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Sábado, 06 de Mayo de 2017

Carlos Roque Sánchez

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PREGUNTAS CAPCIOSAS Y CIENCIA

 

 

                        

  
Según el Diccionario de la Lengua Española de la RAE (vigésima primera edición), el adjetivo capcioso se refiere a esas preguntas, argumentaciones y sugerencias que se efectúan para así arrancar del contrincante o interlocutor, una respuesta que pueda comprometerlo o que favorezca los propósitos de quien las formula.
Son en definitiva esas preguntas que preferiríamos no tener que pasar por el trance de contestar. Esas que cuando nos la formulan, producen en nosotros un tanto de embarazo y otro tanto de frustración porque, respondamos como respondamos, siempre quedaremos mal, incluso ante nosotros mismos. No me resisto a ponerle un par de ejemplos, de las que me hicieron hace poco en una conferencia.


- “¿Está usted a favor o en contra de la normalidad sexual?” Pero bueno pensé, ¿qué pregunta es ésta? (la Montiel dixit). Si digo que estoy en contra pareceré un pervertido degenerado, pero si me manifiesto a favor me mostraré como un estrecho, como un ñoño sexual. Y esta no fue la peor porque en ella estaba cuando me llegó la segunda.


- “¿Está usted a favor o en contra del derecho a la vida?” Tres cuartos de lo mismo, pensé. Manifestarme a favor sonará a que estoy en contra de la eutanasia y el aborto, lo que me colocará en el bando de los fachas y eso, social y políticamente hablando, no suena correcto. Por el contrario, si estoy en contra me hará poseedor de un presunto y suspecto instinto asesino que, la verdad sea dicha, no queda nada bien.


Lo que les dije, salir de Málaga y entrar en Malagón. Y lo evidente. Lo que de embarazoso tienen las respuestas proviene de la capciosidad con la que se hacen las preguntas. De lo falaces o engañosas que son, al estar formuladas empleando no sólo conceptos que son muy vagos, sino que además están cargados de emotividad y valoración.


Yo no sé bien qué es la normalidad sexual o el derecho a la vida, pero en principio parecen apuntar hacia algo positivo y valioso, ¿cómo estar, entonces, en contra? Pero si me precisaran más su significado, puede que algunos de esos significados me parecieran inaceptables, por lo que no podría decir que esté a favor ¿Qué hacer entonces?


Como recurso de ponente, la forma rápida que tengo de salir del trance es reinventar las preguntas, de modo que las respuestas sean una repetición de la misma pregunta, sólo que expresada de otra manera, la mía. Vamos, que marchando una de tautología.


Es decir. Si por normalidad sexual entiendo practicar el sexo como a mí me gusta practicarlo, desde luego que estoy a favor. Si por derecho a la vida entiendo preservarla en todas las circunstancias en las que la vida merezca la pena ser conservada, muy pocos no estarán a favor de tal derecho.


Así es como me inmunizo de la confusión y el desasosiego que me producen, lo que está bien, pero claro, estarán conmigo, que también las privo de todo interés o sentido, lo que ya no está tan bien. Me explico. Es como si el gobierno sometiera a referéndum si queremos que la sociedad sea justa. De entrada todos votaremos que sí, vaya pregunta, mas ¿en qué medida esta unanimidad ayuda al gobierno a llevarla a cabo?


Sin duda alguna el inicial y uniforme acuerdo en una justa organización de la sociedad se trocará, a no tardar, en variopinta discrepancia acerca de en qué debe consistir esa justicia organizativa. Se lo  ejemplifico. Los que estaban en contra del justicialismo en España en los tiempos de la Dictadura, no es que estuvieran en contra de la justicia, es que tenían una concepción de la justicia diferente de la del general Franco.


Por eso decir sin más, que estamos a favor de una sociedad justa, no es más que decir que estamos a favor de lo que estamos a favor y, a todos los efectos prácticos, esto equivale a no decir nada.
De ahí que las preguntas en ciencia, me vengo a mi terreno, nunca pueden ser capciosas. Una ciencia entendida como aproximación a la verdad y que muchos filósofos conciben como una teoría unificada con tendencia totalitaria. Una única y ambiciosa teoría que abarque todo el mundo que nos afecta.


Una idea unitaria que a veces se presiente está a la vuelta de la esquina de una investigación y otras, por el contrario, no se ve por ningún lado, vamos que ni atisbo de ella. Por concretarles, en la segunda mitad del pasado siglo XX se vivieron unos esperanzadores momentos de gran entusiasmo científico. Y es que, por fin, las preguntas sobre la teoría unificada parecían tener las respuestas deseadas. Sin embargo no fue así del todo, no se produjo el máximo avance deseado aunque eso sí, algunas de las respuestas obtenidas aportaron soluciones, produjeron progreso y avance.


 Y lo hicieron porque las preguntas estaban bien formuladas. Unas preguntas que fueron de cualquier tipo menos capciosas, como las que tan a menudo nos suelen hacer en determinadas e interesadas encuestas.

 

CONTACTO: [email protected]
FUENTE: Enroque de ciencia

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