Balsa Cirrito
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LA COSTILLA HA MUERTO, VIVA LA COSTILLA
Hasta hace poco veía fotos de lo que en mi adolescencia era La Costilla y, desde luego, pensaba que había cambiado un montón, pero, qué narices, seguía siendo La Costilla. Sin embargo ahora, con la demolición del restaurante, me temo que será otra cosa, no ya diferente, sino muy diferente.
Imagino que para las generaciones venideras, el edificio que construyan en el solar terminará adquiriendo los mismos poderes para la evocación, pero será una evocación algo fullera, que habrá cortado el hilo mágico de la tradición y del tiempo, como si construyeran un mall en el solar de una pirámide de Egipto. Todos los roteños tenemos asociada La Costilla con recuerdos agradables, y por eso nos entristece.
Era, es cierto, un edificio tirando a feo, hecho con materiales poco nobles y que, según me dicen algunos, se había comido parte del terreno que no le correspondía. Puede ser, pero da pena. Y es que eso tienen los recuerdos. Nos emocionamos hasta con los recuerdos de tiempos que fueron un asco, pero como son nuestros, pues les terminamos cogiendo cariño; mucho más a La Costilla, que casi todos asociamos al verano y a la juventud.
Y ahí lo dejo; ya he dedicado tres párrafos a lamentarme de la pérdida de tan emblemático edificio, y me parece que es suficiente porque, así entre nosotros, tampoco era para tanto. Siempre es mejor mirar al futuro. De hecho, se me ocurren un par de cosillas que sí que podrían hacerse.
La primera es ponerle el nombre de plaza de la Costilla a la plaza de la Costilla. Lo digo porque – y es muy posible que algunos de ustedes no lo sepan – el nombre oficial es el de plaza de Jesús Nazareno. No conozco a nadie que diga: “vamos a la plaza de Jesús Nazareno” cuando va a la Costilla, pero es lo que tiene el oficialismo, que no le gusta llamar a las cosas por su nombre, no vaya a ser que terminemos viendo la realidad de las cosas y no la que nos cuentan. Desde luego no es el único ejemplo de nombre fantasmal. Todavía peor es el caso de la plaza de las Manos, que según el rótulo se llama: “Plaza de los ayuntamientos democráticos”, y que, ciertamente, me parece uno de los nombres más lamentables y onanistas que se haya puesto a plaza alguna. A lo que voy, quitemos ese nombre de Jesús Nazareno y llamemos a la plaza como la llama la gente, o sea, plaza de la Costilla. Por supuesto (no crean que soy tan comecuras), habría que buscar otra plaza grande e importante de la ciudad para adjudicarle el nombre que le hemos quitado a la Costilla: nadie puede ignorar la importancia que la devoción nazarena tiene para muchísimos roteños, y tampoco se trata de tocar las narices gratuitamente.
La otra cosilla (no costilla) que se me ocurre no está relacionada con la plaza, pero casi. Tiene que ver con la peatonalización de ese pequeño tramo de la calle Higuereta que está prácticamente acabado. El sector económico más importante de Rota no es la Base, como dicen muchos, sino la hostelería. Tengo demasiados amigos trabajando en esa profesión como para no saber de las jornadas interminables y de las épocas de vacas flacas que tanto abundan. Por eso, me alegra esa peatonalización, que va a suponer un poderoso empuje para los negocios de la zona, que falta hace (a esa, y a todas las zonas). Pero, señores del jurado, hagamos las cosas bien, qué caramba. Durante los dos últimos veranos, algunos amigos míos de fuera a los que llevé por la calle no se llevaron una impresión demasiado favorable. Demasiado caos y una estética demasiado parecida a la de un chiringuito de los que salían en Verano azul. ¿Sería mucho pedir que los negocios se pusieran de acuerdo para mostrar una estética común y para que los elementos que colocaran en la calle – sillas, mesas o sombrillas – fueran lo más atractivos que la economía permita? Porque, al final, todo el mundo va a salir ganando, los primeros los negocios (¿a quién no le gusta comer en un sitio agradable?) y, por lo demás, los ciudadanos, que nos podamos sentir orgullosos de la animación de nuestro pueblo y de la galanura de sus principales calles.
Volviendo al principio. Veo a mucha gente lamentándose, incluso en foros de internet, y lo de la Costilla tampoco es tan grave. A los hombres, según la Biblia, también nos quitó Yahveh una costilla, y de ahí salieron las mujeres. Que tampoco están tan mal, digo yo.












Way | Lunes, 14 de Diciembre de 2015 a las 23:25:51 horas
Hace años, más o menos cuando El Quijote, un labrador castellano, a la sazón ecologista, formó un lío protestando porque le habían destrozado el paisaje natural de las lomas de su entorno con la barbaridad que suponían los molinos de viento, construidos en lugares tan bellos, tan naturales. Ahora son momento nacional, orgullo de esos mismos castellanos, incluso del resto de los españoles, (incluyendo a los catalanes).
Sáquense conclusiones respecto de lo que hoy, en muchos casos, se hace y de lo que tanto protestamos.
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