EL ODIO NO ES UNA PRUEBA DE INTELIGENCIA

No añado nada nuevo si expreso que el odio es algo lamentable. Pero podría completarlo diciendo que, para mí, la acción de odiar significa impotencia desde el punto de vista de la persona que odia.  Me refiero a que  el misántropo se ve impotente ante la felicidad del objeto de su odio.  A su vez, también se podría añadir que la infelicidad forma parte de la persona que odia. Los misántropos no suelen mostrar públicamente su repulsión porque saben que semejante actitud no está bien vista por la sociedad. Por eso, suelen ocultar  sus aversiones y, cuando manifiestan por escrito sus odios, lo hacen  tras un seudónimo o nick , como se suele denominar a la palabra apodo. Haciendo un paréntesis, es curioso que hasta los más fervientes defensores patrios no dudan en usar el vocablo inglés en lugar de la denominación castellana.

El origen del odio puede ser diverso. La antipatía podría ser considerada origen del odio. El hecho de que una persona te caiga mal, no te caiga simpática, puede generar un estado de odio.

Cuando el objeto de esa antipatía se traslada a una población entera, a una etnia, a una raza, a un clan o a una casta, el odio puede derivar en conflictos bélicos de los que la Historia de la Humanidad está saturada. Aunque soy de la opinión de que todas las guerras tienen causas económicas, aunque sean coincidentes con otros motivos misántropos mencionados.  

En el sentido de lo meramente personal,  el padre del psicoanálisis, Sigmund Freud, definió el odio como “un estado del yo que desea destruir la fuente de su infelicidad”.

El odio puede estar incluido en el ácido desoxirribonucleico, en el ADN, que es portador de la herencia genética. Es incuestionable que hay individuos que ya nacen amargados e irritables. Pero creo que la mayoría de los odios se adquieren en el contexto social en que los sujetos se muevan.

Como expresó el poeta Rabindranath Tagore, “cada niño, al nacer, nos trae el mensaje de que Dios no ha perdido aún la esperanza en los hombres”. Así, no creo que Donald Trump naciera ya con esas ideas impregnadas en sus genes, ni que Hitler odiara a las demás razas desde su nacimiento.

Existen también los odios originados por motivos ideológicos. Lamentablemente es frecuente oír y leer noticias de enfrentamientos físicos por razones ideológicas. Si nos paramos a analizar nuestra guerra civil, por ejemplo, la mayoría de los asesinatos cometidos tenían su origen en el odio hacia el adversario, en este caso, enemigo. Así ambos bandos acabaron con la vida de tantos personajes ilustres que no habían llevado a cabo ninguna acción censurable, sino por el hecho de pensar diferente. Y es que, la persona que odia es incapaz de razonar.
Es característico del odio los planteamientos extremos. Ver enfrentarse en verdadera batalla campal a los hinchas de algunos equipos de fútbol, es irracional. La defensa de una idea, de un equipo, no tiene que conllevar el odio hacía la idea contraria. Aunque, lamentablemente,  no es así.
Salud.