El Cristo de la Salvación, que durante todo el año preside el altar mayor de la iglesia del Divino Salvador, salió anoche por primera vez en su historia a la calle para presidir un viacrucis que estuvo arropado por muchos feligreses que quisieron acompañar a la imagen en esta cita especial enmarcada en los días de Cuaresma que ya termina.

Muchos vecinos de la barriada donde está situada esta parroquia, así como cofrades en general, se acercaron para acompañar a un crucificado al que probablemente, muchos vieran por primera vez.

Durante el recorrido se fueron rezando las diferentes estaciones del viacrucis por parte de párroco Manuel Jesús Ortiz y el presidente del Consejo Local de Hermandades y Cofradías, José Antonio Rodríguez, seguidos de muchos hermanos que portaban velas. A esta cita especial para la feligresía del Salvador, se sumó un trío de capilla musical que aportó un mayor ambiente de recogimiento en una noche no fría, pero sí algo desagradable por el viento de levante.

El rezo del viacrucis, que tuvo muy buena acogida, comenzó tras una hora de vigilia de adoración al Santísimo Cristo de la Salvación, con oraciones tipo “Taize” y cantos a cargo del coro Rábeta, y recorrió calles cercanas a la parroquia. En el transcurso, el Cristo crucificado visitó la casa de algunos feligreses de la parroquia que están enfermos. De igual forma, se hizo también una estación en la residencia de ancianos, donde además se rezó una oración por los mayores y sus cuidadores. El mismo gesto tuvieron al paso por la Casa Cuartel de la Guadia Civil, que tuvo el detalle de abrir sus puertas cuando la imagen pasaba por delante parando los feligreses a rezar por aquellos que velan por la seguridad ciudadana y las víctimas del terrorismo. 

Una cita religiosa esta a la que este año se le ha dado mayor prestancia ya que si en años anteriores este mismo viacrucis se rezaba sólo con la presencia de una cruz y de forma muy íntima, en esta ocasión se ha querido dar un mayor empuje con la imagen del Santísimo Cristo de la Salvación por las calles de una barriada que comienza a sembrar la semilla para formar en el futuro una hermandad arraigada en el barrio.