Carlos Roque Sánchez
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EL BÚHO Y LA VACA (y 2)
(Continuación) Con la esperanza de que no conocieran el divertido contrapunto sobre el ave y el mamífero de la semana pasada -uno de esos que puesto en contexto, bien podría pertenecer al tipo “Todo lo que sé, lo escribo”, los docentes sabrán a qué me refiero-, sobre él les contaré hoy lo que he averiguado.
Tengo constancia personal de la existencia de este escrito desde la primera mitad de los años ochenta del pasado siglo XX, ya que pululaba en formato impreso por el mundillo docente, y donde su lectura provocaba cuando menos una sonrisa entre los asistentes.
Desde entonces su existencia no ha dejado de cruzarse con la mía, cambiando claro el formato del soporte, hasta llegar al ineludible electrónico de Internet, y en diferentes versiones de redacción, con notables diferencias de contenido entre ellas. Pero, eso sí, con un valor constante añadido.
El documento en cuestión siempre mantiene el texto de redacción, vinculado con el mamífero y el ave, y además viene acompañado de un detalle bibliográfico que no les he dicho hasta ahora.
En la supuesta versión original, supuesta porque no me consta que haya sido contrastada, se menciona que causó tanta impresión a los profesores franceses que el susodicho escrito “... se conserva en el Museo Pedagógico de París”.
Sin duda esta institución es una buena pista que seguir.
Puesto en ella averiguo que la redacción, al parecer, apareció por primera vez en la revista "La Famille Educatrice", una publicación mensual creada a mediados del siglo pasado por la Unión Nacional de Asociaciones de Padres de la Enseñanza Privada de París (Francia).
Supuestamente era la transcripción literal de un ejercicio realizado por un alumno en una clase con una única pregunta: "Describa un mamífero o un ave". De la edad del autor, del curso en el que estaba y de la puntuación que recibió nada se sabe seguro, pero sí de la reacción que causó su genial y disparatada redacción.
Dicen que causó tanta impresión a los profesores franceses, que se mandó al "Musée Pédagogique à Paris" donde se conservó desde entonces, aunque vaya usted a saber. A saber digo porque indagando me he enterado de algo más.
Dicha institución fue fundada en 1879 por Jules Ferry, y nació como organismo político destinado a la mejora de la instrucción popular francesa, al ofrecer a los profesionales de la enseñanza un nuevo referente de renovación pedagógica.
Ubicado en la calle Ulm, durante años su importancia histórica y museográfica creció al llegar a custodiar numerosos y diversos documentos originales: materiales escolares, libros de clase, fotografías académicas, trabajos de alumnos, estampas, infografías, juegos y juguetes educativos, etcétera.
Unas colecciones didascálicas e históricas que un siglo después (1980) fueron trasladadas al actual "Musée National de L'Éducation", sito en la ciudad de Rouen y del que todos sus fondos, una vez digitalizados, han pasado no hace mucho a formar parte de la "Réseau Canopé".
Una faraónica red compuesta por decenas de miles de referencias bibliográficas y documentos, una de cuyas categorías está dedicada, precisamente, a los trabajos escolares. Y aquí es donde les entrego el testigo de esta “Opinión”, por si tienen a bien profundizar en su estudio.
Y de la que sólo me resta decir lo obvio. Estos tipos de “lindezas escolares” por supuesto que existen en la realidad docente. De hecho se las encuentra a lo largo de su vida cualquier profesor, de cualquier escuela, y en cualquier momento.
Alumnos despiertos y ocurrentes los hay por todos lados, quién lo puede dudar. Un requisito del todo necesario, el de su existencia, pero no suficiente, para el hecho de que composiciones como la del búho y la vaca, vean la luz a nivel casi mundial.
Como les decía en la entrega anterior, hace falta también que el sistema educativo propicie un ambiente en el aula, que les permita expresarse con libertad, sin vergüenza, sin pudor o, lo que es peor aún, sin temor a los errores que cometan o puedan cometer.
Al fin y al cabo el conocimiento humano consiste más en destruir errores que en descubrir verdades. Y bueno, ¿qué opinan? ¿Se trata de un hecho real o es otra leyenda urbana? ¿Estamos ante una constatada y contrastada realidad docente o es otro de esos bulos, ahora propagados por las redes sociales, que apenas gozan de credibilidad?
Por si quieren conocer mi opinión, en casos como este tengo para mí que poco importa que el sucedido sea apócrifo o no. Los italianos tiene un refrán que viene que ni pintado, reza así: “Se non e vero, e ben trovato” (Si no es verdad, está bien traído). Pues eso.
A veces la forma interesa (tanto) más que el fondo. Poco importa si son auténticos o inventados, con tal que nos revelen una verdad. De ser así, de ser como digo, bien pudiera entonces que una leyenda valiera por mil demostraciones.
Pero claro qué sabré yo, que consejos traigo y para mí no tengo.
CONTACTO : [email protected]
FUENTE: Enroque de ciencia












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