara la connivencia en la campaña. El capítulo parecía finiquitado con la publicación de la tesis en cuestión, pero las últimas noticias sobre el plagio de un discurso del diplomático Manuel Cacho en el libro que el presidente con Carlos Ocaña escribieron sobre el tema de su tesis, ha venido a dar un giro novedoso y todo hace presumir que Sánchez, entre en el mismo saco que Casado. Pues si ya sabemos el camino no hace falta más que seguirlo, quienes han empleado estas trampas solo tienen dos opciones: que lo aclaren o que se vayan.

Pero no todo es política, la actuación de la Universidad Rey Juan Carlos, posiblemente condicionada por presiones del poder, que para eso son sus mentores, ha sido absolutamente lamentable. Todo el entramado de corrupción que ha exhibido la URJC, perjudica de forma extrema su credibilidad. Quienes se han beneficiado de forma irregular solo se han preocupado de engordar su currículo y justo sería que de la forma proporcional pagaran sus consecuencias, al igual que los responsables académicos implicados, pero es el alumnado que cursa actualmente y ha cursado estudios en esta institución, que ha conseguido superar las pruebas que se le han exigido, quienes han visto mermadas considerablemente sus expectativas por el descrédito contagiado de todos estos escándalos. Lo de siempre, justos por pecadores.

Como esto no puede tener fin, para ensuciar más incluso el prestigio de la URJC nos hemos desayunado con la desaparición de 5.400 e-mails de la universidad de la época investigada por todas las irregularidades. ¡Pero no se vayan todavía, aún hay más!: Entre cuatrocientos y quinientos títulos de Derecho le fueron expedidos a italianos tras un solo examen por la URJC, que les evitaba cursar un máster en su país y... ¡Qué casualidad que el currículo de Albert Rivera haya sufrido de ayer a hoy alguna rectificación! Como sigamos tirando de la manta...

Manuel García Mata