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Sábado, 31 de Diciembre de 2016

Gabriel Oliva Navas

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AHORA, CUANDO SE APAGAN LAS LUCES

 

 

 

 

 

 

El buenismo cínico aderezado de pretensiones idílicas en el que sistemáticamente nos instauramos por estas fechas, desaparece de un plumazo justo después de la última campanada. En ese instante, la cruel realidad nos abraza con su manto oscuro dejándonos los tobillos al descubierto, el exceso de equipaje que te acabas de agenciar en forma de grasa no permite ni que te cubra por completo –triste-.
    

Y es que nos pasamos tres pueblos en menos de un mes. La disciplina, el rigor y el sacrificio de los Green Smothies o de las series a 3´50” se ocultan en el cajón del olvido, para abrir de par en par las puertas del desenfreno, el atiborramiento, la gula y el desfase – a principios de diciembre haces escala en Sodoma y Gomorra-. Además a conciencia y con cierto orgullo. Luego pasa lo que pasa. En enero, como en un shock hipoglucémico te desplomas tiritando de arrepentimiento y vomitando “mea culpas”. Sin embargo, posiblemente eres de lo que pienses que un mes es un mes, que tu cuerpo agradecerá este descanso y que tu mente necesitaba viajar a lugares más divertidos y relajados. Pero, en cierta medida, te arrepientes…
    

O quizás, te encuentres entre los que diciembre no es más que la prolongación de tu caótico estilo de vida; eso sí, justificada con el beneplácito efímero de los demás, que se unen por momentos a tu abandono asumido. Entonces, piensas: “ves, si al final a todo el mundo le gusta lo mismo”. Pero, en mucha medida, te arrepientes…
    

De cualquier modo, todos sin exclusión, queremos empezar el año de una forma diferente. Mejor, más bien dicho. Sin saber exactamente qué es lo mejor y sobre todo cómo hacerlo. Pero quieres correr, nadar, coger la bici, ir al gimnasio, dejar de fumar, dejar de beber – posiblemente beber menos-, cuidar la comida – hasta el momento cuidar la comida para ti era almacenarla, empaquetarla y etiquetarla; estaría bien que en esta ocasión la comida te cuidara a ti-, trasnochar menos, romper tu relación con el cheslón, hacer alguna carrerita popular –como tu vecino que no para el cabrón-, hacer la media maratón –como tu primo, que no trabaja ni tiene hijos y es carajote-, hacer la triatlón y ser el Capitán América.


Sea como sea. Este año es el tuyo, no hay vuelta atrás: comienzas el cambio. Lo primero que deberías hacer, es coger un papel en blanco y un lápiz para hacer una transferencia pragmática de los objetivos mentales que te han inundado durante la resaca del 31. Cuando los visualices, te darás cuenta que el Jägermeister ha generado más delirios de grandeza de la cuenta y ha desvirtuado tu realidad. Por tanto, plantearse pequeños objetivos en un principio, no sería mala idea. La consecución de estas pequeñas metas provocará otras más ambiciosas. Por ejemplo:


Objetivo Nº1.  Me gustaría trotar 20 minutos sin parar antes de que termine este mes. Para posteriormente, plantearnos el objetivo de correr 5 kilómetros en una carrera popular a principios de Abril.
    

No obstante, si quieres modificar tu estilo de vida poniendo rumbo  a otra más saludable con la actividad física como eje principal del cambio; o por el contrario, siendo un deportista experimentado quieres mejorar tu rendimiento optimizando todos tus recursos, lo ideal es que  contactes con un profesional del sector –acreditado si es posible, por favor- y junto a él detectéis las necesidades reales. Así se podrá hacer una planificación concreta en torno a los objetivos marcados por ambos. La organización de las tareas es fundamental que siga un orden cronológico acorde a tu estado físico. Un entrenador personal sería una buena opción. La más eficaz, con toda certeza. Al igual que no vamos a operarnos de una hernia a un curandero o no nos autopracticamos una biopsia toracoscópica. Es poco alentador observar cómo somos capaces de pagar, sin escrúpulo alguno, más de sesenta euros por una noche de cena y copas  y lo que nos cuesta pagar a un nutricionista o a un entrenador personal -los únicos que van a velar por  nuestra salud, ¡¿imbécil?!-. Supongo que esto es un debate más profundo que tiene mucho que ver con nuestra cultura y escepticismo en el sector. Poco a poco se va avanzando.
    

Si no es así – que es lo que me temo- y te decides a dar el salto en solitario, deberías tener en cuenta una serie de factores antes de lanzarte al abismo de la frustración, la desidia y de, con total probabilidad, la lesión.
  

Lejos de entrar en profundidad –y quitaros las ganas antes de empezar- la planificación del entrenamiento debe incluir aspectos relacionados con el acondicionamiento físico (desarrollo de las cualidades de la fuerza, velocidad, resistencia y flexibilidad), las habilidades motoras específicas del deporte que vayamos a practicar, el aprendizaje de la técnica requerida para tal deporte y otras cualidades volitivas (que tienen que ver con la voluntad de practicarlo siendo constante y consciente). Todo esto bajo una periodización coherente supeditada por una serie de principios básicos, de entre los que podemos destacar: el principio de progresión de cargas, principio de variedad, principio de optimización entre carga y recuperación, principio de individualidad…y muchos más que dejo en el tintero –para no aburrir-.
    

La planificación del entreno, por tanto, debe presentar una serie de características para que sea eficaz y –lo que más te interesa- cree adherencia. Para que me entiendas: que te enganche como un yonqui.


-    Debe de existir una planificación temporal, donde definamos claramente los períodos de consecución de los objetivos marcados y alcanzables según nuestras expectativas reales.
-    Los entrenos deben tener variabilidad en sus contenidos, entrenar en distintos entornos y con diferentes métodos o medios te mantendrán mucho más motivado.
-    Tienen que ser funcionales. Buscar los ejercicios adecuados que te permitan una transferencia correcta a tu propia realidad. Si trabajas levantando cajas, buscar ejercicios o actividades que mejoren este gesto y te eviten lesiones futuras en su ejecución.
-    Y sobre todo, debe ser un programa seguro. Donde no hay que asumir riesgos innecesarios y adaptar los ejercicios a tus limitaciones.


    Para concluir. Planificar un entrenamiento - por muy menor que sea el objetivo marcado- no es nada fácil. Hay mucha literatura y ciencia alrededor de esta cuestión y ¡qué quiere que te diga!, yo cuando caigo enfermo voy al médico y no me automedico. Pues con esto igual. Salud.

[email protected].


 

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  • Club

    Club | Domingo, 01 de Enero de 2017 a las 23:27:18 horas

    Magnífico fichaje Rota al día. Muy bueno artículo

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  • Sánchez

    Sánchez | Sábado, 31 de Diciembre de 2016 a las 15:29:56 horas

    Gran artículo, eres un gran motivador y mejor entrenador.
    Haber si conseguimos que pueda mejorar mis tiempos...
    Un abrazo desde Chipiona

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  • Oscar

    Oscar | Sábado, 31 de Diciembre de 2016 a las 14:04:30 horas

    Amigo, como siempre me dejas con la boca abierta. Se puede ver por las palabras que eres un gran profesional y que amas lo que haces y lo que dices. Totalmente contigo. En Enero a dieta jajajaj

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  • Lolo

    Lolo | Sábado, 31 de Diciembre de 2016 a las 12:31:07 horas

    Me alegro mucho de que vuelvas a escribir. Me encantan leerte y se aprenden cosas. Salud.

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