Quantcast
Sábado, 31 de Marzo de 2018

Carlos Roque Sánchez

[Img #89493]

 

 

 

 

CRUCIFIXIÓN

 

 

 

 

 


Creencia. Hasta ocho sucedidos extraordinarios nos cuentan los libros sagrados que acompañaron en su crucifixión y muerte a Nuestro Señor Jesucristo. Para algunos creyentes no son sino otros tantos argumentos de su naturaleza divina, distintas evidencias y pruebas que, supuestamente, nos hablan del carácter sobrenatural del Hijo de Dios.


Pero ¿de qué son evidencias? ¿Cuál es la realidad que prueban? Y en cualquiera de los casos, ¿qué tienen que ver unas y otras con la verdadera fe? En lo que respecta a las evidencias, a los testimonios escritos, lo cierto es que los libros sagrados ayudan poco- Más bien propician la confusión diría yo. Los evangelios por ejemplo, no se ponen de acuerdo y discrepan no sólo en las palabras que Jesús pronunció en la cruz, sino en las anomalías y extraordinarios fenómenos geológicos, meteorológicos y astronómicos que acompañaron a su muerte. Si me lo permiten se los recuerdo: “Entonces la cortina del santuario se rasgó en dos, de arriba abajo”; “La tierra tembló”; “Muchos cuerpos de santos que habían muerto resucitaron”; “Desde la hora sexta hasta la hora nona se hizo la oscuridad sobre la Tierra”; “Las tumbas se abrieron”; “Las rocas se rajaron”.


Por otro lado llama la atención que Juan, el único apóstol que al parecer estuvo presente en la crucifixión, no refiera en su evangelio ninguno de estos fenómenos, sólo nos dice que Jesús “reclinando la cabeza, entregó el Espíritu”. Nada más. Pero es que tampoco se mencionan en el resto del Nuevo Testamento o en las crónicas de la historia contemporánea. Es más, ni siquiera Flavio Josefo, historiador de la familia de Herodes, deja constancia de ellos en su obra. Precaución con lo que creemos.


Ciencia. A pesar de esta falta de uniformidad en los testimonios de los libros sagrados, ya significativa por sí misma, desde el punto de vista de la ciencia quedan líneas de estudio que merecen ser investigadas. Verán. Aunque de la mayoría de los espectaculares efectos narrados en los Evangelios no ha quedado constancia alguna, sí hay uno, de tipo astronómico, que se podría constatar científicamente y por tanto ser de interés para el investigador. Es el que se produce al considerar que las horas de tinieblas fueron consecuencia de un eclipse de Sol, como llega a interpretar el propio Lucas.


Sin embargo en la fecha en la que tuvo lugar la crucifixión, por diversos argumentos científicos que ahora no vienen al caso, resulta muy, muy, improbable la existencia de un eclipse de Sol. Y tampoco, por los mismos motivos, pudo ser un eclipse de Luna como apuntan otras hipótesis. No. Aunque sí sabemos que hubo un eclipse total de Sol que fue visto ¡desde Palestina!, pero que tuvo lugar a las 8:58 h de la mañana del ¡24 de noviembre del 29 d.C.! O sea que las fechas no casan, un dato que nos obliga a retomar una ya vieja investigación inconclusa: la fecha de nacimiento de Jesús.


Como pueden ver todo apunta a que los evangelistas asociaron el simbolismo catastrófico de un eclipse total de Sol -sucedido unos meses antes o después- con la crucifixión y muerte de Jesús, y relataron esos dos hechos como simultáneos, aunque no lo fueran en realidad. Una conexión que si queda en el terreno de lo puramente religioso, cumple su función a la perfección. Fruto tanto del particular modo de escribir del apóstol como del público al que va dirigido, no es más que un lenguaje simbólico-teológico para oyentes y lectores iniciados, con el que se narra el significado profundo del acontecimiento de la muerte de Jesús. Pero fuera de este contexto carece de sentido. No sólo soporta con dificultad un simple análisis crítico, escéptico, racional y científico, sino que además no tiene importancia alguna frente a la fe cristiana. Caución con el valor de la prueba.


Cine. Este, desde siempre, delicado dúo ciencia-religión se convirtió el pasado siglo XX en un trío, gracias a la magia del cine. Me explico. Sólo una vez en la historia del cine se ha filmado un eclipse real como parte de una escena de una película. El eclipse total de Sol fue el del quince de febrero de 1961 visible en Europa. Y la película la producida por Dino de Laurentis, dirigida por R. Fleischer y estrenada en octubre de 1962. Su título... “Barrabás”.


Nunca se había hecho antes, ni se ha vuelto a hacer. Se trabajó literalmente a oscuras, sin conocer los tiempos de exposición, las velocidades del filme, la escala de imágenes y la luz de fondo más apropiados, desconociendo además la reacción que podrían tener los actores ante semejante fenómeno natural. Por no nombrar que la escena sería única: si un actor se equivocaba no se podría decir “corten” y repetir. No es raro que la película se ganara el título no oficial de “la cinta que detuvo al Sol” y que uno de los operadores, con posterioridad, confesara: “Ha sido mi más bella escena en 30 años de carrera”. Cautela con la creencia y la ciencia, y más cine por favor.

 


Para contacto personal: [email protected]
FUENTE: Enroque de ciencia

 

Comentarios Comentar esta noticia
Comentar esta noticia

Normas de participación

Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.

Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.

La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad

Normas de Participación

Política de privacidad

Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.10

Todavía no hay comentarios

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.