EL CONTEXTO HISTÓRICO DE LOS MUNDIALES DE FÚTBOL

“Un terremoto sacuda el sur de Italia enterrando a mil quinientos napolitanos, Marlene Dietrich interpretaba El Ángel azul, Stalin culminaba su usurpación de la  revolución rusa, se suicidaba el poeta Vladimir Maiakovski. Los ingleses arrojaban a la cárcel a Mahatma Gandhi, que exigía la independencia y queriendo patria había paralizado a la India, mientras bajo las mismas banderas AUGUSTO CESAR SANDINO alzaba a los campesinos de Nicaragua en las otras Indias, las nuestras, y los marines norteamericanos intentaban vencerlo por hambre incendiando las siembras....”.

Con este texto, Eduardo Galeano, inicia el  capítulo “el Mundial del 30”, que forma parte de su obra “El fútbol a sol y a sombra”. Ya comenté en el artículo de la semana pasada algunas cuestiones recogidas en este libro.

Los distintos mundiales de fútbol que el escritor uruguayo trata en este libro comienzan todos del mismo modo. Resalta, dentro del contexto de cada Mundial de fútbol, los acontecimientos internacionales más destacados desde su conciencia de ciudadano del mundo. Es como si durante el año de celebración de cada Mundial en cuestión no hubiese habido en el contexto internacional hecho más transcendental que el evento futbolístico. Por eso, resalta otros hechos históricos coetáneos con el propio Mundial. La memoria colectiva, de los aficionados al fútbol, es capaz de recordar, por ejemplo, los países que disputaron las distintas finales de los mundiales e incluso sus goleadores, pero es incapaz de retener otros acontecimientos ocurridos en esos años en cuestión.

1958 fue año de Mundial de fútbol. En esta ocasión con sede en Suecia. Y Galeano recuerda que aquel año “los Estados Unidos lanzaban un satélite a los altos cielos: la nueva luna giraba en torno a la Tierra, se cruzaba con los sputniks soviéticos y no los saludaba... en  Cuba fracasaba la huelga general de Fidel Castro contra la dictadura de Fulgencio Batista, pero en Venezuela otra huelga general volteaba la dictadura de Pérez Jiménez...  Juan XXIII, Juan el Bueno, era el nuevo Papa de Roma, el príncipe Carlos era el futuro monarca de Inglaterra, Barbie era la nueva reina de las muñecas....”.

En el Mundial del 70, celebrado en México, el brasileño Pelé hacía las delicias de cualquier aficionado objetivo al fútbol. En mismo año, “a los veinte años de edad, el poeta Rugama caía en Managua, peleando solito contra un batallón de la dictadura de Somoza. El mundo perdía su música: se desintegraban los Beatles, por sobredosis de éxito, y por sobredosis de drogas se nos iban el guitarrista Jimi Hendrix y la cantante Janis Joplin.... En Washington  ya nadie creía en la guerra de Vietnam pero la guerra seguía, según el Pentágono los muertos sumaban un millón, mientras los generales norteamericanos huían hacia adelante invadiendo Camboya... Allende iniciaba su campaña hacia la presidencia de Chile, después de tres derrotas, y prometía dar leche a todos los niños y nacionalizar el cobre...”.

El último Mundial de fútbol narrado en el libro es el de 1986.

Me pregunto si Galeano hubiese destacado en el mundial de Rusia de 2018 de entre los acontecimientos mundiales fuera de la órbita del balón, la guerra comercial desatada por el presidente norteamericano contra, prácticamente, el resto de países; la irrupción de dirigentes políticos de marcado ideario racista que marcaron las restricciones fronterizas de sus países; la llegada a la presidencia del Gobierno de España de Pedro Sánchez tras la moción de censura al PP; y la acogida en España de los náufragos rescatados en el Mediterráneo por el barco, de Médicos Sin Fronteras, el Aquarius.
Salud.