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Sábado, 26 de Febrero de 2011

Balsa Cirrito

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LORENZOLOGÍA



   

  

En los días en que Miguel Induráin imponía la ley de su bicicleta en las carreteras de Europa, los periodistas de entonces crearon una especialidad de las que no se estudian en las facultades: la indurainología. Los indurainólogos eran aquellos que analizaban las palabras gestos y actitudes del campeón navarro, intentando adivinar por ellos cuál iba a ser su próximo movimiento. Si iba a correr el Giro o la Vuelta. Si estaba en forma para el Campeonato del Mundo o para la Paris-Niza. Induráin hablaba poco, y su rostro era más bien inexpresivo, por lo que se comprende la especialidad de la indurainología. Lo que resulta más raro es hablar de lorenzología, o sea, el estudio de las palabras y actitudes de Lorenzo, sin embargo, en eso estamos (parece claro que en Rota, cuando hablamos de Lorenzo no nos referimos a Lorenzo de Medicis, alias el Magnífico, sino a Lorenzo S.A.).


Respeto mucho a Lorenzo, es más, diría que lo admiro en no pocos aspectos, y en varias ocasiones lo he manifestado en estas páginas. Pero no sé si tengo ganas de convertirme en lorenzólogo. La cuestión es la siguiente: después de escuchar a Lorenzo, ya sea en un pleno, ya en rueda de prensa, ya en una caseta de feria, uno piensa instintivamente:”¡Qué bien habla Lorenzo!”, y a continuación: “¿De qué ha hablado Lorenzo?”.
Porque el hombre es un jeroglífico.


Es cierto que a menudo la política se convierte en el arte del ocultamiento, pero lo de L.S.A. (Lorenzo Sánchez Alonso) parece la versión 10.0 de esa técnica. Estamos tan acostumbrados a que quienes nos tienen que hablar claro (es decir, los que nos gobiernan y los que nos quieren gobernar) nos hablen torcido, que ya ni nos espantamos. Pero, no señor, las cosas no son así. No deben ser así.


En los últimos meses hemos escuchado decir a L.S.A. que se iba del ayuntamiento porque estaba enfermo. Que dejaba la alcaldía porque la Junta lo maltrataba. Que no se iba a ir hasta que inauguraran el Centro de Salud. Después no se iba, daba medallas a gente de la Junta y tampoco inauguraba Centro de Salud. Y, encima, seguía de alcalde de tapadillo.
¡Guau! (O, mejor dicho, ¡miau!).


La semana pasada, L.S.A. insinuó que se volvería a presentar a las elecciones, y los lorenzólogos en seguida comenzaron a especular. ¿Qué habrá querido decir? ¿Se presentará? ¿No se presentará? ¿Se refería a las elecciones de la Peña DOSA? Uno puede imaginar una reunión de RRUU donde L.S.A. afirma con solemnidad tras mirarse el reloj: “Son las siete y media”. Y puede imaginar a los militantes discurriendo: 

- ¿Qué significan las siete y media? – dice uno muy preocupado.
- Yo creo que Lorenzo quiere decir que tiene hambre – responde otro.
- Lo mismo es que está cansado de la reunión – apunta el de más allá.
- Me parece que ya lo sé. Se refiere al número de concejales que tenemos que sacar en las elecciones.
- ¿Pero cómo vamos a sacar siete concejales y medio? ¿A quién partimos por la mitad?
- No sé, al que sea más alto.
- ¿A Felipe Márquez?
- No, demonio, Felipe Márquez no es de los nuestros; y lo mismo no se deja.
Pero cuando un instante después LSA rectifica: “Quería decir que eran las siete y cuarto, que me he equivocado”, los mismos militantes de RRUU caen en la perplejidad, porque ya no saben cómo interpretar las palabras de su admirado líder.
- ¡Ha rectificado! – dice alguien lleno de asombro.
- Uf, me da mala espina.
- ¿Por qué?
- Esta claro: un cuarto es menos que un medio.
- ¡Es verdad!


Podríamos seguir así hasta el día del juicio (del juicio de Camps), pero creo que queda claro: cuando LSA habla, nadie cree que pueda estar diciendo lo que está diciendo, sino algo muy distinto. Y lo miremos por donde lo miremos, un político del que nadie se cree lo que dice no es un político con futuro, salvo como tertuliano de Tele 5.


Y, a fin de cuentas, ¿qué? Personalmente me gustaría que Lorenzo se presentara a las elecciones. Sería bueno. Pero me gustaría que lo hiciera porque se halla convencido de que le quedan cosas por aportar, y porque tiene ganas de arrimar el hombro, no por algún berrinche o por alguna vendetta contra alguien de dentro o de fuera de su partido. Si Lorenzo se presenta, sería lo más divertido. Todos los equipos con su alineación de gala. Y que gane el que dé menos patadas.

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