Carlos Roque Sánchez
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EL CASO DE LOS JABONCILLOS (Y 2)
(Continuación)
E.S.C.: Su nueva doncella, Jennifer, ha recibido órdenes de retirar todos los jaboncillos de su habitación, y de no dejar ninguno más. A su entera disposición. Sr. Fernández. Recepción.
Sr. Sánchez: Ayer noche llegué tarde y para mi sorpresa, se habían llevado todas las pastillas, ¡incluida la mía! No tuve más remedio que pedir jabón al botones y me trajo cuatro botecitos de champú y un bote grande de gel de baño. Dice no saber nada de mi pastilla. Sr. Contreras.
E.S.C.: He informado a Recepción de lo suyo con los jabones. Es del todo inconcebible. No se preocupe porque he tomado las medidas necesarias a fin de resolver su jabonoso problema. Por favor acepte nuestras disculpas. Sr. Sánchez.
S.F.: ¿Quién demonios ha dejado 54 jaboncillos en mi habitación? ¡No quiero sus jaboncillos! Tan solo quiero mi pastilla y les exijo que me la devuelvan ¡Es mía! Sr. Contreras.
E.S.C.: Se quejó de demasiado jabón, y mandé retirarlos. Entonces se quejó de que su jabón había desaparecido y, personalmente, me ocupé de restituirle los 24 jaboncillos retirados, más los tres que le corresponden diariamente. No sé nada de un jabón tamaño normal, en este hotel no se usa ese tipo de jabón porque, compréndalo, resultaría demasiado derroche.
Eso sí, a cambio le dejé tres botecitos de gel de ducha en su botiquín. Pero al parecer, Jennifer, ignoraba este hecho por lo que dejó, también, 24 jaboncillos y los 3 del día, ya sabe. Esperando que todo esté a su gusto. E. Fernández.
S.F.: Le remito este breve y actualizado inventario jaboneril. Al día de hoy obra en mi poder: En el estante del baño, 18 jaboncillos en 4 montones de 4 y un montoncito de 2. Encima del aparato de toallitas, 11 jaboncillos en 2 montones de 4 y un montoncito de 3. En el estante del armario ropero, 3 botecitos de champú. Dentro del botiquín, 12 jaboncillos en tres montones de 4. En la jabonera de la ducha, 6 jaboncillos casi convertidos en sopa de jabón. En la esquina noroeste de la bañera, un bote de gel de baño a medio usar. En la esquina noreste de la bañera, 6 jaboncillos en 2 montones de 3.
Por favor, diga a Jennifer que cuando limpie mi habitación, deje bien ordenados los montoncitos de jabón. Dígale también que si los apila en montones de más de 4, tenga cuidado, pues tienen tendencia a caerse ¿Podría sugerir que los futuros aprovisionamientos de jabón se almacenaran en el marco de la ventana?
A mi humilde, aunque ya experto entender es un sitio ideal todavía sin usar. Una cosa más. He comprado otra pastilla de jabón de tamaño normal, que me tomo la molestia de depositar a diario en la caja fuerte del hotel. Un acto que, aunque no lo crea, me tranquiliza. Hasta sus mismísimos jabones. Suyo, Sr. Contreras.
Y bien, esta es la anécdota de los jaboncillos de la que les hablaba. Completa hasta donde me acuerdo, apócrifa sin duda y divertida creo. Lo que por más que lo intento, no termino de verla es parabólica, como “uno del centro”.
Para parábolas ya están Jesucristo (literarias) y las matemáticas (geométricas).












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