LA NOCHE DE LOS MUERTOS VIVIENTES
    

Si me preguntaran: ¿qué opina usted de la exhumación del cadáver de Franco? Mi respuesta sería clara: me la sopla; y después me mostraría intrigado por el hecho de que alguien me hablara de usted, que es algo que ya nadie hace. Y luego pensaría que se trata de una pregunta un poco rara.
    

Francamente, el hecho de que desentierren o no desentierren al antiguo dictador es algo que no entra dentro de mis quinientos temas favoritos para preocuparme, situación en la que, por lo demás, juraría que se encuentra la mayor parte de los españoles. Sin embargo, y solo hay que echar una mirada a la prensa, cualquier noticia sobre el particular genera una cascada infinita de reacciones, lo cual creo que significa - aunque bien me puedo equivocar - que los españoles mantenemos una relación ambivalente con su figura.
    

Eso sí, el hecho de desenterrar a Franco constituiría una enorme torpeza. Franquistas en España prácticamente no hay. Un puñado de ancianos nostálgicos y cuatro jóvenes con tendencias agresivas que, además, no tienen ni puñetera idea de lo que significa, son los únicos que se cobijan bajo sus banderas. El hecho de desenterrar a Franco en vez de acabar con el franquismo lo hace renacer. Lo repito con otras palabras: la exhumación de Franco le da vidilla al franquismo. Y no creo que se trate de una opinión basada en impresiones personales. El Valle de los Caídos, desde que se anunció la posibilidad de que el antiguo dictador fuera desenterrado, ha experimentado un alza en las visitas cercana al 30%. Aunque parezca mentira y muchos no acaben de entenderlo, la mejor manera de luchar contra el franquismo es no hablando de él, no haciéndole caso.

Sentiría profundamente ser malentendido. Franco fue un dictador despreciable, y mi simpatía por él es prácticamente nula, pero su figura debiera ser discusión de historiadores, no de políticos. Y si hay gente que quiere ser franquista y reverenciar su oblonga silueta está en su derecho y con su pan se lo coman. Por lo demás, el franquismo duró casi cuarenta años, lo cual supone que en su interior hubo cosas buenas y cosas malas (sería imposible que Franco se hubiera mantenido tanto tiempo si todo hubiera sido malo); por una razón psicológicamente bastante comprensible, si se plantea la discusión sobre el gobierno de tan largo periodo, tendrán las de ganar quienes defiendan al dictador o, en todo caso, tendrán mucho menos que perder, ya que parten de un todo perdido. No sé si se me entiende. Porque a los muertos hay que dejarlos muertos; y a este lo están reviviendo sus enemigos.

PD. Recientemente he leído un libro sobre el franquismo - antiguo, porque fue editado en 1976 - que ha cambiado muchas de mis imágenes sobre el mismo. Se trata de Mis conversaciones privadas con Franco, de Francisco Franco Salgado-Araujo, primo del dictador. Es un libro curiosísimo, porque, aunque escrito por un franquista convencido, el autor no oculta las cosas que no le gustaban del régimen. Y hay dos puntos sobre los que se ceba. Uno es la mujer de Franco, a quien describe como absolutamente insoportable y como favorecedora de la red de corrupción que se formó alrededor del poder. La otra, lo poco que trabajaba Franco. Desde mediados de los años 50, el dictador se dedicaba fundamentalmente a la caza, y había meses, para espanto de Franco Salgado-Araujo, en los que se llevaba cuatro semanas de cacería, y en los que dedicaba uno o dos días a asuntos de gobierno.