Balsa Cirrito
LA DEMOCRACIA A GRANDES DOSIS RESULTA INDIGESTA
Hace años Alfonso Guerra lanzó en un mitin una frase que por aquel entonces me pareció afortunada y que he repetido muchas veces: "Cuando alguien os diga que no es de izquierdas ni de derechas - gritaba el bueno de Alfonso - ya sabéis que es de derechas". Sin embargo, me da un no sé qué de que el panorama ha cambiado. Tanto que a menudo los que dicen que son de derechas actúan como de izquierdas y los que dicen que son de izquierdas hacen cosas de derechas. O, más exactamente, uno llega al punto que no los termina de distinguir.
Y no lo digo por tocar las narices (o no solo por ello). Pongamos por ejemplo al partido de Marine Le Pen, el Frente Nacional francés, tomado comúnmente como una formación no ya de derechas, sino casi de extrema derecha. Sin embargo, uno va a su página web, lee su programa electoral y se dice: "Esto me recuerda a...¡Esto me recuerda a Podemos!". Mejor dicho, no es que recuerde a Podemos, es que el partido de Pablo Iglesias firmaría absolutamente, sin cambiar una coma, toda la parte de las reformas institucionales de la formación francesa, y muchas más de otros campos (quien no lo crea que acuda a la página web del Front National). Todo lo cual me lleva a descubrir que la división de Alfonso Guerra se queda en la actualidad muy corta. Al equipo de izquierda y al equipo derecha debemos añadir un tercer equipo, equipo que podríamos llamar P.A. (Populista Antisistema). Es un equipo, las cosas como son, que esta teniendo la leche de éxito. Ganaron en EEUU con Trump. Ganaron en Gran Bretaña con el Brexit. Han ganado en Italia si sumamos la Lega y el Cinque Stelle, los dos abiertamente populistas y antisistema. En la Europa del Este casi mejor no hacer cuentas. En Cataluña no te digo. En Alemania y en Francia han estado ahí ahí. Y se les ve mucho futuro.
La receta para ser antisistema o populista es sencilla. Hay que quejarse de todo, de lo que está bien y de lo que está mal; de lo que está y de lo que no está. Hay que buscar un culpable de lo que falla o pueda fallar. Y, sobre todo, hay que simplificar al máximo, pensando que se está hablando para gente que no ha acabado la ESO. De esta forma, los populistas antisistema (a partir de ahora, PA) nos aseguran que el mundo se arreglaría si acabáramos con las multinacionales o si los políticos dejaran de ser corruptos o si saliéramos del euro o si utilizáramos la energía solar, que da igual el campo de batalla, lo que cuenta es estar cabreado. Nos hallamos en una sociedad apabullantemente compleja, tanto que nadie es capaz de comprenderla en su totalidad, sin embargo estos del PA lo solucionan en un tweet; para que la solución de cualquier problema sea correcta - parecen decirnos los PA (repito, Populistas Antisistema) - tiene que ser comprensible por un niño de diez años. Desde mi punto de vista, esta tendencia viene provocada, sobre todo por internet. Y parte principalmente de dos circunstancias.
La primera es que tenemos exceso de información. Somos incapaces de asimilar asuntos complejos porque hay demasiados que requieren nuestra curiosidad. Y la segunda es que el ser humano medio es bastante cabroncete. O, seamos sinceros, cabrón puro, sin diminutivo afectuoso. Internet ha dado voz a todo el mundo, y lo primero que comprobamos es que el mundo esta lleno de perturbados y de gente con mucha mala leche. Solo hay que pasearse un poco por cualquier foro o atisbar un poquitín las redes sociales para comenzar a incubar una bonita depresión. Buscamos la crítica, atisbamos solo lo negativo, y no encontramos nada bueno, nada noble, nada positivo. Estamos dispuestos a achacar siempre a los demás - particularmente si son políticos - las motivaciones más miserables. Según mi experiencia, los políticos son muy a menudo imbéciles, pero la mayor parte de las veces, vienen llenos de buenas intenciones, más que de maldad.
Después de pasarse cinco minutos, por ejemplo, en Facebook, uno tiene la sensación de que vivimos en la peor de las sociedades posibles, donde nadie hace nada bueno. Y que cualquier error que descubrimos en alguien nos hace que ataquemos al pobre infractor con una crueldad y violencia absolutamente desproporcionadas.
Miro hacia atrás y recuerdo el mundo de mi infancia, el de mi adolescencia, el de mi juventud, y veo que siempre hemos avanzado para mejor, que el mundo, y particularmente España, goza de un mayor bienestar, cultura, salud, tranquilidad. Por supuesto, no estamos en un planeta perfecto, y a veces damos pequeños saltos hacia atrás, pero esos desajustes del sistema no deben hacernos pensar que debamos derribar todo, sino ajustar los fallos. Me entristece particularmente cuando escucho o leo las críticas absolutamente injustas y alegremente inconscientes que se vierten sobre lo que algunos llaman "régimen del 78", es decir, el salido de la constitución aprobada aquel año. Realmente hay que estar ciego o tener mucha mala fe para no ver los enormes, los inmensos progresos que hemos realizado desde entonces.
Siempre es más fácil destruir que construir. Y los PA ni siquiera se plantean la construcción. Ahora hay muchos, particularmente entre la extrema derecha y la extrema izquierda, que se pasan la vida hablando de darle la "voz al pueblo". No estoy seguro de que sea una buena idea. Cuando se le da mucha voz al pueblo, a las pruebas me remito, lo que florece no es precisamente la democracia, sino la ignorancia y la estupidez. El más ignorante y el más estúpido suele ser el que más grita. Y el rebaño suele acudir a donde hay más ruido. Dicho de otra manera: ¡viva Jovellanos y viva el marqués de Esquilache!












FORGES | Viernes, 16 de Marzo de 2018 a las 21:41:50 horas
¿Buscan ustedes un ejemplo claro de revisionismo historico basado en mentir, calumniar, tergiversar y retorcer la historia para adaptarla y justificar a unos criminales que dieron un golpe de estado, llevaron a cabo un genocidio planeado durante la guerra y en plena dictadura, secuestró las libertades y derechos del pueblo? Lean la homilia-patraña de monseñor Reverendorota y su ristra de falacias unida por una cuerda de trolas. Pero lo más triste de estas calumnias en cadena son su chapucera ejecución y su patetico cierre, cuando hasta el propio Suarez reconoció que no se hacia un referendum monarquia-republica porque todo indicaba que ganaria la segunda de forma aplastante y se les desmontaria el chiringuito. Es tragicomico la forma que tienen ciertos fascismos de procalamarse portavoces del pueblo español, cuando no tienen ni pajorela idea de lo que piensan o quieren los españoles.
Accede para votar (0) (0) Accede para responder