RECUPERAR HISTORIAS

A la vista de que los artículos sobre la recuperación de la memoria histórica provocan pasión entre los lectores semanales, he decidido continuar en el empeño.

El arrebato de los filofascistas, por una parte, y la emoción de los demócratas por otra, indican que estas notas cumplen el objetivo por el que son escritas.

La libertad de expresión permite que cada uno ejerza este derecho fundamental. Unos se empeñan en silenciar una parte de la Historia, y sólo quieren que se recuerden las atrocidades y barbaridades cometidas en el bando republicano. Es la Historia que han difundido durante los cuarenta años de dictadura y que conocemos al pie de la letra. Pero hay otra parte de la Historia que han tratado de ocultar durante esos cuarenta años. Sin el conocimiento de la Historia completa, de las dos partes, nunca resplandecerá la verdad plena. Sospecho que, como ya he repetido en otras ocasiones, pueden haber motivos económicos, por parte de los fascistas, en seguir silenciando la parte de la Historia que estuvo oculta durante la dictadura y buena parte del periodo democrático actual. Sólo aprendiendo de la Historia evitaremos caer en los mismos errores.

La figura de Manuel Liaño Ruiz de la Canal representaba el prototipo de las ideas de la II República en Rota. “Joven, culto, inteligente, autodidacta, con ansias de superación, con gran facilidad para la literatura, la oratoria y el periodismo, siempre se distinguió por su amor a la justicia, por su defensa de la clase trabajadora, por su repulsa a las actitudes violentas y por su entrega generosa en ayudas a los necesitados”, según lo definen los autores del libro “Memoria rota, República, Guerra Civil y represión en Rota”. Pues bien, Manuel Liaño Ruiz de la Canal fue fusilado, junto a otros doce roteños, y su cuerpo aún no ha sido recuperado. Fue asesinado por defender sus ideas de libertad, igualdad y fraternidad. La asociación de la Memoria Histórica de Rota ha recuperado su recuerdo, junto a otros roteños que corrieron la misma suerte y a cuyos familiares, los fascistas les tenían prohibidos hasta llorarlos. Durante los cuarenta años de la dictadura franquista y una buena parte del periodo democrático, excepto sus familiares, nadie sabía que estas personas habían existido.

Los filofascistas siguen empeñados en que estas historias sigan ocultas.

“Vencer no es convencer y hay que convencer, sobre todo, y no puede convencer el odio que no deja lugar para la compasión; el odio a la inteligencia que es crítica y diferenciadora, inquisitiva, mas no inquisición”, pronunciaba Miguel de Unamuno en el paraninfo de la Universidad de Salamanca repleto de fascistas el 12 de octubre de 1936. La respuesta que recibió de entre los oyentes fue: “¡Mueran los intelectuales! y ¡Viva la muerte!”.
Sobran los comentarios.
Salud.