YO FUI POLIZÓN EN EL ARCA DE NOÉ



                 
La semana pasada cambiaron la hora. Y se nota. En mi caso, llego al trabajo más descansado, con mejor humor, soy más productivo. Pero dentro de poco habré asimilado el cambio y volveré a pasarme la mañana medio dormido. Por tanto, propongo que cada dos meses se vuelva a atrasar la hora. Todo el año. Todos los años. Al cabo del tiempo, y con nuestra independencia adquirida sobre la posición del sol, terminaremos levantándonos a media noche. Con lo cual, en vez de ir a trabajar podremos marchar directamente a tomar unas copas. No sería una mala rutina.

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    Dice Lorenzo en unas declaraciones que “La diputación de Cádiz está montada para perjudicar a Rota”. ¡Qué modesto es nuestro casitodavíaalcalde!  No sólo la diputación, amigo Lorenzo, sino también la Junta de Andalucía. Y añado más, veo últimamente indicios muy desagradables en la OTAN (que, como todo el mundo sabe, se trata de un organismo creado fundamentalmente para fastidiar a los roteños). Y eso que nuestro casitodavíaalcalde no ha mencionado – seguramente por la susodicha modestia – que Elvis Presley aún está vivo y oculto en una isla del Caribe, y que Barack Obama ha sido abducido por extraterrestres maoístas. Eso sí – o, al menos, es lo que me han asegurado – en los próximos días Lorenzo revelará al pueblo roteño que Pep Guardiola es la última reencarnación del Dalai Lama (versión Barceloneta).

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    Uno de los asesores de Mariano Rajoy le ha aconsejado que para ganar las próximas elecciones lo único que tiene que hacer es meterse en la cama hasta el 2012. Viendo la última entrevista de don Mariano a El País, hay que reconocer que se trata de un buen consejo. Después de leer sus palabras, funcionarios, pensionistas, y en general todas las actividades económicas que dependan de la Administración del Estado, se pueden ir santiguando; figurada y literalmente. Por supuesto, tenemos que realizar una excepción con los sastres de la Comunidad Valenciana, que parece que seguirán trabajando fielmente para el sector público. Mariano, vuélvete a la cama.

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    Tampoco se acaba de entender esa fobia del Partido Popular contra los funcionarios (en un país como España, que tiene una de las tasas de funcionariado más bajas de la Comunidad Europea), o por las autonomías. Lo positivo de las autonomías se entiende mirando a los ayuntamientos. Cada actividad o propuesta interesante que se le ocurre a un municipio en seguida es imitada por otros. Con las comunidades autónomas ocurre lo mismo pero a lo grande, y las diferentes regiones de España compiten casi siempre por ver quién consigue mejores resultados. Incluso las que gobierna el PP.

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    O la irritación casi genética de la derecha contra las subvenciones. Las subvenciones, como las ayudas sociales, parece que sólo son malas cuando las reciben otros. En los medios de la caverna resulta casi imposible deambular cinco minutos sin tropezar con algún llamamiento indignado contra la política socialista de despilfarro en las subvenciones. Sin embargo, la subvención más bestia que haya sido otorgada en España – de las que yo conozco - la concedió Esperanza Aguirre (que de socialista sólo tiene el título nobiliario) en la comunidad de Madrid. La película Sangre de mayo, del habitualmente estimable cineasta José Luis Garci, se llevó de los madrileños no recuerdo si doce o quince millones de euros. Y, encima, la película era un bodrio que destrozaba una de mis novelas favoritas.
 
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    Y hablando de irritaciones de la caverna. En estos días los medios de la derecha profunda están cabreados (aunque decir que los medios de la derecha están cabreados resulte una redundancia) por el hecho de que los padres puedan a partir de ahora elegir el orden del apellido de los hijos. Dejando aparte que la ley posee una lógica inapelable, leyes parecidas existen en muchos países occidentales. Y desde hace bastantes años. Y, en realidad, tampoco han cambiado demasiado las costumbres. En Alemania, por poner un ejemplo, la mayor parte de la gente sigue utilizando el apellido del padre, salvo en el caso de inmigrantes que quieran germanizar su apellido.

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Pero voy más lejos aún. Resulta paradójico que precisamente los conservadores nacionales se opongan a este cambio, ya que, justamente, la tradición española más rancia permite imponerse el apellido que a uno le salga del carnet de identidad. Entre los escritores hispanos del Siglo de Oro, por poner un ejemplo, son frecuentes los casos en los que estos autores preferían anteponer el apellido materno. Góngora es el modelo más conocido, pero hay muchos más. El propio Miguel de Cervantes Saavedra atesoraba un caos notable en sus apellidos.

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