Antonio Franco
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EL DÍA SIN TELÉFONO MÓVIL
A estas alturas de la película ya sabemos que el poder económico manda. Siempre ha sido así a lo largo de la Historia de la Humanidad. La Economía provoca las invasiones de unos países a otros que, a su vez, provocan las guerras, que, a su vez, provoca muertos, que, a su vez, se traduce en negocio que, a su vez, proporciona beneficios para las empresas armamentísticas, constructoras y de otras índoles.
Incluso en esta Europa sin fronteras, en esta Europa con una moneda única, existen las fronteras económicas. Si viajamos a cualquier otro país europeo de la unión, enseguida recibimos un mensaje en nuestro teléfono móvil. La tarifa ha variado al alza, por supuesto, si queremos contactar telefónicamente con algún punto de España.
Nuestra libertad para desplazarnos no implica el mismo precio para comunicarnos.
Dentro de este poder económico, las empresas del sector de telecomunicaciones son las que más dejan sentir sus efectos sobre nuestra vida diaria. Hasta la normativa española se elabora para beneficiar a estas empresas.
Un ejemplo de ello lo vemos en las instalaciones de las antenas para telefonía móvil. No necesitan autorización de los ayuntamientos para ello. Los ayuntamientos no tienen competencia para negar la instalación de estas antenas. A la vista está que proliferan por doquier.
Mahatma Ghandi se enfrentó al monopolio de la potente economía textil británica tejiendo sus propios vestidos en una rueca tradicional. Atacó, de forma pacífica, al centro mismo del poder económico invasor.
Nuestras armas para enfrentarnos a la legislación que protege la implantación de antenas para telefonía móvil, debería ir en el sentido pacifista del hombre de “alma grande”. Otra Ley nacional, la Ley de Seguridad Ciudadana o Ley Mordaza como la conocemos, prohibe manifestarnos si tratáramos de impedir con nuestra presencia la ubicación de una antena de telefonía móvil. Podríamos enfrentarnos a la Ley que permite la instalación de estas antenas atacándole en su mismo centro, atacando su economía. Si un sólo día desconectamos nuestros teléfonos móviles y wifis en casa, ¿cuánto dejarían de ingresar durante ese día todas las empresas del sector de las telecomunicaciones? Si fuesen miles los teléfonos desconectados, ¿sería fuerza suficiente para instar al Gobierno a que cambien su posición en esta Ley?
En todo esto hay una cuestión, ¿seríamos capaces de llevarlo a cabo?
El debate sobre la radiación que emiten las antenas de telefonía móvil está en la calle. Los efectos sobre la salud es un tema que preocupa y mucho a la ciudadanía. Si tratamos de informarnos sobre este tema podemos comprobar que hay opiniones diferentes. Pero, lo cierto es que el principio de precaución debe prevalecer por encima de todo.
Por eso, ante la lógica preocupación deberíamos actuar los propios ciudadanos con el objeto de que los poderes públicos tomen medidas al respeto.
Una buena actuación sería “desconectarnos”. Un día en que las distintas empresas operadoras no facturen, o facturen muy poco. No creo que se proponga una Ley que nos obligue a “consumir” llamadas, digo yo.
Salud.












Tarzan | Martes, 16 de Febrero de 2016 a las 17:27:29 horas
Lo que parece no saber el listo que se quiere cargar el Amazonas es que despues del Amazonas và el homo sapiens u homo cafrens, que no se crea que và a sobrevivir mucho tiempo a la muerte del Amazonas, que la madre Naturaleza es muy suya y al final pone a todos en su sitio y el hombre es el animal màs dañino y egoista que existe sobre la Tierra y eso se acaba pagando.
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