LOS ESTEREOTIPOS Y LA MENTE


   
Desde el amanecer de los tiempos, el cerebro y su capacidad para memorizar las situaciones que nos exponen a los diversos peligros ha sido una de las herramientas más importantes con la que los seres humanos contamos para poder sobrevivir.

El temor a lo desconocido dio paso a la necesidad de conocer y etiquetar.

Debido a la agricultura dejamos de ser nómadas para establecernos en buenos asentamientos donde cultivar nuestros alimentos. Lugares donde el agua dulce, imprescindible para los cultivos, fuese un recurso abundante y cercano. No es casualidad que hoy día un gran número de capitales se encuentren cerca de un río.

Empezábamos a vivir en sociedad, a ser interdependientes, necesitábamos símbolos que nos identificasen frente a otras comunidades y otras tribus. Se empezaban a crear los grupos sociales y con ellos los estereotipos.


El estereotipo es una idea preconcebida acomodada en nuestra cabeza, una etiqueta rápida que nos da una gratificante pero falsa sensación de control sobre las personas y el mundo que nos rodea.Y así desde la comodidad del pre-juicio, permitimos que se instalen sigilosamente en nuestras vidas, en nuestras decisiones y elecciones.

De manera que, si eres rico tendrás que jugar al Golf, si te gusta el Heavy Metal tendrás que vestir con ropa negra, si tienes caballos tendrás que llevar patillas y así un largo etcétera.
Y lo peor es que haciendo todo esto sentimos definir nuestra identidad. Qué contradicción ¿verdad?.

Quizás debamos  aprender a cuestionar las ideas empaquetadas que dan forma a nuestros pensamientos. Si mantenemos una actitud empírica, puede que descubramos con sorpresa que la sociedad de la que formamos parte, es aún más diversa y cosmopolita de lo que podemos observar desde ese falso muro que es la mente prejuiciosa.