Antonio Franco
![[Img #87503]](upload/img/periodico/img_87503.jpg)
FISCALIDAD INJUSTA
Que los artículos de nuestra Constitución, sobre todo aquellos de ámbito social, no se cumplen es algo que desde la izquierda ideológica se ha venido denunciando constantemente. Ya saben, el derecho y el deber de trabajar, el derecho a una vivienda digna, el derecho a una pensión digna y periódicamente actualizada...
Las políticas económicas de la derecha ideológica han desvirtuado el articulado de nuestra Carta Magna. En ese sentido, la Constitución se ha convertido en un armazón sin cuerpo que sostener.
Fíjense en el texto del artículo 31 punto 1 de la Constitución y se darán cuenta que tampoco se cumple. Es más, tenemos un sistema fiscal cada vez más regresivo. Dice el artículo 31.1: “todo el mundo contribuirá al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad económica mediante un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y progresividad que, en ningún caso, tendrá alcance confiscatorio”. Según este enunciado, se pide que pague más y contribuya con “un mayor esfuerzo fiscal” aquellos que más tienen.
Pero la realidad es bien distinta. Más del setenta por ciento de la recaudación tributaria corresponde al Impuesto de las Rentas de las Personas Físicas ( el IRPF) y al IVA, que es un impuesto de consumo. Mientras que el IRPF es un impuesto directo y cada uno paga según gana por su trabajo, el IVA es un impuesto indirecto. En el caso del IVA todos pagamos igual, sea cual sea el ingreso por nuestro trabajo. El IVA de la leche o del pan, por poner dos ejemplos significativos, es igual para el parado, para el obrero de la construcción o para un alto ejecutivo. Es pues, un impuesto regresivo, todo lo contrario de lo que marca el artículo 31.1 de la Constitución. Mientras que las rentas medias dedican casi todos sus ingresos al consumo, las más altas las pueden dedicar al ahorro. Según datos del Sindicato de Técnicos del Ministerio de Hacienda, el veinte por ciento de los hogares con rentas más bajas, las que están por debajo de los 11.500 euros anuales, pagan un veintiocho por ciento de sus rentas en impuestos y cotizaciones. Por contra, los hogares con ingresos superiores a los 62.000 euros llegan a pagar como mucho el treinta y tres por ciento.
Es fácil deducir que el IVA es el impuesto que más contribuye a estas diferencias en la contribución de cada uno a la Hacienda Pública.
Hemos mencionado que son las clases que más ganan los que pueden dedicar parte de sus ingresos al ahorro. Aquí se da también una desigualdad palpable. Mientras que por las rentas de trabajo se puede llegar a pagar un máximo de un 45%, en las rentas del ahorro no supera el 21%. Es decir, aquellos que perciben 20.000 euros por su trabajo frente a los que perciben esa misma cantidad por intereses de sus ahorros, pagan mucho más los primeros que los segundos.
Si a esa desigualdad le añadimos el fraude fiscal de las grandes fortunas, el amparo que supone para los más ricos del lugar la presencia de paraísos fiscales y todas aquellas prácticas que se llevan a cabo para pagar el mínimo de impuestos posibles dentro de la legalidad vigente, nos daremos cuenta que nos han impuesto un sistema fiscal cada vez más regresivo y, por lo tanto, más injusto.
Salud.












Jack Sparrow | Viernes, 02 de Marzo de 2018 a las 21:53:59 horas
Pues no seran tantas facilidades cuando no han encontrado respuesta con ningún argumento, sino una triste calumnia más que sumar a las ya acumuladas. Y para más inri apropiandose de un personaje que es las antipodas de su ideologia facciosa, que ironia.
Accede para votar (0) (0) Accede para responder