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Sábado, 19 de Mayo de 2018

Carlos Roque Sánchez

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ÁNGELES Y MONSTRUOS

 

 

 


Me dispongo a escribir estas líneas y les confieso que mi estado de ánimo no es el más optimista. Estoy indignado y triste por unos hechos que son, si se demuestran ciertos, deplorables y despreciables desde todo punto de vista, y es que no es para menos. Otra vez, una más, los medios de comunicación nos informan de nuevos abusos sexuales cometidos con menores por parte de unos seres ominosos y desalmados. Unos descastados que violentan, a veces durante años, a menores que lo mismo son unos desconocidos, unos familiares o sus propios hijos, porque sepan que a estos cabrones humanos no les importa nada ni nadie, salvo ellos mismos y la apetencia de sus bajos instintos. Unos abusos que por parte de las víctimas, si es en el entorno familiar más íntimo, se silencian por miedo y respeto al agresor, ¡qué es su propio padre!


Por miedo a ese progenitor desnaturalizado que por contra, nunca mostró reparo alguno en dar rienda suelta a las peores y más sucias de las inclinaciones, aunque para ello tuviera que utilizar sus pequeños e inocentes cuerpos. Y por respeto por su vida, Dios que contradiós, porque los muy hideputas cuando las circunstancias cambian y se ven en peligro, los chantajean además amenazando con suicidarse “me tiro a la vía del tren si me denuncias” dicen algunos. Así de crueles y cobardes son. Yo reniego de estos animales que pasan por pertenecer a la raza humana, de estos seres miserables, auténticos despojos humanos, que no pueden ser comparados ni con las peores alimañas. Malditos seáis una y mil veces.


Pero no quiero que piensen que olvido y dejo de tener presente la presunción de inocencia del acusado. No. Sé que así debe de ser por más que a veces nos cueste, y que es lo justo, pero es que no me acostumbro, qué quieren soy humano. Y eso que los medios de comunicación ya nos suministran, y por desgracia casi a diario, una dosis bien despachada de noticias cargadas de penalidades y miserias, cargadas al menos lo suficiente como para que tengamos ya el cuerpo hecho a todo. Pues nada, no me acostumbro. Y mucho menos si en las desgracias están implicados los niños, que son lo más importante que tenemos. No, les digo más, si me apuran y en un momento dado me obligaran a elegir, no lo dudaría ni un solo instante: ¡los niños serían lo único que me importaría! Y los elegiría, a pesar de lo que dicen los expertos.


Ya saben. Que si estos violadores son también, incluso más que otra cosa, victimas. Que si en el pasado de cada adulto que abusa y viola, vive un niño que también sufrió abuso y violación. Que si también son víctimas que nos deberán interesar y preocupar como seres humanos que sufren. Que si... Que sí, que puede ser que así sea si lo dicen los que saben de esto. Que de acuerdo. Pero es que yo no estoy escribiendo hoy de este tipo de víctimas. Yo escribo de las víctimas que me importan, de los niños, de nuestros hijos, de los hijos de nuestros hijos. De esos seres que a esa corta edad, unos ángeles, es probable que sean los animales más indefensos que pueblan nuestro planeta, pues es cuando más necesitan de sus padres, que lo son todo para ellos y en quienes únicamente confían. Y lo hacen por y para todo.


Los adultos deshumanizados, los monstruos que abusan de ellos, serán víctimas pero son unas victimas abominables y miserables. Malditos sean ellos y la casta que los hicieron así. Perdone lector, perdonen todos, pero es que ya tengo una edad y en asuntos como éste me cuesta, me cuesta mucho, ser algo objetivo y me tengo que esforzar mucho para ser comprensivo. Lo lamento. Para finalizar y a modo de disculpas les dejo con una poesía de Arnaldo Rascovsky, que es toda una declaración de intenciones, cuya lectura siempre me reconforta. Se titula “Cuando tu hijo...”  


Te busque con su mirada... míralo.
Te tienda sus brazos... abrázalo.
Te busque con su boca... bésalo.
Te quiera hablar... escúchalo.
Se sienta desamparado... ampáralo.
Se sienta solo... acompáñalo.
Te pida que lo dejes... déjalo.
Te pida por volver... recíbelo.
Se sienta triste... consuélalo.
Esté en el esfuerzo... anímalo.
Esté en el fracaso... protégelo.
Pierda toda esperanza... aliéntalo.

 

CONTACTO: [email protected]
FUENTE: Enroque de ciencia

 

Comentarios (3) Comentar esta noticia
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  • Justino

    Justino "Tomasito" | Viernes, 25 de Mayo de 2018 a las 17:08:23 horas

    Estupendo artículo.Triste realidad en donde hay mucho trabajo por delante.

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  • San Francisco de Asis

    San Francisco de Asis | Miércoles, 23 de Mayo de 2018 a las 22:58:03 horas

    Si señor, extraordinario. Soberbia exposición de la pederastia cometida dentro de la Iglesia. Gracias por el aporte.

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  • Hermano Lobo

    Hermano Lobo | Martes, 22 de Mayo de 2018 a las 21:56:53 horas

    Magistral.

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