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Sábado, 16 de Septiembre de 2017

Carlos Roque Sánchez

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POPEYE Y LAS ESPINACAS. REALIDAD

 

 

 


(Continuación) No es cierto porque si bien su contenido en el oligoelemento hierro supera al de la mayoría de las frutas, resulta que es inferior al de otras legumbres y vegetales como las lentejas o el repollo, y bastante menor que el de alimentos como el azúcar, los mariscos, los huevos o el pescado.


Sin olvidarnos de que las carnes comparadas con las espinacas, ofrecen una doble ventaja con respecto al aporte de este bioelemento, presente en muy pequeñas cantidades en las células de los seres vivos e indispensable para el desarrollo normal del metabolismo.

 

No sólo se presenta en mayor cantidad al ser más ricas en hierro sino que, debido a la hemoglobina al ser de origen animal, es absorbido más fácilmente y en mayor proporción por el organismo que cuando tiene origen vegetal.

 

Un aspecto importante a la hora de alimentar a nuestra familia. Por decirlo de forma prosaica más vale un plato de hígado o de morcilla, valga el caso, que uno de espinacas aunque sea de las de Popeye.
Entonces si esto es así y créanme que lo es, ¿de dónde viene la “leyenda férrica de las espinacas”? Por lo que he podido averiguar todo apunta a unas investigaciones bioquímicas estadounidenses, que a finales del siglo XIX se realizaron sobre las espinacas. En su transcurso y tabulando la composición obtenida de ciertos análisis, una secretaria cometió un infortunado error tipográfico.

 

Al anotar el porcentaje del hierro, desplazó la coma decimal un lugar a la derecha de manera que, en vez de aparecer su real y natural composición de 3,0 mg por cada cien gramos (100 g) de verdura fresca (una vez cocida, es la estampida) apareció la irreal y extraordinaria de 30,0 mg.
Diez veces más. Como lo leen, humanos al fin y al cabo.

 

Un involuntario error nada disculpable desde luego, pero cuyas consecuencias hubieran tenido un pase si no fuera porque transcurrieron muchos años, antes de ser detectado por la comunidad científica. No fue hasta bien entrado los años treinta del siglo XX, cuando unos científicos alemanes restablecieron el entuerto estadístico.
Un retraso que a modo de colaborador necesario, ha contribuido en la creación de una leyenda de sabiduría popular, errónea y errada, que aún persiste y de la que los medios de comunicación no ofrecen, por desgracia, tanta información. Y el caso es que aquí estamos.

 

Visto así, Popeye es un fierabrás desvergonzado, un forzudo impostor, un ganapán de feria. El más celebrado de los marines estadounidenses no goza de esa salud de hierro, no posee ese espíritu de acero, no tiene ese antebrazo de bronce, ni golpea con esa fuerza sobrehumana, por mor de la excepcional virtud nutritiva de las espinacas. No, ni mucho menos.

 

Los estadounidense se equivocaron y con ellos el mundo, y aunque me gusta la historia de amor con la que nos obsequiaron -tumulto arriba tumulto abajo, qué pareja está exenta de ellos-, con el paso del tiempo me han surgido algunas preguntas inquietantes alrededor de la trama de Popeye. Preguntas para las que no tengo respuestas y que, con su permiso, les traslado.


Una de ellas es de naturaleza laboral. Tal como está la profesión, ¿cómo puede Olivia trabajar en televisión siendo tan desgarbada y arisca? La otra biológica. Si Popeye y Olivia no mantenían relaciones, ¿de dónde salió Cocoliso y por qué se parece tanto a ambos? Inquietante cuando menos, amigos.

 

No obstante, a pesar de la intencionalidad gubernamental, del error científico y de mis dudas metafísicas argumentales, no dudo en quedarle con la historia del marino fumador de pipas. Lo hago, sobre todo, por su enternecedora devoción, por su inquebrantable amor hacia la escuálida Olivia.
A mí no me despista la dureza de su ternura y me conmueve la ternura de su dureza ¡Ah!, también por la melodía, todo un principio de afirmación popeyero: ¡Popeye el marino soy! ¡Tu! ¡Tuuuuuu!

 

CONTACTO : [email protected]
FUENTE: Enroque de ciencia

 

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  • uno del centro

    uno del centro | Sábado, 16 de Septiembre de 2017 a las 22:19:15 horas

    Lo dicho y me reitero.
    Para el que lo entienda.

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