Balsa Cirrito
¿CUÁNDO LLEGA A ESPAÑA?
Las modas suelen extenderse de un país a otro sin necesidad de pasaporte. Por lo general, entre las naciones europeas se propagan con cierta rapidez; si hablamos de EEUU, la irradiación suele tardar un poco más, aunque depende del asunto. Lo digo por la actual fiebre de denuncias contra el acoso sexual que sacuden al mundo anglosajón.
Algunas de las que hemos visto, sin duda, parecen tener poca sustancia, o limitarse a una clase de cortejo sin el cual perecería la raza humana: es evidente que para mantener relaciones sexuales hay que proponer relaciones sexuales, y no toda propuesta puede considerarse ofensiva, so pena de que el mundo resultara un lugar extremadamente aburrido. Pero aún restando las gilipolleces y exageraciones de quienes se apuntan a la última tendencia, parece que queda un buen número de casos vergonzosos, protagonizado por un amplio grupo de desalmados. En Hollywood se ha propagado una auténtica epidemia de denuncias, que incluye no solo acosos, sino también violaciones. Y algo más que Hollywood; hay acusados de todos los campos: la música, la política, la televisión, la empresa. Por lo general se trata de personas que se encuentran en situación de poder, y que aprovechan esa posición para arrancar favores sexuales. Entre los culpados con fundamento hay dos que me han fastidiado bastante, por la admiración que sentía hacia ellos: el actor Kevin Spacey y el director de orquesta James Levine, acusado este último de pederastia (curiosamente, para el gran público, el trabajo más conocido de Levine es la banda sonora de Fantasía de Walt Disney, película para niños). Alguno de estos individuos, como Harvey Weinstein, para colmo productor de muchas de mis películas favoritas, parecen monstruos que han actuado con total impunidad durante mucho tiempo.
Pero, a lo que voy. Las modas tardan en llegar, pero terminan por hacerlo, y sería deseable que esta moda llegara a nuestro país. Porque no vamos a pensar que eso ocurre solo en Estados Unidos. ¿Qué pasa con España? ¿No hay aquí tipos que prevaliéndose de su posición actúen de forma similar? ¿Por qué no se ha producido entre nosotros este tipo de revelaciones? Llama la atención que nadie haya dado el pistoletazo de salida, aunque tal vez sea por temor.
Se trata de una opinión muy particular, pero me parece más miserable el buscar sexo desde una posición de poder incluso que una violación. En una violación, el agresor no se llama a engaños sobre sí mismo, y sabe que está cometiendo un acto ruin y que puede ir a la cárcel por él. En cambio, el que busca presas desde un lugar de dominio es muy posible que se considere a sí mismo un tipo estupendo. De hecho, es improbable que alguien presuma de haber realizado una violación; sin embargo, me temo que no es inhabitual que un poderoso se jacté de su prepotencia sexual. Por ejemplo: "Me atraen las mujeres bonitas automáticamente. Las comienzo a besar, es como un imán, no puedo ni esperar (...). Y cuando eres una celebridad te dejan hacer lo que quieras, puedes hacer lo que quieras (...). Agarrarlas por el coño. Puedes hacer de todo"; son frases, ni más ni menos, de Donald Trump, que no solo no le han pasado factura, sino que no le han impedido llegar a presidente de los EEUU. En una violación, la víctima sabe que ha sido víctima y, por duro que sea (a veces es extremadamente duro) la persona que la sufre sabe cuál es su lugar y su papel en el asunto. Pero el acoso es más insidioso. La víctima, a veces, tiene dudas, puede preguntarse si aceptando las propuestas puede evitarse problemas, o puede alcanzar algunas mejoras en su posición. La víctima puede llegar a sentir que es culpable.
Y no se trata de un tema menor, sino todo lo contrario. Prácticamente la totalidad de las mujeres que conozco ha experimentado en su vida alguna suerte de acoso, del tipo de: "si te dejas sigues en la empresa, o te contrato, o te asciendo, o no te hago la vida imposible".
Muchas son las cosas en las que imitamos a los americanos, a menudo sin sentido o ridículas. Sería bueno que en vez de Halloween les copiáramos esta moda. Seguro que habría sorpresas.












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