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Viernes, 27 de Julio de 2018

"Historias populares de la villa de Rota", por Prudente Arjona

En esta sección se ofrecerán fragmentos del libro escrito por el roteño Prudente Arjona, titulado "Historias populares de la villa de Rota", que como su propio nombre indica, refleja buena parte de la historia local.  Aunque el libro está a la venta en papelerías del municipio, el afán del autor nunca fue lucrarse con ello, por eso, permite a Rotaaldia.com compartir algunos de sus capítulos para que el gran público tenga conocimientos de una parte pasada de la villa.

 

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DON PATRICIO

 

 

 

 

En los años cincuenta venían a Rota de veraneo muchos señores que se podían permitir en aquellos años disfrutar de sus vacaciones en nuestra localidad durante dos o tres meses seguidos, entre los que  había varios a los que les gustaba la cacería y que siempre buscaban a Juanito la Fábrica por ser el cazador más conocido y afamado de toda la comarca, aparte de su afabilidad, respeto hacia todo el mundo y amigo de hacer favores, aunque eso si, el buen humor, la picaresca, las bromas y el ingenio, lo llevaba siempre por delante.

 

En uno de aquellos años apareció por Rota un nuevo visitante. En esto que un amigo de Juanito se le acercó y le dijo: -Juan, ha llegado uno que te va a ir a buscar para que lo lleves de cacería, es un hombre muy pedante y prepotente que se cree que todos tienen que estar de criado suyo; se llama Patricio. Efectivamente, el buen señor apareció por la Venta de la Costilla preguntado por don Juan Montesinos; un camarero le indicó quien era, y una vez presentados y tras una corta conversación, acordó Juanito llevarlo a cazar al día siguiente a las cinco de la mañana, con  el ruego de que no se quedara dormido. -No Juan no-, contestó Patricio, es que amanece muy temprano; por favor, no se quede dormido. Mejor sería que se acostara temprano, por si acaso.

 

El hombre se acostó temprano siguiendo las indicaciones de Juanito, pero éste, que ya sabía donde se alojaba por la información que le había pasado su amigo, a las doce de la noche, cuando don Patricio estaba en su primer sueño, envió a un amigo para que le llamara por la ventana.

 

- ¡Toc, toc!,  ¡don Patricio…!

-¿Qué pasa, qué pasa?.

-Que me envía el Sr. Montesino para recordarle que no se vaya Vd. a quedar dormido y que a la cinco le espera en el lugar convenido.

-No, no, dígale que no se preocupe.

Y don Patricio volvió a la cama.

Y así,  cada hora, aquel hombre estuvo repitiendo la jugada hasta las cuatro de la mañana, mientras el pobre de don Patricio que se levantaba sobresaltado y respondía siempre a Juanito:

-No, no se preocupe Vd., que no me quedo dormido, se decía por dentro, -¿pero es que este hombre no duerme?

 

Finalmente, y como era de esperar, el bueno de don Patricio se quedó dormido como un roble y, lógicamente, no llegó a la hora de la cita para emprender la cacería. Juanito la Fábrica, por su parte, se fue a caza a las cinco de la mañana como hacía cada vez que estaba libre de servicio, y por la tarde, después de la siesta, como era su costumbre, se marchó a la Venta de la Costilla, donde, como esperaba, vio al inocente don Patricio dirigirse a él con cara de pocos amigos, pero Juanito, con mas tiros que un señuelo de esparto, antes de que don Patricio abriera la boca, le increpó:

 

-¿Que le pasó don Patricio, que no acudió Vd. a la hora fijada para la cacería? ¿Acaso se quedó dormido?

 

-No me voy a quedar dormido, si no me ha dejado dormir en toda la noche la persona que Vd. me envió para recordarme la cita de esta mañana. Cada hora me ha estado llamando el individuo ese,  llamando por la ventana para recordarme que tenía que ir de cacería con Vd., y al final me he quedado dormido,  yo y toda mi familia, que se despertaba cada vez que llamaba por la ventana. Nadie ha bajado a la playa esta mañana, y en estos momentos, a la hora que es, están desayunando porque nos hemos llevado todo el santo día durmiendo. ¡A ver quien duerme esta noche!.

 

Juanito, con cara de aparente escepticismo le responde, -Vera Vd. don Patricio, yo le envié a ese hombre una vez para recordarle a Vd. la hora de la cacería, pero seguramente habrá confundido mis órdenes.

 

Don Patricio, dándose cuenta de que había sido burlado, dio media vuelta y enfiló la puerta de la Venta la Costilla dando sonoros bufidos.

Cuando Juanito le contó el final de la historia a su amigo, el que le había puesto sobre aviso sobre el carácter de don Patricio, y que le ayudó en la broma nocturno, rieron a carcajadas, con la seguridad de que al tal don Patricio se le aplacarían los humos, por lo menos en Rota.

 

 

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