AYER COMO HOY

“Tienes por enemigos a todos los que has ofendido al ocupar el principado, y no puedes conservar como amigos a todos los que te han ayudado a conquistarlo, porque no puedes satisfacerlos como ellos esperaban”.

Este pensamiento, de la obra “El Príncipe” de Nicolás Maquiavelo, se puede extrapolar a la realidad actual. Aunque el tratado de doctrina política fue redactado por el escritor italiano en el siglo XVI, bien se asemeja a situaciones que se pueden dar en cualquier sociedad en esta democracia nuestra, al menos en algunas ideas. No toda la obra se puede extrapolar, claro está, pero sí algunos apuntes. De hecho, la frase atribuida a Maquiavelo, “el fin justifica los medios” (dentro del contexto de la obra mencionada) es vilipendiado como razonamiento político de corte dictatorial.

Cuando en unas elecciones el partido que ha estado gobernando es desplazado a la oposición, “se siente ofendido” (usando la terminología utilizada en “El Príncipe”). Es más, si cuando “se ocupa el principado”, se trata de llevar a cabo el desarrollo de las actuaciones políticas-administrativas dentro de un contexto legítimo, entonces no sólo se “ofende al enemigo” (al adversario) sino que muchos de los seguidores se sienten insatisfechos por la aplicación marcada por ley.

En otras palabras, se le exige al nuevo gobernante los mismos criterios de adjudicación, contratación en el empleo y recompensas, que los anteriores aplicaban con los suyos. Por eso no se pueden conservar a todos los amigos. Utilizo la palabra “amigos” por continuar con los vocablos de un principio. En realidad, los amigos “nunca piden y siempre dan”. Por eso se hace tan complicado tener amigos en el sentido de lo incondicional que la amistad supone. Pero esa es otra cuestión. Tengo que admitir que es una realidad vivida. La de “no satisfacer como ellos se esperaban”, digo.

También podemos leer en la susodicha disquisición  que “hay tres clases de intelecto: el primero discierne por sí; el segundo entienden los que otro disciernen, y el tercero no discierne ni entiende los que otros disciernen. El primero es excelente, el segundo es bueno y el tercero es inútil”. No me dirán qué la sociedad actual no está formada por personajes de estos caracteres.

Abundan los terceros, sin duda. Por eso la deriva planetaria está como está. En todos los sentidos, no sólo en el sentido gubernativo.

Para finalizar, he elegido la siguiente sentencia del mismo libro: “¡Cuán digno de alabanzas es un príncipe cuando él mantiene la fe que ha jurado, cuando vive de un modo íntegro y no usa de astucia en su conducta! “
Pero en algunos casos entra en escena la corrupción.

”Sin embargo, la experiencia de nuestros días nos muestra que haciendo varios príncipes poco caso de la buena fe, y sabiendo con la astucia, volver a su voluntad el espíritu de los hombres, obraron grandes cosas y acabaron triunfando de los que tenían por base de su conducta la lealtad” . Maquiavélico, ¿no?
Salud.