Antonio Franco
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CARNAVAL, CARNAVAL
Este año se cumplen ochenta años de la prohibición del Carnaval tras la conclusión de la Guerra Civil. Aunque, a decir verdad, el Carnaval nunca se dejó de celebrar, aunque fuese a escondidas. No era la primera vez que el Carnaval y las máscaras eran prohibidos a lo largo de tiempo. Si echamos un vistazo a la historia de nuestro Carnaval gaditano, fueron muchas las ocasiones en que se impidió la celebración de la conocida como “la fiesta del pueblo”, desde su nacimiento allá por el siglo XVI.
La provincia de Cádiz fue una de las primeras provincias en caer en manos de los sublevados contra el gobierno de la República. En febrero de 1937 ya los mandos militares golpistas prohibieron el Carnaval. El componente crítico de las letras no podía ser permitido por los fascistas. El Carnaval no era sólo una fiesta tradicional antesala de la Cuaresma. Su espíritu libertario representaba un peligro para las autoridades, algo que la dictadura no podía permitir.
En 1948, el gobierno permitió que se volvieran a cantar coplillas por algunos coros en Cádiz, pero no en la semana anterior al Miércoles de Ceniza, sino en verano. En Carnaval “se disfrazaba” de lo que se bautizó como “Fiestas Típicas gaditanas”.
Hay que tener en cuenta que durante el periodo dictatorial el Carnaval tuvo dos enemigos. Por un lado, el político, ya mencionado. Por otro, la Iglesia, que siempre había estado en contra de las relajaciones morales que las fiestas de Carnaval contenían.
Como nos relata Pedro Pablo Santamaría Curtido en su obra “Cuatro siglos de Carnaval en Rota (1605-2012)”, no fue hasta 1953 cuando se concede licencia a dos coros para actuar en nuestro pueblo, por parte del gobierno. Por supuesto, todo ello controlado por una férrea censura por parte de los poderes políticos y religiosos.
No sería hasta 1976 que el Carnaval volviese a febrero. La dictadura que había sufrido el Pueblo, la había también padecido su fiesta.
Recobra el Carnaval el espíritu prohibido (que no perdido) poco a poco. De la misma forma que se va perdiendo el miedo. La crítica política y social, embutida de versos con doble sentido, sarcásticos, irónicos, mordaces y punzantes, es hoy habitual. Nadie escapa a la crítica y a la parodia. Hasta la miembros de la Casa Real son objetos de la pluma de los autores.
Como recuerda mi amigo Pedro Pablo, “el Carnaval es mucho más que una fiesta del pueblo y para el pueblo, es una forma de entender la realidad que nos rodea, es una actitud ante la vida y es, a ojos de un investigador, un material complementario para conocer los acontecimientos más relevantes por los que una sociedad ha pasado”.
No me puedo resistir. Si el pasado año por estas fechas, el artículo quedó convertido en un corto romancero, este año, aunque sea unos versos:
“tengo dos seguidores,
o tal vez uno, cada semana,
que si faltase mi firma
se aburrirían
como dos ostras, o berberechos,
en una marisquería”.
Las cosas del Carnaval.
Salud.












Rebelderota | Viernes, 10 de Marzo de 2017 a las 07:49:03 horas
El tema es el carnaval y que yo sepa quién ha ofendido a una creencia y se queda tan tranquilo es ese drag queen . Esa falta de respeto y ética hacia una creencia como la cristiana queno solo incluye a católicos y que este impresentable que pensaba que su actuación es transgresora pero en realidad es mamarracha con apoyo delos sectarios de siempre es una vergüenza . Ni está bien reprimir el carnaval como hacía la dictadura franquista ni está bien que se sobrepasen límites como ahora hace este drag queen o el concejal del puerto de Podemos. Repito porque no ridiculizan la religión del Islam , pues simplemente porque saben que si lo hacen les puede salir cara la broma con una religión intolerante .
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