EL DORSAL 261

Kathrine Switzer fue la primera mujer en participar en una maratón, una carrera hasta  ese momento sólo permitida a los hombres. En la maratón de Bostón de 1.967 se inscribió como KV Switzer y le correspondió el dorsal número 261.

Descubierta su presencia, intentó ser detenida por uno de los comisarios de la prueba, pero con la ayuda de su novio y unos cuantos de corredores, continuó la carrera y logró completar la maratón.

La razón de que la camiseta rosa que vestíamos los participantes a la marcha del pasado día 24 de octubre, organizada por la Asociación “Rota, Lucha contra el Cáncer” (ROLUCAN), tuviese estampado esa cifra, 261, tenía el significado de tesón, valentía, coraje... de las mujeres que se enfrentan al padecimiento de sufrir cáncer de mama. El hecho que la solidaridad demostrada ese día por el pueblo de Rota se manifestase en una carrera y en una marcha, da más sentido a esa cifra.

Cuando en el mes de julio, Toñi, la presidenta de ROLUCAN, y unas cuantas socias de la asociación, me comunicaron la idea de celebrar una carrera ese día contra el cáncer de mama, enseguida intuí que iba a ser un éxito, tanto de participación como de organización. El día internacional contra el cáncer de mama es el día 19 de octubre, cada año. Se trataba de hacerlo el sábado siguiente para lograr la mayor participación posible.
De la organización qué decir. Cuando se cuenta con mujeres (y sus compañeros) que han hecho frente a la terrible enfermedad con una entereza encomiable, que han sido capaces de crear una asociación que viene a apoyar a todas aquellas familias que sufren en sus senos “la presencia” del cáncer en algunos de sus miembros, que han convertido a ROLUCAN en una gran familia,... cómo  no van a lograr llevar a cabo la organización de semejante evento. Si además cuentan con el apoyo incondicional de  los socios de la Peña DOSA y otras personas voluntarias, el éxito la organización estaba asegurado.

De la participación tampoco tuve la más mínima duda desde que me lo comunicaron.

La solidaridad está más que demostrada entre la gente de nuestro pueblo. Existen circunstancias que hace que nos sintamos unidos, más allá de cualquier pensamiento ideológico. Sin duda, la enfermedad, cualquiera de ellas, destapa en nosotros la adhesión y la defensa hacia las personas que la sufren. Las roteñas y los roteños demostramos, una vez más, la solidaridad que nos caracteriza.

Cuando me acerqué a recoger la camiseta rosa por la mañana a la plaza de España, allí estaban: unos, engalanando de globos rosáceos toda la plaza; otros repartiendo las camisetas correspondientes; algunos aconsejando a dónde dirigirse para recogerlas; varios, llenando los globos...

Por la tarde, el rosa lo invadía todo, incluido el aire. Las palabras de María del Mar y de Juani se extendían entre los presentes, adueñándose de cada baldosa, de cada rincón. La solidaridad, ese día, tenía un color y tenía un número.
Salud.