Antonio Franco
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PATENTE DE CORSO POLÍTICA
Aunque parezcan términos sinónimos, no es lo mismo pirata que corsario. En el fondo (y también en la superficie) ambos se dedicaban a lo mismo, esto es, a saquear, asaltar y robar. Pero, mientras que los piratas estaban fuera de toda Ley, los corsarios se dedicaban a sus filibusteros actos con permiso de algún Gobierno. Es decir, pirateaban para una Nación aunque esta “no reconocía” legalmente sus acciones. Como se suele decir, “miraban para otro lado”. Era lo que se conocía como Patente de Corso. Si consultamos cualquier enciclopedia comprobamos que la Patente de Corso era un documento que se entregaba por parte de los monarcas por el cual el propietario tenía permiso de la autoridad para dedicarse a la piratería.
Trasladándonos a nuestra época, todos sabemos que los piratas siguen campando a sus anchas, aunque no lleven parche en el ojo, ni pata de palo, sino que vistan corbata, camisa y traje chaqueta de Emilio Tucci.
Pero lo que sorprende (a mí al menos me sorprende) es que, cuando la Justicia destapa o descubre alguna corruptela por parte de algún alcalde, el pueblo lo aplauda mientras sale del Consistorio camino del Juzgado o de la cárcel. Hay que reconocer que el Pueblo es benevolente con sus gobernantes más cercanos. No hay más que recordar las andanzas del difunto Jesús Gil, condenado “mil veces” por la Justicia y que, una y otra vez, volvía a ganar las elecciones locales en Marbella. Es como si el Pueblo, sabio y soberano, diese a sus “mandamases” una Patente de Corso para saquear, robar y piratear en su provecho, siempre y cuando “sirva al pueblo” que lo eligió. Es como si el Pueblo, sabio y soberano, considerara que la labor de “enriquecimiento” por parte de los políticos es consustancial con el cargo. Es decir, aprovecharse de que gobierna es de lo más normal. Convierte así, el Pueblo sabio y soberano, a los piratas infiltrados en la Política, en corsarios con todas las bendiciones. ¡Y mira que han sido descubiertas “islas tortugas” en estos últimos años donde lo más granado de la piratería hispana tenían depositados los tesoros “adquiridos” en sus piraterías! Debe ser que el “oficio” de pirata es uno de los más bendecidos por la Historia y de los mejores tratados por la Literatura romántica universal. ¿Quién no recuerda los primeros versos de la obra de Espronceda, “La canción del Pirata”, por ejemplo? En la actualidad, el estribillo podría escribirse así: “qué es mi cargo mi tesoro/ que es mi dios el dinero/ yo hago la ley y la apruebo/ y en ello pongo mi esmero”.
Afortunadamente, la Justicia no distingue entre corsarios y piratas y, de vez en cuando, desenmascara a más de uno y de una porque, aunque en todo el texto ha prevalecido el género gramatical masculino, no debemos caer en el error de eximir de la piratería a las políticas piratas.
Salud.












OPINO | Martes, 27 de Septiembre de 2016 a las 17:16:00 horas
Buen articulo, Antonio, porque a pesar de tener abandonados a sus suerte a los juzgados a la Policía y a la Guardia Civil, éstos siguen en su lucha y comprometidos, salvo raras excepciones. Y es que quién tiene que dotarlos de medios son los que serán investigados. Triste paradoja que no impide que se impliquen en sus investigaciones. Quizás sería digno de estudiar en un futuro como se puede aplaudir y elegir a quién te ha robado. Animo y sigue trabajando aunque no te falten grandes detractores que esperan tu fracaso. Saludos.
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