Balsa Cirrito
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ELOGIO AL CORTE DE MANGAS
Puede que me equivoque, pero juraría que el corte de mangas, a veces llamado butifarra, pasa por malos tiempos. Parece haber sido sustituido por la peineta, ya saben, ese gesto en el que se cierran todos los dedos de la mano menos el corazón, y con el que mostramos nuestro desprecio o desagrado hacia alguien. En mi opinión, la preponderancia de la peineta proviene de las películas guiris. Los americanos dedican peinetas con una gran generosidad, y como les copiamos tantas cosas, hemos desterrado el honorabilísimo corte de mangas. Si no recuerdo mal, cuando yo era niño, apenas se veían peinetas.
Personalmente me parece un error. Acostumbro a comentar en mis clases que lo malo no es decir tacos, sino decir tacos constantemente. El taco tiene la propiedad de desahogarnos, propiedad catártica podríamos llamarla, y si lo utilizamos a cada instante, pierde esa cualidad; en cambio, si lo usamos en los momentos adecuados, se convierte en un analgésico. Imaginemos que estamos en casa y, por casualidad, nos cae en el dedo gordo del pie una plancha, aunque sea de las pequeñitas. Si uno exclama: ¡Caramba! o ¡Córcholis! Se queda casi igual y el pie nos sigue doliendo terriblemente. En cambio, si soltamos por nuestra boca: ¡m cg n ls mrts dl q nvnt l plnch y d s pt mdr! (retiro las vocales para no ofender los ojos), si exclamamos eso, digo, parece que incluso nuestro dolor se aminora, que se nos olvida la plancha y que se alivia nuestro pesar. Pues con el corte de mangas ocurre algo parecido. Una peineta sólo es un gesto obsceno; en cambio, el corte de mangas casi es una declaración existencial. Con el corte de mangas no sólo se expresa nuestro brazo o nuestra mano, sino que todo el cuerpo vibra, todo nuestro ser declara su antipatía hacia la persona a la que se lo dedicamos, todo el cosmos se concentra en ese gesto, especialmente cuando logramos que sea sonoro, que el chasquido restalle como un látigo. No por nada, cuando yo era niño, veía como mis compañeros de clase practicaban el arte del corte de mangas, para les salieran sonoros, casi con eco.
El corte de mangas es propio sobre todo de Italia y de España y tiene un origen muy divertido, al menos, como lo cuenta el conocido divulgador Indro Montanelli. Según Montanelli, en los primeros siglos del Imperio Romano, conquistaron sus legiones cierta ciudad al sur de la península itálica. Por aquel entonces, cuando un ejército penetraba en triunfo en una ciudad tomada, desfilaba por las principales calles, y recibía el homenaje, más o menos sincero, de sus habitantes. A veces, de ese recibimiento dependía el trato que recibían sus moradores. Pues bien, en esa ciudad de la que hablamos, cuando los romanos desfilaban, observaron que los habitantes les dedicaban un gesto que los legionarios de Roma no habían visto nunca: era el corte de mangas. Los romanos, como no sabían lo que significaba, pensaban que el corte de mangas era algún tipo de signo de respeto, como un aplauso o algo así, de forma, que lo recibían con agrado. Podemos imaginarnos la escena. Una legión desfilando por una calle en medio de una multitud que no para de lanzarles cortes de mangas y los romanos saludando satisfechos a esos encantadores paisanos que les dedican ese gesto tan raro pero seguramente tan amable.
A mí el corte de mangas me recuerda las comedias españolas e italianas de los años sesenta y setenta. Si pienso en un corte de mangas la primera imagen que me viene a la cabeza es la de Ugo Tognazzi, Alberto Sordi o José Sacristán; de este último recuerdo dos memorables. Uno, muy divertido, es el que le hace a Juanjo Puigcorbé en La vaquilla (yo también le haría un corte de mangas a Puigcorbé si se me pusiera a tiro). El otro es el que le propina a Alberto Closas en la escena final de El divorcio que viene.
Pero a lo que voy. Pase que comamos hamburguesas y que sepamos quién es Kim Kardashian; pase que los periódicos deportivos dediquen páginas y páginas a competiciones tan absurdas como la NBA; pase porque en los colegios la enseñanza bilingüe sea en inglés y no en italiano, francés o portugués como pedirían nuestros ancestros románicos. Lo que no paso es por pasar del corte de mangas. Que además, es como el fumar: cuando hablas mucho de tabaco te apetece de un cigarrillo. Pues a mí me ha pasado lo mismo, que de tanto mencionarlo me han entrado ganas de pegar un corte de mangas. Y este corte de mangas, señoras y señores, se lo dedico con todo el cariño del mundo a Willy Toledo. Y si sobra algo a Ada Colau y al Kichi. Mucha suerte a los tres, por cierto, en el próximo Campeonato de España de Lobotomía; perdón quise decir Campeonato Peninsular de Lobotomía. Y ánimo a todos, que tengo entendido que el primer premio es una sesión de electroshock.












ADR | Viernes, 23 de Octubre de 2015 a las 21:59:54 horas
José M. Gonzalez¿pero quien es este? como van a demostrar que no son corruptos, si acaban de llegar, aunque al Monedero ya le pillaron antes. lo que si sabemos es que son unos antisistemas que no respetan nada, y un alcalde debe gobernar para todos, y no solo para los de su especie.
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