LAS LEYES ROTEÑAS DE LA FÍSICA   



    

Al principio de Pulp Fiction, Samuel L. Jackson y John Travolta discuten en el pasillo de un bloque de apartamentos. Están hablando de masajes en los pies. Jackson dice que los masajes en los pies no significan nada, y John Travolta, opina todo lo contrario:

    - Cuando un tipo le da un masaje en los pies a una mujer – afirma Travolta un poco mosqueado - , siempre quiere decir  algo. Los dos fingen que no pasa nada, pero los dos saben que, en realidad, algo está pasando. Y eso es lo bueno de los masajes.
    - Y también lo malo – responde Samuel L. Jackson.
 
    ¿Por qué me viene a la cabeza esa escena de Pulp Fiction? Pues por dos motivos. El primero es que me gusta mucho la película. Y el segundo que me recuerda al ayuntamiento de Rota.

    Dice Lorenzo que el próximo alcalde, alcaldesa en este caso, debería ser Eva Corrales. Como en la película de Quentin Tarantino fingimos. Hacemos como si se tratara de una propuesta normal – como un masaje en los pies – pero sabemos que no se trata de una propuesta indiferente, sino que en verdad significa algo.  Y algo raro, desde luego, porque, siendo sinceros, esto no tiene mucho sentido.
Es preciso recordarlo, pues si no parecería que algunas cosas no existieran. Pero en el ayuntamiento de Rota, Roteños Unidos tiene diez concejales, y el Partido Popular cuatro. Es decir, el partido de Eva Corrales posee menos de la mitad de los votos y de los ediles que el partido de Lorenzo y de Jesús Corrales. Salvo que yo me haya perdido algo por el camino, el alcalde  se supone que debe salir del partido mayoritario, de las listas que los ciudadanos – esos infelices que votan cada cuatro años – hayan decidido elegir en esos decorativos recipientes de cristal llamados urnas.

Sin embargo, en Rota se diría que vivimos una extraña perversión de las leyes naturales, tan anormal como si viéramos flotar a un martillo pilón sobre el agua de un estanque. Para ser alcalde de Rota no hace falta sacar muchos votos, sino que cuantos menos se consigan más posibilidades se abren para alcanzar el Gran Sillón. Como resulta que Eva Corrales es casi la última del ayuntamiento, como resulta que su partido perdió un tercio de los votos, como resulta que hay dos formaciones que tienen muchos más concejales que la suya, la vamos a hacer alcaldesa. En verdad, no es la primera vez que esto ocurre: Lorenzo llegó así al Gran Sillón; pero en esta ocasión parece todavía más absurdo.
Aunque todo tiene un lado bueno. La próxima campaña electoral vamos a ver como los partidos compiten por ver quién recibe menos votos. La noche del recuento de sufragios viviremos escenas de felicidad en la sede del partido que haya perdido más concejales, y el cabeza de lista saldrá a saludar a sus incondicionales diciendo algo así como:

    - Amigos, se nos han ido dos mil quinientos votos (grandes aclamaciones de los partidarios); también hemos perdido tres concejales (aclamaciones aún mayores de los presentes); los roteños nos ignoran (gritos de: “¡Bravo, bravo!”); por tanto, queridos amigos, ¡voy a ser el próximo alcalde de Rota! (delirio entre el público).

Eso sí, para que Roteños Unidos y el PP hayan destruido todas las leyes de la física y la química política, para que el que  gana se ponga a disposición del que pierde, para que Jesús Corrales - que se ha tragado todos los marrones del ayuntamiento - acepte el enjuague y para que todos juntos pongan a Eva de alcaldesa, tiene que existir algún secretillo que no nos han contado. Venga, bribonzuelos,  contad, contad…