EL REÑIDÉITOR

Por lo general, IU es un partido que me cae más bien simpático. En alguna ocasión lo he votado, y diría que se trata de una formación que actúa normalmente con una más que razonable honestidad intelectual. De hecho, suelo coincidir en sus análisis, aunque a menudo no comparta las soluciones que proponen para la realidad de nuestro país. Es cierto que sus militantes se comportan a veces (y la frase no es mía, es de un amigo que milita en IU) como el ejército de Pancho Villa, pero, qué caramba, ese es uno de sus encantos.
    

Empiezo con este preámbulo de forma tan amable, para que no se malinterprete lo que viene después.
    

(Ya es después). Hay dos políticos en España que no soporto, y a los dos, por idénticos motivos. No hablo de sus ideas, que, para lo que voy a decir, me importan un pito, sino de sus actitudes. Si fueran superhéroes se llamarían Reñidéitor 1 y Reñidéitor 2, esto es, los hombres que riñen a todo lo que se mueve. Me refiero a José María Aznar y a Julio Anguita. Comoquiera que de Aznar ya he hablado muchas veces (casi siempre mal, lo confieso), voy a dedicarle un par de párrafos a Julito Sonrisas, digo Anguita.
    

Al igual que Aznar, Anguita piensa que no hay nada como la antipatía para lograr sus objetivos. Entre una negociación con buena cara y una desagradable pelea dialéctica, Anguita prefiere la pelea. Es de esa insoportable clase de personas que entiende que las cosas sólo merecen la pena conseguirlas si se consiguen a hostias. Obsérvenlo. Es el hombre que riñe. En todo momento y por cualquier motivo. A los votantes les riñe por no votar lo que tenían que haber votado (esto es, lo que él les dijera), a los políticos por no haber hecho lo que él dice que habría que haber hecho, a los periodistas (ésa creo que es su riña favorita) por no preguntarle lo que él cree que tendrían que haberle preguntado; imagino que en los restaurantes reñirá porque nunca le ponen las acelgas como él quiere.
    

Recuerdo cuando el Califa, que de profesión es profesor de instituto, abandonó sus cargos políticos y se reintegró a su puesto de trabajo. Un periódico acudió a su centro educativo para realizar un reportaje; en él, se preguntaba a sus alumnos por el carácter y el estilo de Anguita en clase. La práctica totalidad de los chavales declaró que se trataba de un tío antipático e inflexible, tieso como una regla de dar azotes, aburrido como una película soviética. Reñidéitor en estado puro, vamos.
    

Aunque reconozco que cuando me da la risa es cuando ponen a Anguita como "referente de la honradez". He dicho cuando ponen, pero la expresión ha sido incorrecta, debería haber dicho cuando él mismo se propone. Es difícil encontrar a alguien tan ufano y tan pagado de sí mismo, con tan poco talento psicológico y tan cargante en todo momento. Parece no entender que desde el mismo instante en que no para de presentarse como ejemplo, ya ha agotado los elogios que le pudieran haber correspondido, porque los ha utilizado él solito. Por lo demás, conozco a decenas y decenas y decenas de políticos que han ocupado cargos harto más importantes que él de Anguita, al menos en cuanto capacidad de gestión y manejo de altos presupuestos, y que no están constantemente proponiéndose a sí mismos como modelo para futuras generaciones. Sin ir más lejos, en su propia formación, su antecesor, Gerardo Iglesias, tras dejar sus responsabilidades se fue a la mina (donde al parece fue bastante puteado), lugar del que provenía, sin creerse en la obligación de ir mostrando por todos lados su rostro para provocar la pública admiración que los españoles, oh, entiende Anguita que le debemos.
    

He hablado algo de las ideas de Anguita, que ya digo que, para el caso, me dan lo mismo, sean las que fueren. Pero si soy sincero, sólo le recuerdo dos. Republicanismo exacerbado y odio al PSOE. De ahí no sale.
  

A todos esos que se proclaman admiradores de Anguita me gustaría verlos en una situación como la siguiente. ¿Se imaginan a Anguita en Gran Hermano? Pues a esos admiradores los pondría a compartir una semana de convivencia con el admirado referente. Después de esa semana, seguro, preferirían escuchar a Carlos Herrera. Si me apuran, al mismísimo Jiménez Losantos.
  

(Aunque, en realidad, no sé por qué al principio escribí ese párrafo exculpatorio y de alabanza de IU: Anguita ya no es de IU. Ha encontrado unos buenos odiadores del PSOE en otro lado, y se ha pasado a ellos con armas y bagajes. No tengo que decir quiénes son).