Carlos Roque Sánchez
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¿POR QUÉ, QUEMANDO MARIPOSAS?
¿Por qué he utilizado en la primera parte de los títulos de algunas de las últimas opiniones (‘Vanitas vanitatum’, ‘Hacia la igualdad sexual’ y ‘Amor epéntico’), la expresión ‘Quemando mariposas’? ¿Por qué?-
Quemando mariposas. Por si no cae en estos momentos, es el compromiso que adquirí en la última de esas entregas y aquí estoy para cumplirlo. Por lo que tengo consultado la expresión data de principios del siglo XVI, cuando fue utilizada por el monje benedictino fray Pedro Ponce de León, un hombre de Dios que denominaba “mariposas” a los varones que practicaban la sodomía. Ya ven que curiosa asociación.
Y en su argumentario justificativo explicaba que los sodomitas eran como mariposas porque: “las mariposas”, tentadas por la atracción de la llama “vuelan adelante y atrás, cada vez acercándose más y más al fuego”, hasta que finalmente se queman en su totalidad. En su opinión los sodomitas “que no se enmiendan, llevados por el pecado acabarán por fin en el fuego como mariposas”. Y de ahí, de seis siglos atrás, proviene mi utilización en 2018 de la expresión de cabecera.
Eso sí, con una intencionalidad bien diferente de aquella otra asociación que, hace ya quince años, empleó Alfonso Guerra al calificar a Mariano Rajoy de ser “un poco mariposón”. Ya saben, y por aquello de rodando rodando, de mariposa mariposón, como de marica maricón. Si, las mariposas se queman por acercarse cada vez más al fuego. Palabra de monje benedictino, palabra del “helmano de mi helmano”.
Primer educador de sordos. No me gustaría dejar esta breve reseña ‘mariposil’ sobre fray Pedro, sin contarles de él el relevante papel que jugó en la educación de los sordos, pero en su justa medida. Justa digo porque, aunque para algunos estudiosos de la cosa docente fue el primer educador de sordos del mundo, no faltan documentos que demuestran lo contrario lo que, por otro lado, en nada minimiza la importancia de su labor en este campo.
Lo cierto es que a ciencia cierta no es mucho lo que sabemos de él como persona y poco más de como educador y de su pedagogía: el lugar donde ejercía, el texto que utilizaba, su método de enseñanza o los discípulos a los que enseñó. Al parecer lo hizo en el monasterio leonés de Sahagún, para muchos la primera escuela para sordos en la historia, y utilizó texto y método propios.
Este ‘método de desmutación’ consistía, primero, en enseñarles a escribir mientras les señalaba con el dedo índice de la mano derecha las letras figuradas en su mano izquierda (alfabeto bimanual), para después hacer lo propio con los objetos identificados o rotulados con su respectivo nombre. A continuación les hacía repetir manualmente y por escrito, por este orden, las palabras que correspondían a los objetos. Una y otra vez.
Entre su clientela abundaban los nobles cuyos hijos sordos, y en consecuencia mudos, no tenían posibilidad de heredarles por ley, lo que planteaba un problema de linaje familiar. Claro que tampoco era menor el del fraile a la hora de enseñarlos, si tenemos en cuenta el pensamiento aristotélico predominante al respecto y contra el que tuvo que luchar. Según el griego los sordomudos nativos (‘ex nativitate’) se hallaban incapacitados para el acceso a las ideas abstractas, sencillamente porque lo decía él. O sea que con la iglesia hemos topado, hermano Sancho.
Derechos LGTBI. Con el paso del tiempo y por fortuna, las circunstancias han cambiado para mejor. Han transcurrido ya 17 años desde que en Holanda se legalizara el matrimonio homosexual, y desde entonces otros 25 países han seguido sus pasos, creo que el último Alemania, el año pasado. Sin embargo las organizaciones de derechos de gais, lesbianas, bisexuales, transexuales e intersexuales (¿LGTBI o LGBTI?) nos ponen sobre aviso de las fuertes resistencias que, a este avance social, se hacen en otros tantos países. Según ellas la homofobia y sus leyes siguen siendo una constante en buena parte del mundo, vamos que siguen quemando mariposas.
Por ponerles solo unos ejemplos. En pleno siglo XXI superan la docena los países entre cuyas leyes de moralidad se cuentan las que criminalizan la difusión o visibilización de contenidos gais. Y las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo son ilegales, con pena de cárcel, en al menos 72 países de los que ¡el 37% son miembros de Naciones Unidas! Lo que no es nada si lo comparamos con esos 12 países en los que estas relaciones pueden ser castigadas, incluso, con la pena de muerte.
Lo que les dije. El ‘vanitas’ sodomita. El lesbianismo victoriano. Y el amor epéntico lorquiano y su mariquita. Seguimos quemando mariposas. Por eso.
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FUENTE: Enroque de ciencia












Fray Angelico Torquemada | Viernes, 27 de Julio de 2018 a las 18:38:45 horas
Pues no sé a cuento de que Fray Pedro Ponche de León abominaba tanto de los varones sodomitas, cuando donde han existido siempre más "mariposas" ha sido en las abadias y conventos. Y en los colegios y orfanatos religiosos, "abejorros"
depredadores libidinosos.
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