Balsa Cirrito
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LOS ESPEJOS ANDALUCES
Seguramente, alguna vez han visto un fragmento de La verbena de la paloma o de alguna otra zarzuela de ambiente madrileño. En ellas, los personajes hablan arrastrando mucho las vocales y acortando las palabras, y se supone que era la forma que tenía de hablar el pueblo madrileño de finales del XIX o principios del XX. En realidad, el pueblo madrileño no hablaba de aquella manera, pero el invento hizo gracia, y comenzó a imitar la pronunciación de las zarzuelas y de los sainetes de Carlos Arniches, con lo cual se daba la circunstancia, más frecuente de lo que se cree, de que la vida imitaba al arte.
En Cádiz ha ocurrido algo parecido. Cuando fui a estudiar a esa ciudad, a principios de la década de los 80, rara vez, prácticamente nunca, escuché la palabra “picha”, que sólo era utilizada en ambientes cercanos al hampa o de muy escasa cultura y, en general, si mis recuerdos no me traicionan, la forma de hablar de la gente era muy diferente a la de ahora. Sin embargo, desde entonces, un hecho fundamental se nos entrometió. La televisión empezó a retransmitir el Carnaval de Cádiz, y muchos patriotas gaditanos o de la provincia creyeron que era indispensable para reafirmar su gaditanidad el pronunciar “picha” cada cinco o seis palabras y el hablar con una entonación y deje lo más parecido posible al de los vendedores de hachís. Según veíamos, muchos gaditanos imitaban la forma de hablar de los chirigoteros y, sobre todo de los cuartetos de carnaval, aunque no fuera la forma natural de expresarse de los naturales de esta tierra. Como quiera que el gremio de los cuartetos (con alguna notable excepción) no estaba formado precisamente por personas de alto nivel cultural, sino más bien todo lo contrario, la vulgaridad del habla gaditana se fue acentuando día a día.
Viene esto a cuento de la indignación que parecen haber sufrido muchos lectores por mis críticas a la entonación y pronunciación tan plebeyas del alcalde de Cádiz. Vale. Pero no sé por qué oscuro designio, en Andalucía, desde todos los ámbitos, se promueve la expresión chabacana y grosera, la pronunciación descuidada y vulgar, el uso ínfimo del lenguaje. Son demasiados los que confunden el habla de los andaluces menos cultos con el habla andaluza. Los que consideran que hablar andaluz es hablar como le sale de los cohone (¿verdad que si digo cohone, suena muy andaluz?). En todas partes hay gente que habla de forma incorrecta, pero sólo en Andalucía los glorificamos e insinuamos que es la manera que tiene de hablar el pueblo. En ninguna otra parte de España, ni lejanamente, se profieren tantos tacos como en la bendita Andalucía. Y en ningún lugar están tan orgullosos de ello.
Y mi crítica al alcalde de Cádiz venía dada porque entiendo que las personas que son referentes públicos deben dar ejemplo y tratar de elevar el nivel cultural, no de rebajarlo más todavía. Y lo que es poder, se puede. Nadie diría, por ejemplo, que Felipe González no habla con acento andaluz. Pero se trata de un andaluz, culto, respetuoso con el idioma, vocalizado y de pronunciación mesurada. Sobre todo eso, mesurado. Hay quienes no entienden una cosa muy sencilla. Cualquier acento, sea andaluz, gallego, extremeño o calagurritano debe ser leve. Cuanto más se nos nota el acento, menos cultura demostramos. Aquellos que defienden el habla andaluza con radicalidad, me parece que se equivocan. Si dejamos correr ese libertarismo lingüístico que tantos respaldan, dentro de cien años no podremos entendernos con los de Ciudad Real, que hablarán un idioma diferente, y pasados otros doscientos, tampoco con los del Campo de Gibraltar. No se me ocurre qué ventaja puede haber ahí.
A menudo nos quejamos en Andalucía de la poca valoración social que se les da en el resto de España a los andaluces y a su forma de hablar. Sin embargo, la culpa no es del resto de España, es nuestra. Preocupémonos por hablar mejor, por no martirizar la fonética, por no resultar ordinarios, por no subrayar cualquier parlamento nuestro con “pichas” y “chochos” y veremos como nos evalúan con mejores notas.












MARTA | Sábado, 11 de Julio de 2015 a las 02:53:52 horas
¿Podría algún filólogo darme un ejemplo de la herencia cartaginesa en el "dialecto" andaluz?
Es que "ando rallá" con esto...
¡Gracias!
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